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30 de enero de 2019

LA GUERRA A MUERTE CONTRA EL CAIMAN DEL ORINOCO, SE INICIO EN LA VIEJA ANGOSTURA - PARTE I



El Caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) fue cazado intensiva y comercialmente en Venezuela y Colombia a principios y mediados del siglo XX, llegando casi a su extinción. Eran abundante en el Rio Orinoco y sus afluentes en los llanos, pero su caza se inició como una guerra de exterminio de este animal que se rehusaba huir de su hábitat natural que poco a poco era invadido por el ser humano, para luego convertirse en una caza comercial. En este post, relataremos antiguas experiencias y métodos de cacería según relatos de referencias bibliográficas y entrevistas de los otrora cazadores de caimanes, conocidos como “caimaneros”, también se reporta su abundancia y peligrosidad en esos tiempos.



Antes de relatar testimonios de la triste historia de antiguas experiencias de la irracional cacería y del casi exterminio de esta especie, se muestra a continuación relatos de los primeros exploradores del Rio Orinoco donde se evidencia la tasa poblaciónal de estos animales, su peligrosidad y las causas principales de su exterminio, complementando una segunda parte con el horror del inicio de la caza comercial del Caiman del Orinoco; 



El 6 de marzo de 1800 emprendía Alexander von Humboldt su extraordinario viaje hacia los ríos Apure, Orinoco y caño Casiquiare. En su travesía pasando por los ríos Tiznados y Orituco avistó gran cantidad de caimanes; la gente le alertaba cuidar a su perro, y que no bebiera a orillas del Orituco, ya que los caimanes salían a perseguir a los canes en tierra firme. Quedó más impresionado aún con la abundancia de ellos en el río Apure, sobre todo en la región de Arichuna, en donde en cada meandro del río había decenas de ellos asoleándose en las playas arenosas, describiendo la zona como el territorio de los caimanes, tigres y chigüires. Narra además Humboldt, su increíble abundancia y el gran tamaño de muchos ejemplares, entre las desembocaduras de los ríos Apure y Arauca en el Orinoco. Algunos nadaban cerca del bongo, aprovechando las crestas de las olas para echar una irada rasante hacia el interior de la embarcación, e infundían mucho respeto. Reporta tamaños comprendidos entre 5,08 m. a 7,31 m. En las sabanas inundables de Apure siempre ocurrían ataques a los caballos que ramoneaban dentro de las aguas, muchas veces se veían yeguas heridas en sus cuellos y flancos por los mordiscos de estos cocodrilos. También reporta que en la ciudad de Angostura (antigua denominación de Ciudad Bolívar), cuando sucedían las inundaciones, que ocurrían ataques de los caimanes cebados a personas descuidadas; la mayoría de las arremetidas las sufrían las mujeres lavanderas que lavaban ropa en las orillas del Orinoco. Coincidía el mes de abril con los nacimientos de las tortugas el Orinoco o arrau, Podocnemis expansa, y también las eclosiones de las mordidas de caimanes en las extensas islas y bancos de arena del río Orinoco. Los tortuguillos que salían de los nidos eran depredados por aves de rapiña, garzas y dentro del agua por bagres y caimanes, en cambio los neonatos de caimanes que lograban llegar al río se mantenían cerca de las orillas y eran depredados por los zamuros. Reporta Humboldt, que sabían defenderse y tenían coraje, atacando y dando grandes saltos boquiabiertos tratando de morder a los carroñeros con sus afilados y pequeños dientes (Humboldt, 1959).


Ferdinand Bellermann, explorador y pintor alemán encomendado a viajar a Venezuela por Humboldt, relata en su diario de viaje en 1843, que entrándole al río Orinoco por el Delta, llegaba a Barrancas pasando la ciudad de Guayana La Vieja, y en la orilla vio los primeros caimanes, uno de los cuales tenía por lo menos 16 pies de largo, en pies ingleses sería aproximadamente 5 m. de talla. En el puerto fluvial de Angostura, observó caimanes nadando entre los barcos fondeados, y en las playas arenosas de la laguna cercana a la ciudad, habían más de ellos asoleándose. De regreso, navegando de madrugada con neblina baja sobre el río, describe otra vez la presencia de varios cocodrilos en la ribera junto a un esqueleto de un caimán de gran tamaño (Bellermann, 1843). 


Wantzelius-Boede, Contaba también al respecto de la peligrosidad y abundancia de este cocodrilo recordaba, cada vez que traían a un caimán del Orinoco muerto al embarcadero del puerto cazado en el río Orinoco en las inmediaciones de la ciudad, cuando lo abrían muchas veces se encontraba en su contenido gástrico restos humanos de mujeres (pelo, ropa, huesos y hasta anillos), y como les expresaban los caimaneros, restos estos provenientes de las lavanderas del río. También se narraba, en una de las fiestas patronales del pueblo de Soledad ubicado en frente de la otra orilla a Ciudad Bolívar. Los muchachos gozaban, cuando de las crías de caimanes recogidas en las inmediaciones en el río y que después liberaban en la plaza Bolívar, en plena retreta bailable y el histerismo de las mujeres huyendo despavoridas de los pequeños cocodrilos intrusos. En su memoria también quedaban las recomendaciones de sus padres, de que nunca se parasen cerca del agua de las orillas del río, siempre tenían que estar ubicadas a varios metros de distancia de la orilla, para evitar algún ataque sorpresivo de un caimán del Orinoco. 

Charles Waterton (1817), Nos cuentan que hace algunos años, mientras caminaba con Don Felipe de Ynciarte, Gobernador de Angustura, en la orilla del Oroonoque, "deténgase aquí un minuto o dos, Don Carlos", me dijo, "mientras relato un triste accidente. Una buena tarde el año pasado, cuando la gente de Angustura paseaba por la Alameda, yo estaba a unos veinte metros de este lugar cuando vi a un gran caimán salir del río, capturar a un hombre, y Bajarlo antes de que alguien tuviera el poder de ayudarlo. Los gritos del pobre hombre eran terribles cuando el caimán salía corriendo con él. Se lanzó al río con su presa. Al instante lo perdimos de vista y nunca lo vimos. O lo escuché más ". 

En las décadas de 1930 y 1940 los cazadores de caimanes o “caimaneros” como se les denominaba, distinguían tres tipos de estos cocodrilos, “el verde” del río Orinoco y sus afluentes, de gran Tamaño, que los había hasta de 5 a 6 m. de largo, “el caimán amarillo” que predominaba en los ríos de los llanos occidentales, particularmente los afluentes del río Portuguesa que tenía fama de ser especialmente bravo y agresivo, y otro caimán que llamaban cocodrilo y también “caimán tigrito”, porque tenía muy pronunciadas las manchas negras en los costados, alcanzaba menos longitud que los anteriores pero en cambio era muy grueso y robusto, luchaba con ferocidad y frecuentemente provocaba accidentes.


Título: "Cacería del Caimán", detalle en la pintura, uno de los cazadores tiene una cría en la mano izquierda para atraer a la caimana la cual ataca la canoa. La obra refleja de manera fehaciente la metodología y técnica de la caza de Crocodylus intermedius. La pintura digitalizada le fue entregada personalmente al segundo autor del artículo por el artista plástico colombiano, con la leyenda descriptiva respectiva. Pintura: Nelson A. Barragán Plata, 2013.


Según información obtenida del libro de López Corcuera (1984), de entrevistas a dos antiguos caimaneros apureños, algunos caimanes eran tan grandes que al pisarles la mandíbula inferior con los pies y abrir de esa forma la boca, el extremo de la mandíbula superior les llegaba a la altura del pecho, y tenían tal considerable grosor que parecían un tambor de gasolina de 200 litros. La mayor parte de las personas sentían satisfacción por las matanzas de caimanes, al considerarse que se estaba eliminando un animal peligroso para el hombre y la ganadería. Esta posición era comprensible en cierto grado ya que los ataques hacia las personas eran frecuentes. 



Según las entrevistas realizadas por este autor a los viejos caimaneros, se citan textualmente sus impresiones que eran muy comunes a lo largo del rio padre, desde la vieja Angostura hasta las tierras planas del Llano venezolano; 


“Cipriano Pérez nos cuenta que la mayor parte de las víctimas eran mujeres, que se encontraban lavando ropa en la orilla de los ríos y caños. En otro ocasión eran sorprendidas por los caimanes cuando se encontraban recogiendo agua.....El padre Gumilla narra que: en los raudales furiosos de los ríos, en los remolinos y peñascos donde suelen naufragar las embarcaciones, y junto a las poblaciones, en los sitios en donde van las gentes a lavarse y a coger agua para llevar a sus casas, en todos estos sitios hay caimanes cebados.....El Sr.Cipriano Pérez nos contó que en una ocasión un hombre se encontraba pescando en la orilla de un barranco, cuando un gran caimán lo golpeó con su poderosa cola y lo arrojó al río donde fue atrapado por el animal......En Puerto Páez (estado Apure) conocimos al Sr. Urbina. Él nos relató que personalmente había tenido un desagradable encuentro con un caimán, cuando se disponía a embarcar un pavón que había capturado, salió un caimán violentamente por debajo de la curiara y atrapó al pavón y una mano del Sr. Urbina, el cual fue arrastrado con el pavón hasta el fondo del caño, donde el caimán después con el pez, lo soltó pudiendo salir a flote y ponerse a salvo. Él también nos contó que había observado como un caimán en el río Meta haciendo uso de su cola, había logrado lanzar al río a una novilla que se enco0 traba pastando en un barranco, a una altura de unos 2 metros. Otro suceso más dramático aún que nos contó el Sr. Urbina fue el que observó en compañía de otros habitantes de Puerto Páez, en la desembocadura del río Meta. Una lancha con unos 30 soldados colombianos a bordo, zozobró cerca de la costa venezolana y la mayoría de los soldados trataron de alcanzar a nado la orilla, pero fueron atacados por muchísimos caimanes. Otros soldados lograron trepar a troncos de árboles que se encontraban en el río, pero los caimanes usando sus colas los derribaban al agua...”



CONTINUA.............................




29 de enero de 2019

ANTIGUAS ETNIAS VENEZOLANAS, ENTRE LOS FUNDADORES DEL JUEGO DE PELOTA MAS ANTIGUO DEL MUNDO


EN EL LARGO CAMINO DE LA BUSQUEDA DE LA "HISTORIA PERDIDA DE AMERICA" CADA HALLAZGO ES MAS SORPRENDENTE QUE OTRO, HOY EN ESTE POST, TE INFORMAMOS QUE LAS ANTIGUAS CULTURAS PRECOLOMBINAS NO SOLO DE CENTROAMERICA SI NO DE SURAMERICA YA JUGABAN AL JUEGO DE PELOTA EN FORMA ORGANIZADA CON REGLAS Y ARBITROS Y QUE DATAN DESDE CASI UN MILENIO ANTES DEL ESTABLECIMIENTO DE LOS PRIMEROS JUEGOS OLIMPICOS GRIEGOS. EN VENEZUELA AUNQUE NO SE HA HALLADO EVIDENCIA DE GRANDES EDIFICACIONES PARA EL JUEGO COMO EN CENTROAMERICA QUEDO REGISTRADO POR LOS CRONISTA DE LAS INDIAS UN EVENTO QUE EVIDENCIA EL VINCULO NO SOLO CULTURAL SI NO GENERACIONAL QUE TENIAN LAS ETNIAS EN VENEZUELA CON LAS CIVILIZACIONES MAS ANTIGUAS DEL MUNDO QUE SE HAN ENCONTRADO EN EL NUEVO MUNDO.



El Orinoco ilustrado, es una obra de historia natural, civil y geográfica de este gran río y de sus caudalosas vertientes es un clásico de la literatura producida por los cronistas de Indias. En sus páginas se encuentra una de las escasas descripciones del “juego de la pelota” que practicaban los pobladores del Orinoco desde antes de la llegada de los europeos y que fue estandarizado y popularizado por los ingleses apenas en el siglo XIX. 

El Orinoco ilustrado, data de 1741. y que fue un BEST SELLER de la epoca ya que apenas en cuatro años de su publicación en Madrid era muy difícil encontrar un ejemplar debido al éxito que tuvo la síntesis que hace de los aspectos geográficos y físicos, las descripciones sorprendentes de animales y plantas extrañas para los europeos y la relación del comportamiento y las costumbres de las numerosas etnias con las que se encontró el misionero jesuita Joseph Gumilla, autor de la obra. En 1745, el libro fue reeditado en dos tomos que incluyeron revisiones y ajustes por parte de Gumilla, y tres años más tarde fue traducido al francés. 


Aunque mucho se ha hablado del juego de pelota en Mesoamérica, es poco sabido que las etnias observadas por el padre jesuita Joseph Gumilla en la zona del Orinoco, que abacaba toda la region actual de Venezuela,disfrutaban también con un juego que consistía en poner en movimiento una pelota de caucho con el hombro derecho, sin dejarla caer, y que convocaba buena parte de la comunidad. Según la descripción de Gumilla, dos equipos de doce integrantes cada uno ocupaban un terreno llano y abierto, en el que competían mientras el público apostaba a quién sería el ganador. Además, las contiendas incluían jueces que ayudaban a resolver las disputas. Estos relatos podemos evidenciarlos en el capitulo 9 de la Obra El Orinoco Ilustrado en su version original " Genios y usos inauditos de los indios Otomacos y de los Guamos”, páginas 105 y 106.


Los otomacos eran grupos indígenas venezolanos hoy en día extintos. Estaban relacionados con los taparitas y se los consideraba distintos de otros grupos. Habitaban en la región del Apure y en las orillas del río Orinoco. Cuando llegaron los europeos a Venezuela los otomacos mantenían un conflicto permanente con los caribes.​ Fueron evangelizados por los misioneros españoles en el siglo XVIII. Desaparecieron como grupo distinto a comienzos del siglo XX. El padre Joseph Gumilla documentó muchas costumbres de este pueblo.​ 

Los otomacos eran etnias semi-sedentarias que vivían ante todo de la pesca y recolección. Humboldt escribe: 

...."son personas muy corpulentas pero feas, vengativas y muy dadas a bebidas fermentadas...los otros indios, que los consideran bárbaros, dicen que no hay nada tan asqueroso que no lo coma un otomaco. Cuando el nivel del agua en el Orinoco y sus ríos tributarios es bajo, los otomacos viven de la pesca y de las tortugas...cuando tienen lugar las inundaciones, que duran de dos a tres meses, tragan tierra en cantidades increíbles....Los otomacos consumen diariamente durante varios meses unos tres cuartos de libra de arcilla algo endurecida al fuego, sin que su salud sufra por ello...dicen que es la arcilla la que los sacia y no los pocos alimentos que ingieren en ese tiempo"......​ 

Consumían casabe, al igual que muchos otros pueblos indígenas de la región. El padre Gilli escribe que «los otomacos tienen una gran pasión por el juego de pelota».​ 

La mitología otomaca hablaba de que el origen de su pueblo estaba en una piedra triple situada sobre el pico Barraguán, casi enfrente de la desembocadura del río Arauca en el Orinoco, en el actual estado Bolívar; esta montaña sería su "Abuela", y su "Abuelo", otro pico frontero, a unas dos leguas del primero; las peñas más pequeñas de los dos lugares serían otros tantos antepasados suyos. Llamaban a la primera piedra "Uruana" y a sí mismos "Uruanayes (hijos de la piedra).

Los historiadores y estudiosos de la "Historia Perdida de America", cuando relacionan y vinculan los relatos descritos por los distintos Cronistas de las Indias en la epoca, concluyen que el juego de pelota en el Nuevo Mundo era el deporte de equipo conocido más antiguo del mundo. Lo practicaban las antiguas culturas precolombinas de Centroamérica y ya se jugaba desde casi un milenio antes del establecimiento de los primeros Juegos Olímpicos griegos. Con un ritmo rápido, el juego, a menudo brutal, estaba relacionado con rituales religiosos en los que, en muchas ocasiones, los jugadores perdían sus vidas, estando los sacrificios humanos presentes de forma regular. Desde la antigüedad y hasta la conquista española en el siglo XVI, el deporte no fue un simple juego, sino que fue parte esencial de la cultura Mesoamericana integrada por los Olmecas, los Mayas y los Aztecas. Los Mayas lo conocían como "Pok Ta Pok”, mientras que para los aztecas era el "Tlachtli". Hoy lo llaman "Ulama". El juego de pelota Mesoamericano era un juego en el que la acción alcanzaba niveles inimaginables de violencia. Las heridas serias eran comunes ya que los jugadores se lanzaban a canchas de piedra con la finalidad de mantener una pelota en juego y a menudo acababan amoratados y ensangrentados. Cuando una pesada pelota aérea, a gran velocidad, golpea a un jugador, puede causar hemorragias internas en las zonas del cuerpo desprotegidas llegando, incluso, a provocar la muerte. 

Aunque en la actualidad se sabe que su juego se extendió hasta Paraguay por el sur y hasta Arizona por el norte, la cancha de Juego de Pelota más antigua hasta el día de hoy es la de Paso de la Amada en México, que ha sido datada gracias al radiocarbono en unos 3.600 años de antigüedad. Fecha que la coloca, históricamente, entre las culturas Mokaya y Olmeca y sólo unos cientos de años después de que los ancestrales recolectores-cazadores se hubiesen adaptado al sedentarismo formando comunidades residenciales estables. Aproximadamente 1.300 canchas de Juego de Pelota Mesoamericanas han sido descubiertas y casi todas las principales ciudades Mesoamericanas de la antigüedad disponían, al menos, de una. En la clásica ciudad maya de Chichén Itzá se encontraba la más grande: la Gran Cancha de Juego de Pelota, que medía 96,5 metros de largo (545 pies) y 30 metros de ancho (225 pies). Sin embargo, la Cancha Ceremonial de Tikal (actualmente en la moderna Guatemala) tiene 16x5 metros siendo más pequeña que una pista de tenis. Las canchas olmecas eran del tamaño de un campo de fútbol moderno y, vistas desde el aire, se parecían a una "I" mayúscula con dos zonas perpendiculares en sus extremos, superior e inferior. Estaban delimitadas con bloques de piedra y se jugaba en un espacio rectangular con paredes inclinadas. Estas paredes a menudo estaban revestidas y pintadas de vivos colores. Serpientes, jaguares y rapaces eran representados junto a imágenes de sacrificios humanos que sugerían vínculos con la divinidad. 

Foto Portada;
murales del complejo Tepantitla de Teotihuacán, en el que se puede observar a un jugador de Pelota.

25 de enero de 2019

EL HOMBRE; CENTRO DE LO DESCONOCIDO, PERO EXISTENTE


Si La Ciencia no Ofrece Repuestas a Todo, es porque es Incompetente para Observar El Todo. Es una Deidad Benevolente, la que Creó Todo para que El Hombre lo haga Crecer en Equilibrio, sin embargo, la misma Evolución nos ha Dictado La Existencia de un Tráfico que luego Dispone lo Actual, por lo que sin Error, podemos decir que Previo a todo este Caos, Experimentamos un Momento de Equilibrio en Todo, y que después, Apareció El Caos Existente como Consecuencia de un Procedimiento que nos Entregó esto. Responsable de Lo Actual, no es La Deidad, es El Hombre.




El Sufrimiento Animal, es Propio del Animal. Es Parte de Un Sistema Operativo que Mantiene en Equilibrio a La Biodiversidad, la cual, no Omite al Hombre. Por lo cual, Atañe al Hombre-Bestial, Las Irregularidades que han Traído como Consecuencia El Comportamiento de Los Componentes del Ambiente Natural. 

Es El Hombre el que con lo que Le Domina, Energiza todo lo que le es Inherente en La Creación, pues para Dominio del Hombre, está Elaborada. Para Entender esto, debemos Manejar Informaciones Precisas en cuanto al Sistema Operativo con el que El Hombre se Dinamiza, y Vitaliza, La Existencia de todo lo demás. 

Todo sucede sin que sea Conscientemente Entendido. La Inmoralidad del Humano, Los Abusos de Los Hombres, La Indolencia en casi todos, El Odio, El Rencor, El Crimen y Las Enfermedades, y todo cuanto Representa Indiferencia al Amor de unos para con otros, sin Piedades ni Compasión, con toda Obra Desmisericorde, está Traducido en La Conducta del Sufrimiento Animal.

El Equilibrio del Hombre, Equilibra La Existencialidad de todo lo demás. Lo Demás, es un Reflejo Fiel de lo que El Hombre es. Es obvio, esto no está Contemplado así por La Ciencia misma del Hombre Natural, porque su Enfoque no es en El Todo, es en Lo Particular. HASHEM (1), Creo todo dentro de un Sistema Operacional, sustentado en lo que Produce Equilibrio, cuando en Equilibrio está El Hombre. Así, de ese modo, todo El Entorno del Hombre, habla y Menciona La Crueldad o El Amor que hay en El Hombre. El Hombre Máquina no Existe. Existe El Hombre Integral, Elaborado con Piezas que Dinamizan toda La Creación que está Sujeta a Su Disposición. Lo Físico es Su Cuerpo, Lo Etéreo es su Gaseoso, es Su Metabolismo Existencial, Lo Líquido, es Su Amor y su Odio. Con estos Componentes, en los que se Incorporan La Luz, El Agua, La Tierra, y El Aire, El Hombre está Confeccionado para que Conjugue Todo, absolutamente Todo.

Esto, no es Ratificado por La Ciencia Tradicional, pues La Ciencia Tradicional, nada Sabe, y en todo sin Serlo, se Cree una Autoridad. Elaborado todo está por La Deidad. No Obstante, La Duda Emerge cuando se Desconoce lo que aún no se ha Descubierto, o cuando Se Cree estar en El Total Definitivo de Cualquier Realidad Observable, lo cual, no Permite ír más allá en cualquier Investigación, tal Procedimiento, hace de Los Hombres de Ciencia, Gente con Muchas Incoherencias. 

Es Imprudente decir que, El Sufrimiento Animal existe antes del Humano. Pues hoy día, existen Registros que Datan La Presencia de Los Hombres en Medio de Gigantes Monstruos. Sin que eso Certifique La Inexistencia del Hombre del Primer Tiempo. Si se Revisan Los Momentos en los que Aparece El Hombre, esos datos, no son Precisos como para Diagnosticar si El Animal Cruel existía antes del Hombre. Decirlo, es una Osada Conclusión. El Desorden se Originó en Algún Momento. Lo cual, supone un Previo sin Caos. En ese Previo, Domina El Equilibrio que luego fue Roto por El Hombre. Si La Evolución es Cierta, Cierto es también esta Presentación. Cierta es La Evolución, dentro de Los Términos Todos, los cuales, por ningún Hombre puede ser Detectado. Ante tal Verdad, es Incuestionable lo que del Todo no se Conoce.

Los Cuestionamientos, aparecen cuando El Todo es Desconocido. El Todo es Desconocido, pero Existente. Y ningún Hombre puede Abordarlo, por lo cual, ante eso, si Alguien Procura Imponer una Conclusión Definitiva, o una Duda, es Incoherente con Lo Honesto. No se Debe Cuestionar Nada, cuando es Desconocido El Todo que Envuelve al Elemento Observado. La Causa y El Efecto, son Indiscutibles cuando Entendemos que uno, conlleva al otro. Así, llegamos a otros Vértices que Apuntan a Otras Dimensiones del Saber. Debemos Entender que, El Sufrimiento Animal es una Realidad Involucrada a nuestra Realidad. Néxas, Implícitas, que son Correlativas en un solo Sentido, Todo, absolutamente Todo, está Atado a La Condición de Los Hombres. Nada Opera sin que El Hombre esté Incluido. Y Nada, es Independiente, o Separado del Hombre. Todo es, de acuerdo al Estado del Hombre. Así La Deidad Elaboró todo, absolutamente Todo. Las Interrogantes sin Repuestas Concluyentes, Aparecen cuando la Incoherencia es Producto del No Conocimiento Pleno de La Verdad. Todo, absolutamente todo, está Implícito en Leyes Fijas y en Leyes Dinámicas, las cuales, se Conjugan para Entregarnos lo que nosotros por Distintas Direcciones Ocasionamos. 

Si La Ciencia no Ofrece Repuestas a Todo, es porque es Incompetente para Observar El Todo. Es una Deidad Benevolente, la que Creó Todo para que El Hombre lo haga Crecer en Equilibrio, sin embargo, la misma Evolución nos ha Dictado La Existencia de un Tráfico que luego Dispone lo Actual, por lo que sin Error, podemos decir que Previo a todo este Caos, Experimentamos un Momento de Equilibrio en Todo, y que después, Apareció El Caos Existente como Consecuencia de un Procedimiento que nos Entregó esto. Responsable de Lo Actual, no es La Deidad, es El Hombre.

(1) HaShem (en hebreo: השם) es un término hebreo que significa literalmente 'El Nombre'. Se utiliza para evitar referir el nombre de Dios. Otras maneras de evitar nombrarlo es con el tetragrama Yhvh (formado por las letras hebreas yod hei vav hei) y con la palabra Adonai ('Señor').


wolfgang 

23 de enero de 2019

DE PIRATA A CAUDILLO DE VENEZUELA EN TIEMPOS DE GUERRA


EL TAITA, UN CAUDILLO ODIADO POR PATRIOTAS Y REALISTA PERO AMADO POR EL PUEBLO ESCLAVIZADO EN TIEMPO DE GUERRA POR LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA. EN ESTE POST TE CONTAMO UNA FACETA NO CONOCIDA COMO PIRATA Y CONTRABANDISTA DE LA EPOCA.


José Tomás de Boves y de la Iglesia (Oviedo, 18 de septiembre de 1782 – Urica, estado Anzoátegui, 5 de diciembre de 1814), fue un militar español, caudillomonárquico conocido como el León de los Llanos, el Urogallo, la Bestia a caballo o simplemente Taita, participó en la guerra de independencia venezolana,especialmente recordado por su uso de la brutalidad y las atrocidades cometidas contra los que apoyaban la independencia venezolana. Aunque nominalmente pro español, Boves demostró poca deferencia a ninguna autoridad superior e independiente, lleva a cabo su campaña militar y su agenda política. Fue comandante del Ejército Real de Barlovento (también llamada la Legión Infernal) y caudillo de los llaneros en el transcurso de la Guerra de Independencia de Venezuela durante la Segunda República (1813-1814). A lo largo de su breve, pero notoria carrera militar, Boves se transformó en un auténtico caudillo popular. Valiéndose de los resentimientos sociales de las clases más bajas contra los abusos y explotación de que eran objeto por la aristocracia criolla desencadenó una feroz ofensiva contra los ejércitos independentistas y se convirtió en un auténtico peligro para la causa republicana de las élites venezolanas. El liderazgo de Boves constituyó una causa fundamental para la caída de la Segunda República. Sin embargo, nunca llegó a gobernar el país ya que, al mando de los realistas en la crucial batalla de Urica, perdió la vida.

Habiendo perdido a su padre en 4 años de edad, fue criado por su madre soltera, quien trabajaba como costurera y sirvienta. A la edad de doce años, viaja a Gijón con el propósito de estudiar Náutica y Pilotaje en El Real Instituto Naviero de Asturias, como estudiante fue sobresaliente una vez culminado sus estudios y graduado como marino mercante, en sus correrías y aventuras marítimas llega a Venezuela el año de 1803 a la edad de 21 años, fue capturado como capitán de un barco pirata, es declarado culpable de contrabando en Venezuela y condenado a prisión, gracias a la intercesión de compañeros asturianos residentes en Venezuela, su sentencia fue conmutada a exilio interno en Calabozo. 


Esta grafica representa uno de los escenarios visibles que se daban para el tiempo en cual José Tomas tenia su piratería en esta área. Y nos solamente la Pirateria sino el contrabando y aquí en el Puerto de la Guaira, como se demuestra en la grafica era un puerto de embarcaciones y lo que sigue siendo actualmente. Aquí en este puerto Boves hizo de las suyas vendiendo y comparando productos de contrabando hasta que le cayo el guante de la ley.

Sus amigos era de apellido Joves, el Asturiano, en agradecimiento a ellos tomó para si sus apellido y empezó a conocerse como Boves. Una vez que en Calabozo se se convirtió en un comerciante se ocupó en el ganado, un negocio que le permitió convertirse en muy familiarizado con las vastas praderas venezolanas y su gente, tuvo conocimiento de los acontecimientos sucedidos en Caracas, empezó desde su pulpería (casa de negocio) a difundir la noticia y mostrándose partidario de los independentistas. En ese entonces el pulpero Boves prefería la compañía de los menos favorecidos los negros, mulatos, mestizos e indios, a los que trataba como amigos y quienes le llamaban el Taita (papá). Su gran amor fue una mulata llamada María Trinidad Bolívar con quien se casó y tuvo un hijo “José Trinidad”ella vivía en la ciudad de Valencia. Al estallar la Guerra de Independencia en Venezuela en 1811, Boves intenta unirse al ejército patriota pero es rechazado e inesperadamente es acusado de traidor y es sentenciado a muerte. Los independentistas saquean y queman su Pulpería. Boves logra salvarse de su condenada al ser rescatado por las tropas realistas que tomaban el pueblo en Calabozo; en ese momento se une al ejército de Domingo de Monteverde.



22 de enero de 2019

LA CAPTURA DE UN CAIMAN; EXTRAORDINARIO RELATO DE 1820 EN LA GUAYANA ESEQUIBA


Este relato se produce en el tercer viaje en 1820, de Charles Waterton, donde tuvo su famoso encuentro de caimanes, capturando a la bestia, con un poco de ayuda de sus amigos, en el río Essequibo.

Charles Waterton (3 junio 1782 a 27 mayo 1865) fue un Inglés naturalista y explorador . Él es mejor conocido como un conservacionista pionero en el nuevo mundo, en especial en la Guayana Esequiba y en la vieja Angostura.

Aproximadamente una hora antes de la puesta del sol, llegamos al lugar donde los dos hombres que se habían reunido con nosotros en las cataratas señalaron como apropiado encontrar un caimán. Había un gran arroyo cerca y un banco de arena que se inclinaba suavemente hacia el agua. Justo dentro del bosque, en esta orilla, limpiamos un lugar de arbustos, suspendimos las hamacas de los árboles y luego recogimos suficiente madera podrida como combustible. 

El indio encontró una gran tortuga terrestre, y esto, con un montón de pescado fresco que teníamos en la canoa, nos permitió una cena que no debía ser menospreciada. Los tigres seguían rugiendo continuamente todas las noches desde que habíamos entrado en el Esequibo. El sonido estaba terriblemente bien. A veces estaba en el barrio inmediato; otras veces estaba lejos, y resonaba entre las colinas como truenos distantes.

Un gancho de tiburón inútil
Ahora cebamos un gancho de tiburón con un pez grande, y lo colocamos en una tabla de aproximadamente un metro de largo y un pie de ancho que habíamos traído a propósito. Esta tabla se llevó a cabo en la canoa, a unos cuarenta metros en el río. Por medio de una cuerda lo suficientemente larga como para llegar al fondo del río, y al final de la cual se ató una piedra, la tabla se mantuvo, por así decirlo, anclada. Un extremo de la nueva cuerda que había comprado en la ciudad fue atravesado a través de la cadena del gancho de tiburón y el otro extremo atado a un árbol en el banco de arena.

Ahora era una hora después del atardecer. El cielo estaba despejado, y la luna brillaba bellamente brillante. No había ni un soplo de viento en el cielo, y el río parecía una gran llanura de víspera. De vez en cuando, un enorme pez golpea y se zambulle en el agua; entonces los búhos y los chupadores de cabras continuarían con sus lamentaciones, y el sonido de estos se perdió en el gruñido del tigre. Entonces todo quedó en silencio otra vez y en silencio como la medianoche.

Los caimanes estaban ahora alborotados y, a intervalos, su ruido podía distinguirse entre el jaguar, los búhos, los chupadores de cabras y las ranas. Fue un sonido singular y horrible. Fue como un suspiro reprimido que brotó de repente, y tan fuerte que podrías escucharlo a más de una milla de distancia. Primero uno emitió este horrible ruido, y luego otro le respondió; y al mirar los rostros de las personas que me rodeaban, pude ver claramente que esperaban tener un caimán esa noche.

Estábamos cenando cuando el indio, que parecía haber tenido un ojo en la tortuga y el otro en el cebo del río, dijo que vio venir al caimán. Al mirar hacia el lugar apareció algo en el agua como un tronco negro de madera. Era tan diferente a cualquier cosa viva que dudaba que fuera un caimán; pero el indio sonrió y dijo que estaba seguro de que era uno de ellos, porque recordó haber visto un caimán hace algunos años cuando estaba en el Esequibo.

Por fin, gradualmente se acercó al cebo, y el tablero comenzó a moverse. La luna brillaba tanto que pudimos verlo abrir sus enormes mandíbulas y atrapar el cebo. Tiramos de la cuerda. Inmediatamente dejó caer el cebo; y luego vimos su cabeza negra retirarse del tablero a una distancia de unos pocos metros; y allí permaneció bastante inmóvil.

No parecía inclinado a avanzar de nuevo; Y así terminamos nuestra cena. En aproximadamente una hora, volvió a ponerse en movimiento y agarró el cebo. Pero probablemente, sospechando que tenía que lidiar con panes y trampas, lo sostuvo en la boca pero no lo tragó. Tiramos de la cuerda de nuevo, pero sin mejor éxito que la primera vez.

Se retiró como de costumbre y regresó en aproximadamente una hora. Le prestamos toda nuestra atención hasta las tres de la mañana, cuando, agotados por la decepción, fuimos a las hamacas, nos acostamos y nos quedamos dormidos.

Cuando rompió el día, descubrimos que había conseguido sacar el anzuelo del anzuelo, aunque lo habíamos atado con una cuerda. Ya no teníamos más esperanzas de tomar un caimán hasta el regreso de la noche. El indio se fue al bosque y trajo una noble oferta de juego. El resto de nosotros fuimos a la canoa y subimos río arriba para disparar peces. Tenemos incluso más de lo que podríamos usar.

Otro fracaso. 
El intento de la segunda noche sobre el caimán fue una repetición de la primera, bastante infructuosa. Fuimos a pescar al día siguiente, tuvimos un deporte excelente y volvimos a experimentar la decepción de una tercera noche. En la cuarta noche, alrededor de las cuatro de la tarde, comenzamos a erigir un escenario entre los árboles cerca de la orilla del agua. A partir de esto, intentamos disparar una flecha al caimán: al final de esta flecha se debía colocar una cuerda que se ataría a la cuerda, y tan pronto como el caimán fuera golpeado, deberíamos tener la canoa lista y perseguirlo. en el rio.

Encuentro con un jaguar.Mientras estábamos ocupados preparando el escenario, un tigre comenzó a rugir. Juzgamos por el sonido que él no estaba a más de un cuarto de milla de nosotros, y que estaba cerca del lado del río. Desafortunadamente el indio dijo que no era un jaguar el que rugía, sino un couguar. El couguar es de un color rojo pálido pálido, y no es tan grande como el jaguar. Como no había nada especial en este animal, pensé que era mejor atender el aparato para atrapar el caimán que ir en busca del couguar. La gente, sin embargo, fue en la canoa al lugar donde rugía el couguar. Al llegar cerca del lugar vieron que no era un couguar, sino un inmenso jaguar, parado sobre el tronco de un morado viejo que se inclinaba sobre el río; Gruñó y mostró sus dientes mientras se acercaban; el hombre de color le disparó con una pelota, pero probablemente lo echó de menos, y el tigre descendió al instante y se fue al bosque. Fui al lugar antes de que oscureciera, y buscamos en el bosque aproximadamente media milla en la dirección en la que había huido, pero no pudimos ver rastros de él ni marcas de sangre; así que llegué a la conclusión de que el miedo había impedido al hombre apuntar con firmeza.

Pasamos la mayor parte de la cuarta noche intentando el caimán, pero sin ningún propósito. Ahora estaba convencido de que algo estaba mal material. Deberíamos haber tenido éxito, considerando nuestra vigilancia y atención, y que habíamos visto repetidamente el caimán. Era inútil quedarse aquí por más tiempo; además, el hombre de color comenzó a tomar aires, y creía que no podía prescindir de él. Nunca lo admito en ninguna expedición en la que soy comandante; Así que convencí al hombre, para su pena, de que podía prescindir de él, porque le pagué lo que había acordado darle, que ascendía a ocho dólares, y le ordené que regresara en su propio remedio al de la Sra. Peterson, el La colina en las primeras caídas. Entonces le pregunté al negro si había algún asentamiento indio en el vecindario; Dijo que sabía de uno, un día y medio libre. Fuimos a buscarlo, y alrededor de la una de la tarde del día siguiente, el negro nos mostró el arroyo donde estaba.

Cuando llegamos a las dos terceras partes, encontramos a los indios pescando. Por la forma en que guardaban sus cosas en el curial, vi que no tenían intención de regresar en algunos días. Sin embargo, al decirles lo que queríamos, y al prometerles hermosos regalos de pólvora, bala y gancho, abandonaron su expedición y nos invitaron al asentamiento que acababan de dejar, y dónde estábamos en una provisión de yuca.

Guardia contra la fiebre
Nos dieron para la cena el oso hormiguero hervido y el mono rojo: dos platos desconocidos incluso en Beauvilliers en París o en un festín de la ciudad de Londres. El mono era muy bueno de verdad, pero el oso hormiguero se había mantenido más allá de su tiempo: apestaba como lo hace nuestro venado en Inglaterra; Y así, después de probarlo, preferí comer completamente en mono. Después de descansar aquí volvimos al río. Los indios, tres en número, nos acompañaron en su propio curial y, al entrar en el río, señalaron un lugar un poco más arriba bien calculado para albergar un caimán. El agua era profunda e inmóvil, y flanqueada por un inmenso banco de arena; También había un pequeño arroyo poco profundo cerca.

Le mostramos a uno de los indios el anzuelo. Sacudió la cabeza y se rió, y dijo que no serviría. Cuando era niño había visto a su padre atrapar a los caimanes, y al día siguiente haría algo que respondería.

Más fracasos
Mientras tanto, colocamos el anzuelo de tiburón, pero no nos sirvió de nada: un caimán vino y lo tomó, pero no lo tragó. Al ver que era inútil asistir al anzuelo de tiburones por más tiempo, lo dejamos para pasar la noche y regresamos a nuestras hamacas.

Antes de dormirme, uno o dos reflejos se me vinieron encima. Consideré que, en lo que respecta al juicio del hombre civilizado, todo se había procurado y hecho para garantizar el éxito. Teníamos ganchos y líneas y cebos y paciencia; habíamos pasado noches de observación, habíamos visto al caimán venir y cazar el anzuelo, y después de que nuestras expectativas hubieran terminado hasta el tono más alto, todo terminó en decepción. Probablemente este pobre hombre salvaje del bosque tendría éxito por medio de un proceso muy simple, y así demostraría a su hermano más civilizado que, a pesar de los libros y las escuelas, hay una gran cantidad de conocimientos que deben ser recogidos en cada paso, de cualquier manera. nos giramos nosotros mismos.  


Por la mañana, como de costumbre, encontramos que el cebo se había ido del gancho de tiburón. Los indios fueron al bosque a cazar, y tomamos la canoa para capturar peces y obtener otro suministro de huevos de tortuga, que encontramos en gran abundancia en este gran banco de arena. Fuimos al pequeño arroyo poco profundo y disparamos a unos caimanes jóvenes de aproximadamente un metro de largo. Fue asombroso ver qué rencor y rabia mostraban estas pequeñas cosas cuando la flecha los golpeaba; se dieron la vuelta y lo mordieron, y nos atacaron cuando entramos en el agua para recogerlos. Papá Quashi hizo hervir a uno de ellos para la cena y lo encontró muy dulce y tierno. No veo por qué no debería ser tan bueno como la rana o la ternera.

Un anzuelo nativo y forma de cebo. El día estaba declinando rápidamente, y el indio había hecho su instrumento para tomar el caimán. Fue muy simple. Había cuatro piezas de madera dura, dura, de un pie de largo, y tan gruesas como el dedo meñique, y con púas en ambos extremos; Fueron atados alrededor del extremo de la cuerda de tal manera que si concibes la cuerda como una flecha, estos cuatro palos formarán la cabeza de la flecha; de modo que un extremo de los cuatro bastones unidos respondía a la punta de la flecha, mientras que el otro extremo de los palos se expandía a distancias iguales alrededor de la cuerda, por lo tanto:

Ahora es evidente que, si el caimán se tragó esto (el otro extremo de la cuerda, que tenía treinta metros de largo y estaba sujeto a un árbol), cuanto más tiraba, más rápido se pegaban las púas en su estómago. Este gancho de madera, si así lo puedes llamar, estaba bien cebado con la carne de la acouri, y las entrañas se enrollaron alrededor de la cuerda durante aproximadamente un pie por encima.

A casi una milla de donde teníamos nuestras hamacas, el banco de arena era escarpado y abrupto, y el río estaba muy quieto y profundo; Allí el indio clavó un palo en la arena. Tenía dos pies de largo, y en su extremo estaba la máquina: colgaba suspendida a un pie del agua, y el extremo de la cuerda se fijaba a una estaca bien clavada en la arena. La cena-campana del caimán. El indio entonces tomó la cáscara vacía de una tortuga de tierra y le dio algunos golpes pesados ​​con un hacha. Le pregunté por qué hizo eso. Dijo que era para que el caimán escuchara que algo estaba pasando. De hecho, el indio lo entendió como la cena del caimán.

Una vez hecho esto, volvimos a las hamacas, sin la intención de volver a visitarlo hasta la mañana siguiente. Durante la noche, los jaguares rugían y gruñían en el bosque como si el mundo les estuviera saliendo mal y, a intervalos, podíamos escuchar el lejano caimán. El rugido de los jaguares era horrible, pero era música para el ruido sombrío de estos reptiles horribles y maliciosos.


Atrapados al fin. Alrededor de las cinco y media de la mañana, el indio se fue en silencio para echar un vistazo al cebo. Al llegar al lugar puso un grito tremendo. Todos saltamos de nuestras hamacas y corrimos hacia él. Los indios llegaron antes que yo, porque no tenían ropa para ponerse, y perdí dos minutos buscando mis pantalones y poniéndome los zapatos.

Encontramos un caimán de diez pies y medio de largo hasta el final de la cuerda. Ya no quedaba nada por hacer que sacarlo del agua sin dañar su balanza: "Opus hoc, trabajo de parto". Nos reunimos con fuerza: había tres indios del arroyo, mi propio Yan indio, Daddy Quashi, el negro de la señora Peterson, James, el hombre del señor R. Edmonstone, a quien estaba instruyendo para preservar las aves, y finalmente yo mismo.

Cómo asegurar el reptil. 
Informé a los indios que mi intención era sacarlo silenciosamente del agua y luego protegerlo. Se miraron y se miraron, y dijeron que yo podría hacerlo yo mismo, pero no tendrían nada que ver; El caimán nos preocuparía a algunos de nosotros. Al decir esto, "consedere duces", se agacharon sobre sus jamones con la indiferencia más perfecta. Los indios de estos salvajes nunca han estado sujetos a la menor moderación, y sabía lo suficiente de ellos como para saber que si intentaba forzarlos contra su voluntad, se irían y me dejarían a mí ya mis regalos sin ser atendidos, y nunca regresarían.

Papá Quashi fue para aplicar a nuestras armas, como de costumbre, considerándolos nuestros mejores y más seguros amigos. Inmediatamente me ofrecí a derribarlo por su cobardía, y él se encogió de hombros, rogándole que fuera cauteloso y no me preocupara, y me disculpaba por su propia falta de resolución. Mi indio estaba conversando con los demás, y me preguntaron si les permitiría dispararle una docena de flechas y, por lo tanto, desactivarlo. Esto lo habría arruinado todo. Había recorrido más de trescientos kilómetros con el propósito de dejar a un caimán ileso y no devolver un espécimen mutilado. Rechacé su proposición con firmeza, y eché un vistazo desdeñoso a los indios.

Papá Quashi estaba comenzando a protestar otra vez, y lo perseguí en el banco de arena por un cuarto de milla. Luego me dijo que pensaba que debería haber caído muerto de miedo, porque estaba convencido de que si lo había atrapado debería haberlo metido en las fauces del caimán. Aquí, entonces, nos quedamos en silencio como una calma ante una tormenta eléctrica. "Hoc res summa loco. Scinditur in contraria vulgus". Querían matarlo, y yo quería llevarlo vivo.

Ahora caminé por la arena, girando una docena de proyectos en mi cabeza. La canoa estaba a una distancia considerable y ordené a la gente que la llevara al lugar donde estábamos. El mástil tenía ocho pies de largo y no era mucho más grueso que mi muñeca. Lo saqué de la canoa y envolví la vela hacia el final. Ahora me parecía claro que, si caía sobre una rodilla y sostenía el mástil en la misma posición que el soldado sostiene su bayoneta cuando se apresura hacia la carga, podría forzarlo por la garganta del caimán si él se quedara boquiabierto. yo. Cuando esto fue dicho a los indios, se alegraron y dijeron que me ayudarían a sacarlo del río.

"¡Valiente escuadrón!" me dije a mi mismo "'Audax omnia perpeti', ahora que me tienen entre ustedes y el peligro". Luego reuní todas las manos por última vez antes de la batalla. Éramos cuatro salvajes sudamericanos, dos negros de África, criollos de Trinidad y yo blanco de Yorkshire. De hecho, una pequeña torre del grupo Babel, en vestido, sin vestido, dirección e idioma.

Papá Quashi colgaba en la parte trasera. Le mostré un cuchillo español grande que siempre llevaba en la cintura de mi pantalón: le hablaba en voz alta, y él se encogió de hombros en absoluta desesperación. El sol solo asomaba por encima de los bosques altos en las colinas orientales, como si viniera a mirar y nos ordenara actuar con fortaleza. Coloqué a todas las personas al final de la cuerda, y les ordené que tiraran hasta que el caimán apareciera en la superficie del agua, y luego, si se zambullía, aflojaba la cuerda y lo dejaba volver a la profundidad.

Ahora tomé el mástil de la canoa en mi mano (la vela estaba amarrada alrededor del extremo del mástil) y me hundí en una rodilla, a unos cuatro metros de la orilla del agua, decidiendo arrojarla por su garganta en caso de que me diera una oportunidad. Ciertamente me sentí algo incómodo en esta situación, y pensé en Cerberus al otro lado del ferry Styx. La gente sacó el caimán a la superficie; se lanzó furiosamente tan pronto como llegó a estas regiones superiores, e inmediatamente volvió a bajar para aflojar la cuerda. Vi lo suficiente como para no enamorarme a primera vista. Ahora les dije que correríamos todos los riesgos y lo tendríamos en tierra inmediatamente. Tiraron de nuevo, y salió "monstrum horrendum, informe". Este fue un momento interesante. Mantuve mi posición firmemente, con mi ojo fijo en él.

Montaje de un caimán. Una brida improvisada. 
Cuando el caimán estaba a menos de dos metros de mí, vi que estaba en un estado de miedo y perturbación. Instantáneamente, dejé caer el mástil, salté sobre su espalda, dándome media vuelta mientras saltaba, de modo que gané mi asiento con la cara en una posición correcta. Inmediatamente agarré sus piernas delanteras, y por la fuerza principal las retorcí en su espalda; Así me sirvieron para una brida. 

Ahora parecía haberse recuperado de su sorpresa, y probablemente, pensando en una compañía hostil, comenzó a zambullirse furiosamente, y azotó la arena con su larga y poderosa cola. Estaba fuera del alcance de los golpes al estar cerca de su cabeza. Continuó lanzándose y golpeando e hizo mi asiento muy incómodo. Debe haber sido una buena vista para un espectador desocupado.


La gente rugió triunfante, y eran tan ruidosas que pasó un tiempo antes de que me oyeran decirles que me empujaran a mí ya mi bestia de carga hacia el interior. Tenía miedo de que la cuerda se rompiera, y entonces habría habido todas las posibilidades de ir a las regiones bajo el agua con el caimán. Eso habría sido más peligroso que el paseo matutino marino de Arion: Delphini insidens vada cærula sulcat Arion.

La gente ahora nos arrastró a más de cuarenta metros sobre la arena: fue la primera y la última vez que estuve en la espalda de un caimán. Si me preguntaran cómo me las arreglé para mantener mi asiento, contestaría, cazé algunos años con los perros de caza de lord Darlington.

La gente ahora nos arrastró a más de cuarenta metros sobre la arena: 

fue la primera y la última vez que estuve en la espalda de un caimán. 

Después de repetidos intentos de recuperar su libertad, el caimán se rindió y se tranquilizó por agotamiento. Ahora logré atar sus mandíbulas y aseguré firmemente sus pies delanteros en la posición en que los había sostenido. Ahora teníamos otra lucha severa por la superioridad, pero pronto fue vencido y de nuevo se quedó callado. Mientras algunas de las personas presionaban su cabeza y sus hombros, me arrojé sobre su cola y, manteniéndola en la arena, le impidió levantar otro polvo. Finalmente fue trasladado a la canoa, y luego al lugar donde habíamos suspendido nuestras hamacas. Allí le corté la garganta; y después de que terminó el desayuno comenzó la disección.

Ahora que la lucha había cesado, papá Ouashi jugó un buen dedo pulgar en el desayuno: dijo que se había recuperado mucho y se había vuelto muy hablador y útil, ya que ya no había ningún peligro. Era un negro fiel y honesto. Su maestro, mi digno amigo, el Sr. Edmonstone, había sido tan servicial como para enviar órdenes particulares a la colonia para que el papá me asistiera todo el tiempo que estuviera en el bosque. Había vivido en la naturaleza de Demerara con el Sr. Edmonstone durante muchos años, y muchas veces me divertía con la cuenta de los frailes que su maestro había tenido en el bosque con serpientes, bestias salvajes y negros fugitivos. La vejez ahora venía rápidamente sobre él; había sido un hombre capaz en su juventud, y también valiente,

Piel y dientes del caimán. Se puede decir que la parte posterior del caimán es casi impenetrable para una bola de mosquetón, pero sus lados no están tan cerca, y se perforan fácilmente con una flecha; de hecho, si fueran tan fuertes como la espalda y la barriga, no habría parte del cuerpo del caimán lo suficientemente suave y elástica como para admitir la expansión después de ingerir alimentos.

El caimán no tiene molinillos; Sus dientes están totalmente hechos para arrebatar y tragar: hay treinta y dos en cada mandíbula. Tal vez ningún animal en existencia tenga más marcas decididas en su rostro de crueldad y malicia que el caimán. Él es el flagelo y el terror de todos los ríos grandes en Sudamérica cerca de la línea.

Un domingo por la noche, hace algunos años, mientras caminaba con Don Felipe de Ynciarte, Gobernador de Angustura, en la orilla del Oroonoque, "deténgase aquí un minuto o dos, Don Carlos", me dijo, "mientras relato un triste accidente. Una buena tarde el año pasado, cuando la gente de Angustura paseaba por la Alameda, yo estaba a unos veinte metros de este lugar cuando vi a un gran caimán salir del río, capturar a un hombre, y Bajarlo antes de que alguien tuviera el poder de ayudarlo. Los gritos del pobre hombre eran terribles cuando el caimán salía corriendo con él. Se lanzó al río con su presa. Al instante lo perdimos de vista y nunca lo vimos. O lo escuché más ".

Estuve un día y medio diseccionando nuestro caimán, y luego nos preparamos para regresar a Demerara. Era mucho más peligroso descender que ascender las cataratas en el Esequibo.

El lugar que teníamos que pasar había resultado fatal para cuatro indios aproximadamente un mes antes. El agua formaba espuma, corría y hervía entre las rocas escarpadas y escarpadas, y parecía advertirnos que tuviéramos cuidado de cómo nos aventuramos allí.

Estaba a favor de que todas las manos salieran de la canoa, y luego, después de amarrar una larga cuerda por delante y por detrás, podríamos haber escalado de roca en roca y templarla en su paso, y nuestra salida la habría aligerado mucho. Pero el negro que se había unido a nosotros en la casa de la señora Peterson dijo que estaba seguro de que sería más seguro quedarse en la canoa mientras ella caía. No quería cederle, pero esta vez lo hice en contra de mi buen juicio, mientras me aseguraba que estaba acostumbrado a pasar y repasar estas cataratas.

En consecuencia, decidimos empujar hacia abajo: yo estaba en el timón, el resto en sus paletas. Pero antes de que estuviéramos a medio camino a través de las aguas apresuradas, privamos a la canoa de todo el poder de la dirección, y ella se convirtió en el deporte del torrente; en un segundo estuvo medio llena de agua y no puedo comprender hasta el día de hoy por qué no bajó; por suerte, la gente se esforzó al máximo, avanzó y atravesó el remolino: yo estaba bastante en la popa de la canoa, una ola me golpeó y casi me tiró por la borda.

Ahora remamos a unas rocas a cierta distancia, salimos, descargamos la canoa y secamos la carga al sol, que era muy caliente y potente. Si hubiera sido la estación húmeda, casi todo se habría echado a perder.

Después de esto, el viaje por el Esequibo fue rápido y agradable hasta que llegamos a la costa del mar: allí tuvimos un día difícil; El viento estaba muerto contra nosotros, y el sol notablemente caliente; Encallamos dos veces sobre un lodo, y nos obligaron dos veces a salir, hasta la mitad del lodo, a empujar la canoa a través de él. A medio camino entre el Esequibo y Demerara, la marea de la inundación nos atrapó y, después de los máximos esfuerzos, eran las seis y media de la tarde antes de llegar a Georgetown.




NOTA; LA FOTO PRINCIPAL DE POST, NO CORRESPONDE A LA HISTORIA, SIRVE DE REFERENCIA DE COMO SE VEIAN ESTOS ANIMALES EN LA EPOCA

18 de enero de 2019

CUANDO EL TERRORISMO OBTUVO SU MEDALLA DE ORO; MUNICH 1972



"El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad". Juan Pablo II (1920-2005) Papa de la iglesia católica.


En la Ciudad de Munich, en el marco de los Juegos Olímpicos de 1.972, ocurrió una historia sin precedentes para el Olimpismo y el Deporte mundial.Un hecho que afectó para siempre a todos los participantes de esos juegos Olímpicos, especialmente a nosotros los venezolanos que siempre hemos sido amantes de la paz y de la armonía en el mundo.

Un grupo de terroristas palestinos que se hacían llamar “Septiembre Negro”, se introdujeron en la Villa Olímpica en una madrugada de Septiembre, vestidos o disfrazados de atletas, con monos y maletines de deportes cargados con armas y granadas.

Fueron ayudados por deportistas del equipo estadounidense que desconocían su verdadera identidad y que creían que, como ellos, querían acceder furtivamente a sus apartamentos tras una noche de diversión.

El entrenador del equipo de lucha, Moshé Weinberg, de 33 años, oyó un ruido tras la puerta del primer apartamento, observando que alguien abría ligeramente la puerta, se abalanzó sobre ésta dando un grito de alerta, mientras intentaba cerrarla forcejeando con los terroristas. En la confusión, nueve atletas pudieron escapar, y otros ocho se ocultaron.

El luchador Joseph Romano, que en ese momento volvía de comer en un restaurante, agarró el arma a uno de los terroristas, pero resultó muerto por un disparo. Asimismo, Moshé Weinberg fue asesinado cuando intentó atacar a uno de los asaltantes con un cuchillo de fruta. Tras la muerte de éste, los terroristas tomaron como rehenes a nueve integrantes del equipo: David Berger, Ze'ev Friedman, Joseph Gottfreund, Eliezer Halfin, Andre Spitzer, Amitzur Shapira, Kehat Shorr, Mark Slavin y Yakov Springer.


Posteriormente se divulgó que los secuestradores eran fedayines palestinos de los campos de refugiados del Líbano, Siria y Jordania. Eran Luttif Afif (el jefe del grupo; tres de sus hermanos eran también miembros de Septiembre Negro, dos de ellos en prisiones israelíes), Yasuf Nasal, Afif Abmed Hamid, Khalid Jawad, Ahmed Chic Thaa, Mohammed Safady, Adnan Al-Gashey y su sobrino Jamal Al-Gashey.

El grupo exigía la liberación de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y dos más encarcelados en Alemania, así como su traslado seguro a Egipto. La respuesta de Israel fue inmediata y contundente: no habría negociación.
La Alemania del milagro económico demostraba que se había recuperado de la espantosa Segunda Guerra Mundial, llevados a ella ciegamente de la mano de un Dictador, un depredador, un asesino.

Económicamente era un gigante asociado a los grandes y respetado por el concierto de las naciones. Eran los tiempos del movimiento hippie y de la música pop. En Munich el lema más repetido no fue el tradicional “Citius, Altius, Fortius”, sino el “Prohibido prohibir”.

El Olimpismo de luto, había sido herido de muerte, en lo mas hondo de sus entrañas. para nosotros los que estuvimos allí todavía no podemos olvidar unos hechos que marcaron nuestras vidas para siempre, la masacre de Munich. Pasaron muchos años para que el COI, hiciera un reconocimiento a esos atletas que al igual que nosotros fueron a Munich a competir y en lugar de eso encontraron la muerte.



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