El ex campeón del mundo de los pesos pesados, Muhammad Ali, el púgil más importante de todos los tiempos y una de las personalidades más influyentes del mundo del deporte y de la lucha por la igualdad racial, falleció a los 74 años de edad en un hospital de Phoenix, Arizona, a causa de una infección respiratoria.
El maltrecho estado de salud del ex deportista, aquejado de Parkinson desde mediados de los años 80, motivó su hospitalización en la jornada del jueves. Acompañado por cuatro de sus hijas y por su actual esposa, su cuadro empeoró drásticamente esta madrugada y terminó por precipitar su muerte.
Su legado, extremadamente difícil de acotar dentro de las esferas del deporte, la sociedad y la cultura popular de varias generaciones, se antoja incalculable.
Su negativa a participar en la Guerra de Vietnam –que le valió el título de desertor y le costó una suspensión en su carrera-, sus declaraciones siempre controvertidas, su mediático activismo social y su particular estilo, tanto dentro como fuera del cuadrilátero, convirtieron al púgil en una de las personalidades más admiradas y complejas del pasado siglo.
Provocador e histriónico, virtuoso y elegante, dejó para la historia decenas de frases célebres, de peleas legendarias y de momentos inolvidables. Y también demasiados huérfanos en numerosos ámbitos, por su capacidad de influencia, su particular carisma y su lucha inquebrantable. Su historia, trasladada tantas veces al cine, a la televisión, a la literatura, a la música, al ring y, finalmente, a la calle, forma parte ya del patrimonio cultural contemporáneo. De la historia de todos.
Ali, el hombre que nació dos veces, murió en Phoenix a los 74 años.