Publicado por Américo Fernández
Aunque usted no lo crea, la enfermera de José Gregorio Hernández vivió y murió en estas cálidas tierras del Orinoco y del Caroní. En 1973 cuando cumplió 77 años se hallaba en Ciudad Guayana en compañía de su único hijo Ángel Cipriano Guzmán, quien laboraba en la sección de radiología del IVSS, pero antes, la afortunada enfermera trabajó en el Centro Médico del Seguro Social de Ciudad Bolívar y quien sabía de sus nexos con el Venerable José Gregorio Hernández, la buscaba para asistir a ciertos partos pues estaba permisada por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
María Luisa Talavera de Guzmán que hoy estaría cumpliendo 125 años, pues nació en Caracas el 29 de septiembre de 1896, murió sin poder dar gracias al Papa Juan Pablo II por lo que considera primer paso hacia la beatificación y canonización de José Gregorio Hernández. Tal es la distinción de Venerable, proceso iniciado por el Arzobispo de Caracas, Monseñor Lucas Guillermo de Castilloante el Vaticano.
El Dr. José Gregorio es nombrado venerable por parte del papa Juan Pablo II el 16 de enero de 1986 y se inicia el próximo tramo que lo llevaría a la beatificación. De completarse el proceso, se convertiría en el primer santo de procedencia venezolana. Y el tercer beato este país que tiene hasta ahora 2 beatos y varias religiosas venerables La beatificación del Dr. Hernández es actualmente una meta que espera alcanzar parte de los feligreses católicos así como la iglesia católica venezolana, por lo cual, en diversas partes del país, se rezan diversas oraciones para pedir por el pronto nombramiento de José Gregorio como Santo.
Doña Luisa Talavera de Guzmán, emparentada con Monseñor Talavera, obispo de Guayana, fue enfermera desde temprana edad y laboró en 1914 al lado de José Gregorio Hernández cuando estalló en Caracas la llamada “Gripe española” tan terrible como lo es hoy en el mundo entero la Gripe H1N1.
Fue enfermera fundadora del IVSS y ejerció sin faltar un solo día en Caracas, Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana hasta 1966 cuando fue jubilada.
Solía contar a sus allegados que José Gregorio Hernández murió trágicamente el 29 de junio de 1919 cuando se dirigía a la farmacia en busca de medicinas para uno de sus enfermos.
Al tratar de esquivar el automóvil que conducía el hijo de un señor que un día antes había tratado, dio un traspié, cayó al suelo y se golpeó la cabeza con el borde de la acera, en la esquina de Amadores, La Pastora. Sus restos reposan en el Templo de la Parroquia La Candelaria después de estar por mucho tiempo en el cementerio general del Sur. Era la tumba más visitada de dicho cementerio.
Para doña Luisa jamás había visto un entierro tan impresionante, salió a las 9 de la mañana de la iglesia y a las diez de la noche todavía no había llegado al Cementerio General del Sur. Fue algo impresionante y de un fervor piadoso desbordante, pues José Gregorio Hernández, fue un médico humanitario, integralmente entregado a su profesión, solidario y de una gran fe en el prójimo.
Era conocido como un profesor culto (hablaba francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico, filósofo y poseía profundos conocimientos de teología), exigente y se caracterizaba por la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes profesorales. Formó una escuela de investigadores quienes despeñaron un rol importantísimo en la medicina venezolana. Discípulos de Hernández fueron el Dr. Jesús Rafael Risques, quien fue su sucesor en la Cátedra de Bacteriología y Parasitología, Rafael Rangel (1877-1909) considerado como el fundador de la parasitología nacional.
VEA
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