Por: Américo Fernández
La idea de un Astillero en Guayana la propuso y la cumplió incipientemente el francés-guayanés Alberto Minet el mismo que construyó sobre una de las colinas de Soledad una mansión de tres niveles con un Belvedere desde donde se aprecia toda la panorámica paisajista de Angostura.
Minet, inventor catapultado a Venezuela a raíz de la segunda guerra mundial, comenzó un rudimento de astillero en La Carioca. Allí construyó unas cuantas chalanas o barcazas que navegaron por el Orinoco y otros ríos de Guayana. Avizoraba también la posibilidad de un Astillero en Ciudad Guayana, justamente entre la Isla Fajardo y la ribera sur del Orinoco. La idea entusiasmó a terceros, especialmente a la CVG que registraron una sociedad con ese fin.
Surgió así “Astillero del Río Orinoco S. A.” (Astrosan) concebido en 1974 para construir un Astillero en Ciudad Guayana y en el cual, virtualmente, estaba comprometida la CVG, pero los cambios de gobiernos, siempre los cambios de gobierno, trastornaron el proyecto y todo por aquello de los prejuicios políticos. Así ocurrió con el Centro de las Artes de Ciudad Bolívar iniciado durante la administración del Gobernador Alberto Palazzi. Ningún otro gobierno desde entonces ha querido continuar la obra y lo invertido en bases y columnas allí está perdiéndose en los predios del Jardín Botánico.
(en la foto el día de su cumpleaños con su esposa Margarita, La China y Camilo Perfetti)
Pues bien, Astrosan elaboró su proyecto de un Astillero para Ciudad Guayana que sería construido en la Isla Fajardo conforme al estudio que realizó una comisión integrada por expertos del MOP-CVG- INC que proponía cerrar el brazo sur que forma el Orinoco entre Isla Fajardo y la ribera Sur, mediante un dique de piedra y arena que iría de dicha ribera sur hasta la punta oeste de la isla.
La idea era que se formara una gran dársena al ser debidamente dragada y con una profundidad mantenida gracias al impulso noreste de las aguas del Caroni, limpias de sedimento. El canal hacia Matanzas y Ciudad Bolívar sería ampliado del lado norte de la isla. El ferrocarril llevaría los materiales directamente de la vecina Siderúrgica de Matanzas, hasta las propias gradas y talleres del Astillero.
Actualmente hay unos cuarenta varaderos y pequeños astilleros en Venezuela, pero un verdadero astillero, autosuficiente y capaz de fabricar barcos de acero, apenas y muy limitado existe el de Puerto Cabello, fundado en 1904 por el Estado venezolano.
Precisamente, la idea de establecer un importante astillero en Ciudad Guayana deriva precisamente de esa realidad, de esa experiencia constatada durante diez años de trabajos destinados a fundar, o ampliar los pequeños de Venezuela, debido a que el único de Puerto Cabello no dispone de espacio propio y los terrenos adyacentes particulares para una ampliación son escasos y costosos.
Por otra parte, la construcción naval en Venezuela jamás ha sido de gran escala, ni competitiva, salvo quizá últimamente en embarcaciones pesqueras, deportivas y pequeñas patrulleras.
Se requiere entonces de un astillero capaz de construir en serie y gran escala buques de mil y 150 mil toneladas y ningún lugar ideal que el propuesto en Ciudad Guayana, a pocas millas del Atlántico y cerca de los suministros de gas, acero y electricidad, básicos para este tipo de una industrias.
Para 1974 las conversaciones con organismos públicos y privados estaban bastante avanzadas y la obra parecía un hecho, algo así como lo del segundo puente sobre el Orinoco. En esa ocasión se dijo que el tal Astillero del Orinoco funcionaría bajo la forma de compañía anónima privada y con una participación de institutos del Estado no menor del 50 por ciento. Pero ¿qué ocurrió? Eso es lo que quisiéramos saber.
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