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17 de marzo de 2023

LA "DUDOSA" AUTOPSIA DEL LIBERTADOR DE AMERICA


En ninguna universidad europea, ni francesa en particular, existe constancia ni siquiera de su inscripción en algún curso de medicina. Tampoco existe evidencia oficial de su relación con las escuelas de Salud creadas por la revolución francesa para paliar la crisis hospitalaria de la época. 

Pasado el estupor y el dolor por la muerte de Bolívar, el doctor Próspero Reverend dispuso practicar la necesaria autopsia para investigar las causas de su deceso, y minuciosamente dejó para la historia una relación de esta actividad: "El 17 de diciembre de 1830, a la una de la tarde, en presencia de los señores generales beneméritos Mariano Montilla y José Laurencio Silva, habiéndole hecho la inspección del cadáver en una de las salas de la habitación de San Pedro, en donde falleció su excelencia el general Bolívar, ofreció los caracteres siguientes:



1. Habitual (estado) del cuerpo:
Cadáver a los dos tercios de marasmo (relajamiento de los músculos), descolorimiento universal, tumefacción en la región del sacro (parte del extremo inferior de la columna vertebral), músculos muy poco descoloridos, consistencia natural.

2. Cabeza:
Los vasos de la aracnoides (membrana media de las tres que envuelven el cerebro) en su mitad posterior ligeramente inyectados, las desigualdades y circunvoluciones del cerebro recubiertas por una materia pardusca, de consistencia y transparencia gelatinosa, un poco de serosidad semirroja bajo la duramáter (membrana exterior del cerebro y de la médula espinal): el resto del cerebro y del cerebelo no ofrecieron en su sustancia ningún signo patológico.

3. Pecho:
De los dos lados superior y posterior estaban adheridas las pleuras costales por producciones semimembranosas: endurecimiento de los dos tercios superiores de cada pulmón; el derecho, casi desorganizado, presentó un manantial abierto de color de las heces del vino, jaspeado de algunos tubérculos de diferentes tamaños, no muy blandos; el izquierdo, aunque menos desorganizado, ofreció la misma afección tuberculosa, y dividiendo con el escalpelo se descubrió una concreción calcárea irregularmente angulosa del tamaño de una pequeña avellana. (Este nódulo de calcificación lo conservó Reverend y lo donó a Venezuela en 1874). Abierto el resto de los pulmones con el instrumento, derramó un moco parduzco que por la presión se hizo espumoso. El corazón no ofreció nada de particular, aunque bañado en un líquido ligeramente verdoso, contenido en el pericardio (tejido membranoso que envuelve el corazón).

4. Abdomen:
El estómago, dilatado por un licor amarillento de que estaban fuertemente impregnadas sus paredes, no presentó, sin embargo, ninguna lesión ni flogosis (inflamación). Los intestinos delgados estaban ligeramente meteorizados. La vejiga enteramente vacía y pegada bajo el pubis, no ofreció ningún carácter patológico. El hígado, de un volumen considerable, estaba un poco escoriado en su superficie convexa. La vejiga de la hiel muy extendida. Las glándulas mesentéricas (referente a un pliegue del peritoneo) obstruidas. El bazo y los riñones en buen estado. Las vísceras del abdomen en general no sufrían lesiones graves.


Conclusión de Reverend:
Según este examen, es fácil reconocer que la enfermedad de que ha muerto su excelencia el Libertador era en su principio un catarro pulmonar, que, habiendo sido descuidado, pasó el estado crónico y consecutivamente degeneró en tisis tuberculosa. Fue, pues, esta afección morbífica (que lleva el germen de la enfermedad) la que condujo al sepulcro al general Bolívar, pues, no deben considerarse sino como causas secundarias las diferentes complicaciones que sobrevivieron en los últimos días de su enfermedad, tales como la aracnoides y la neurosis de la digestión, cuyo signo principal era un hipo casi continuo. ¿Y quien no sabe, por otra parte, que casi siempre se encuentra alguna irritación extraña al pecho en la tisis, con degeneración del parenquina (tejido celular esponjoso) pulmonar? Si se atiende a la rapidez de la enfermedad en su marcha y a los signos patológicos observados sobre el órgano de la respiración, naturalmente es de creerse que causas particulares influyeron en los progresos de esta afección. No hay duda que agentes físicos ocasionaron primitivamente el catarro del pulmón, tanto más cuanto que la constitución individual favorecía el desarrollo de esta enfermedad, que la falta de cuidado hizo más grave. Que el viaje por mar, que emprendió el Libertador con el fin de mejorar su salud, le condujo, al contrario, a un estado de consunción (enflaquecimiento) deplorable.

También contribuyó la ingratitud, Pero también debe confesarse que afecciones morales vivas y punzantes, como debían ser las que afligían continuamente el alma del general, contribuyeron poderosamente a imprimir en la enfermedad un carácter de rapidez en su desarrollo y de gravedad en las complicaciones, que hicieron infructuosos los socorros del arte. Debe observarse a favor de esta aserción que el Libertador, cuando el mal estaba en sus principios, se mostró muy indiferente a su estado y se denegó a admitir los cuidados de un médico. Su excelencia mismo lo ha confesado: era cabalmente en el tiempo en que sus enemigos le hartaban de disgustos y en que estaba más expuesto a los ultrajes de aquellos que sus beneficios habían hecho ingratos. Cuando su excelencia llegó a Santa Marta, bajo auspicios mucho más favorables, con la esperanza de un porvenir más dichoso para la patria, de quien veía brillantes defensores entre los que le rodeaban, la naturaleza conservadora retornó sus derechos; entonces pidió con ansia los socorros de la medicina. Pero ¡ah! ya no era tiempo. El sepulcro estaba abierto aguardando la ilustre víctima, y hubiera sido necesario hacer un milagro para impedirle descender a él".

Embalsamamiento del cadáver:
Y continúa el doctor Reverend: "Acabada la autopsia del cadáver, que fue trasladado sobre la marcha, de la quinta de San Pedro a la casa que primero habitó el general Bolívar en Santa Marta, fue menester proceder a su embalsamamiento. Por desgracia estaba enfermo el único boticario que había en la ciudad. Muy escasas fueron si no faltaron, las preparaciones que se usan en semejante caso, hallándome solo para practicar esa operación. Se me hizo muy laboriosa la tarea, máxime cuando se me había limitado un corto tiempo y que este trabajo se hacía de noche. Así es que no concluyó sino cuando era ya de día".

La camisa prestada:
"Yo iba a retirarme para descansar de tantas fatigas y desvelos, cuando el señor Manuel Ujueta, a la sazón jefe político, me hizo presente que nadie en la casa era capaz para vestir el cadáver, y a fuerza de empeños me comprometió a desempeñar esta última y triste función. Entre las diferentes piezas del vestido que trajeron se me presentó una camisa que yo iba a poner cuando advertí que estaba rota. No pude contener mi despecho, y tirando la camisa, exclamé: 'Bolívar, aun cadáver, no viste ropa rasgada. Si no hay otra, voy a mandar por una de las mías'. Entonces fue cuando me trajeron una camisa del general Laurencio Silva, que vivía en la misma casa".



El hombre más grande de América fue enterrado en silencio a las cinco en punto de la tarde del 20 de diciembre de 1830, hace exactamente 171 años, fue enterrado al pie del altar mayor, en la nave derecha de la Catedral de Santa Marta, República de Colombia, el Libertador Simón Bolívar. El protocolo reservado a su alta investidura no pudo cumplirse por lo modesto de la guarnición de Santa Marta, acompañan el féretro muy pocos oficiales, los fieles de siempre, y pocas personalidades civiles. El silencio acompañó el desfile hasta la Catedral, por las angostas calles flanqueadas de pueblo, ya que no había banda marcial, y los pocos músicos de la Banda del Batallón Pichincha lo esperaban en la Catedral para ofrendarle su devoción interpretando la obra compuesta por Francisco de Sieyes especialmente para la ocasión. El silencio del desfile apenas se rompía con el piafar de los caballos y el ruido que causaba el roce de las espadas. Las campanadas de la Iglesia advertían que se acercaba a su tumba, al sepulcro al cual bajó pidiéndonos unidad y paz, el general en jefe Simón Bolívar, Libertador y creador de seis nacionalidades libres.



¿Quién era Próspero Reverend? ¿Qué universidad lo doctoró? ¿Qué edad tenía para esa fecha?


La conografía oficial nos presenta a Reverend como un anciano de aspecto sabio, de poblada y larga barba blanca, vestido de levita y chistera. Pero la realidad es que Reverend era un joven de treinta y cuatro años cuando conoció al Libertador, había nacido en Failaise, una aldea de Calvados, en Normandía, el 14 de noviembre de 1796. A los dieciséis años, en 1814, se enroló como húsar en el ejército de Napoleón y participó en la batalla de Loira y tras su fracaso trabajó como tipógrafo. En 1820 llega a París, y allí se pierde su rastro. En ninguna universidad europea, ni francesa en particular, existe constancia ni siquiera de su inscripción en algún curso de medicina. Tampoco existe evidencia oficial de su relación con las escuelas de Salud creadas por la revolución francesa para paliar la crisis hospitalaria de la época. Su contacto con la medicina debió ocurrir durante su estadía en el ejército napoleónico, quizá como ayudante del médico de campaña, curando heridos, pero de esto tampoco existe evidencia. Lo cierto es que poseía conocimientos de medicina cuando llega a Santa Marta el 24 de julio de 1824. A los pocos meses solicitó el puesto de médico de la ciudad, cargo que se le otorgó con la exigencia de su previo ingreso a la Facultad de Medicina Nacional, lo que hizo en 1825, al presentar exámenes en la Universidad de Cartagena ante un jurado compuesto por los doctores Dionisio Araujo, Juan Manuel Vega e Ignacio Carreño. El general Mariano Montilla lo utilizó provisionalmente, en 1830, como cirujano mayor del Ejército en ocasión de la revuelta de Río Hacha, pero el despacho correspondiente se extravió, por lo que ni el Gobierno venezolano ni el colombiano, a pesar de sus muchas diligencias hechas en 1846, le reconoció este título.

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8 de mayo de 2022

EL CHIMBORAZO; DELIRIO O ENCUENTRO CERCANO DE TERCER TIPO


"Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente."

El Chimborazo es el volcán y la montaña más alta del Ecuador y el punto más alejado del centro de la tierra, es decir el punto más cercano al espacio exterior, razón por la cual es llamado como «el punto más cercano al sol», debido a que el diámetro terrestre en la latitud ecuatorial es mayor que en la latitud del Everest (aproximadamente 28º al norte). Su última erupción conocida se cree que se produjo alrededor del 550 d.C. Está situado en los Andes centrales, 150 km al sudoeste de Quito y 20 Km al noreste de Riobamba. Este monte se consideraba a principios del siglo diecinueve como la montaña más alta del planeta, tal vez por eso Bolívar lo consideraba el “Atalaya del Universo”.

Específicamente, el monte Chimborazo está situado en la provincia del mismo nombre, en Ecuador y, a sus pies, se encuentra la ciudad de Riobamba, capital de dicha provincia. Chimborazo es el nombre del dios de la antigua nación Puruhá, que más tarde fuera adorado por los Incas. Su nombre tiene varios significados en los dialectos vernáculos. Viene del jíbaro chimbu, asiento, dueño de casa; del aymará rassu, montaña; del colorado shimbu, mujer y rassu, nieve. También se cree que chimbo es de origen chimú y significa sombra protectora. En idioma quichua, chimbo o chimbu significa la del otro bando; y rassu quiere decir nieve. Es decir "Nieve del Otro Bando", lo cual concuerda con la mitología indígena que considera al Chimborazo como esposo de la Tungurahua, montaña situada frente al mitológico cónyuge. Los indígenas de la provincia del Chimborazo creen que las dos montañas se unen cuando el cielo resplandece por los relámpagos en las noches de tormenta. Alexander Von Humboldt intentó llegar a la cima del Chimborazo, pero sólo alcanzó los 5900 m. sobre el nivel del mar. En la visión de la montaña ecuatoriana, como se ha mencionado anteriormente, se inspiró Simón Bolívar al momento de darle vida a "Mi delirio sobre el Chimborazo".


Ya Bolívar había recorrido el Orinoco y las fuentes amazónicas; al toparse con el Chimborazo, sintió una admiración tan grande que lo hizo olvidar todo lo demás, al menos por un instante. Se puede notar a Bolívar encantando con la esplendidez del mismo, y es allí donde comienza lo que él denomina “delirio”. Nombra en su poema a Alexander von Humbolt (quien no pudo llegar a la cima a causa del malestar que se siente en las alturas por enrarecimiento del aire) y Charles Marie de La Condamine, el primero militar de profesión y el segundo con un enfoque al humanismo, ambos en común geógrafos y naturalistas.

Blanco-Fombona (citado por Mora, P. 2006, Agosto,28) consideró el estilo de Bolívar en el período de 1810 a 1824, caracterizado por el optimismo, por el crecer y creer, por el ascenso; "la pasión desbordada en su alma y la pasión de la libertad como una llama". La prosa es "encendida", "los adjetivos, las imágenes, salen borbotando de su pluma"; todo esto debido al contexto histórico que rodeaba al Libertador en esos momentos: ve caer a Miranda, va adelante con la Campaña Admirable hasta el Paso de Los Andes y la Batalla de Carabobo. Rodeado de esta grandeza, escribe su Delirio sobre el Chimborazo en 1822.

El escritor Rufino Blanco-Fombona considera que Mi delirio sobre el Chimborazo es una obra de excepción en los escritos de Bolívar, porque es el único texto escrito por Bolívar con una finalidad esencialmente poética; de manera que comenta: “Ningún poeta del pesimismo, ni siquiera Leopardi... ha llegado a dar tan viva la idea o impresión de la pequeñez humana delante de lo infinito. Es evidente que el Deliro es una alegoría... El Delirio quedará como lo que es, como una excepción, como la única pieza literaria escrita por Bolívar, como una extraña creación poética, como una ensoñación, como un delirio”.


Mi Delirio sobre el Chimborazo es considerado como un poema; el único poema, propiamente, salido de las manos de Simón Bolívar. Es un escrito literario, no solo por su tema referido a la crisis ideológica que vivió el autor después de Carabobo, sino también por su elaboración lírica, que canta en la primera parte la ascensión al Chimborazo. En la segunda parte resulta más dramática, porque proporciona una solución llena de símbolos, al terrible y pavoroso drama aludido. Este poema, además, es una de las piezas representativas de nuestro primer romanticismo y, también es el primer poema en prosa con que cuentan nuestras letras. Con Mi Delirio sobre el Chimborazo, Bolívar entró en todas las antologías; además, es un poema inspirado en la vida y en la obra del propio autor; en definitiva, es el único poema que se conoce del Libertador. 

MI DELIRIO EN EL CHIMBORAZO (1822)
Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt; seguílas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra?

¡Sí podré!

Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo.

Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía.

De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…

"Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano".

Sobrecogido de un terror sagrado, «¿cómo, ¡oh Tiempo! -respondí- no ha de desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto? He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino».

"Observa -me dijo-, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres". El fantasma desapareció.

Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.

26 de julio de 2020

Sally, la mujer que ayudo a Bolívar conquistar a New York (USA)


LUEGO DEL GRAN ESCANDALO DE "BOLIVAR HILL" Y LOS REITERADOS FRACASOS ARTISTICOS, OBLIGO EN 1897 A LA COMISION DE PARQUES DE NEW YORK REMOVER LA HORRIBLE ESTATUA DEL ARTISTA DE LA COVA, CONDENANDO ESTE ESPACIO POR MAS DE 19 AÑOS HASTA QUE EN 1916 FUESE SUSTITUIDA EN EL LUGAR ILEGALMENTE POR UNA JAURIA DE PERROS, OBRA DEL ARTISTA DIEDRICH, HASTA QUE 1921 UNA MUJER LOGRO CRAER LA MAS MAJESTUOSA ESTATUA DEL LIBERTADOR SIMON BOLIVAR, EN SUELO NORTEAMERICANO.


Sally James Farnham fue una escultora estadounidense nacido Ogdensburg, Nueva York , el 26 de noviembre de 1869, en una familia local prominente. Nacido en Ogdensburg, Nueva York 26 de noviembre de 1869, Sarah “Sally” James Welles se crió en un hogar rico rodeado de figuras militares y políticas. Su abuelo paterno, Amasías Bailey James , sirvió como miembro del Congreso 1877-1881, y su padre, el coronel Edward C. James, era un veterano de la Guerra Civil y un abogado se señala en la ciudad de Nueva York. Cuando James tenía 10 años su madre murió. Poco después de que viajó por el mundo con su padre, que a menudo se le animó a hacer varias actividades que eran atípicos para las mujeres jóvenes de la época, como la caza y la equitación. Su familiaridad con estas actividades más tarde demostró ser útil en su carrera escultura. Sally Farnham murió en la ciudad de Nueva York el 28 de abril de 1943. Está enterrada en el cementerio de la iglesia Episcopal de Todos los Santos en Great Neck, Nueva York . Su lápida está inscrito, “El corazón alegre va todo el día”, un reflejo de su optimismo inquebrantable.

La Comedia de "Bolivar Hill"
El 17 de abril de 1921, el New-York Tribune señaló que "Bolivar Hill", un montículo en Central Park cerca de la calle 83 y West Drive "ha sido durante treinta años el centro de un drama que tenía elementos de interés humano, pasión, chismes del mundo del arte, la comedia, la tragedia y la fortuna desperdiciada, por no hablar de las relaciones internacionales ". Todo tenía que ver con los frustrados intentos del gobierno venezolano de tener un memorial apropiado para Simón Bolívar en el parque.

En 1883 había encargado al escultor venezolano Rafael de la Cova que creara un monumento al héroe. A Bolívar se le atribuye la independencia de España no solo para Venezuela, sino también para Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Panamá. La estatua completa, un regalo a la ciudad de Nueva York, fue dedicada el 17 de junio de 1884. A un lado del pedestal estaba la sola palabra "Bolívar" y en el opuesto "Venezuela a la ciudad de Nueva York, 1883". En el momento The New York Times informó "Más de 2.000 personas fueron testigos de la inauguración de la estatua del general Simón Bolívar, en Central Park, ayer por la tarde, y la mayoría de ellos se vieron obligados a permanecer pacientemente bajo los rayos del sol". Cuando las cortinas salieron, los discursos y la ceremonia continuaron según lo planeado. El comisionado de parques, Egbert Viele, pronunció diplomáticamente: "Esta estatua no es simplemente una obra de arte ... Es un homenaje de estima de una joven república de América del Sur a su hermana en el norte".
Pero, de hecho, todos, quizás más que los representantes venezolanos, estaban horrorizados. La Bolivar de Rafael de la Cora era una figura rígida y de aspecto cómico, lo que un siglo después se denominó "pieza monstruosa".

En poco tiempo, el presidente de Venezuela, Joaquín Crespo, decidió que la estatua "no encajaba". En 1896 su gobierno encargó a Giovanni Turini que ejecutara un reemplazo. Terminado en 1898, ya no era más aceptable. El New York Tribune dijo más tarde que "el Bolívar de Turini se inspiró en una estatua en Caracas, una figura pomposa sentada rígidamente sobre un caballo romano convencional". El New York Times dijo cortésmente "Una nueva estatua ordenada a otro escultor no fue del todo satisfactoria", mientras que la Sociedad Nacional de Escultura "rechazó rotundamente" la estatua desgarbada. Fue puesto en su lugar. El gobierno venezolano se negó a pagarle a Turini su comisión acordada de $ 75,000 (una impresionante cantidad de $ 2.3 millones en dinero de hoy). La tribuna de Nueva York remarcó "solo se pagaron $ 8,000".

En 1897, la Comisión de Parques ya no pudo soportar la horrible estatua de De la Cova y la "condenó", tal como lo expresó The New York Times . El pedestal de piedra permaneció vacío durante 19 años hasta que, en la mañana del 4 de abril de 1916, los neoyorquinos se despertaron para encontrar una agrupación de perros de bronce en su lugar. En la oscuridad de la noche, un grupo de aproximadamente una docena de hombres ayudó a William Hunt Diedrich a levantar a sus Levriers , o galgos, en su lugar. La policía del parque no se divirtió y al día siguiente The New York Times informó que "los perros de juego de París fueron arrojados a tres metros del suelo y 'dañados casi sin posibilidad de reparación'". Deiderich lamentó que la policía de Parks haya tratado el regalo "como una mujer bonita que a veces rechaza una flor".

Deidrich quizás no sabía que el gobierno venezolano tenía planes para el pedestal. Ese año patrocinó un concurso mundial para seleccionar un escultor para una tercera puñalada en una representación respetable de Bolívar. El crítico de arte Alexander Woollcott, escribiendo en The Delineator unos años más tarde, comentó: "Venezuela quería colocarle un monumento en Central Park, particularmente porque una estatua ecuestre bastante dolorosa de Bolívar había sido sacada de ese patio de juegos y escondida en algún lugar por Nueva York Comisión Municipal de Arte ".

Veinte artistas compitieron y el ganador fue sorprendente, de hecho. Nacido en Ogdensburg, Nueva York en 1869, Sally James Farnham no tenía formación artística. Hija de un coronel del ejército de EE. UU., Había viajado por Europa y Japón cuando era niña, donde su padre la llevó a museos de arte. A los 32 años fue hospitalizada, recuperándose de una larga enfermedad. La madre de tres hijos estaba aburrida y su esposo, George Paulding Farnham, diseñador de joyas de Tiffany & Co., le sugirió que usara plastilina para pasar el tiempo. Después de su alta del hospital, Sally continuó con su modelado en arcilla. Resulta que ella fue amiga desde hace mucho tiempo de Frederic Remington. Ella le tomó la figura de un bailarín español, preguntándole si era bueno. "Bueno, lo estaré", según los informes, respondió. "No sé cómo lo aprendiste ... pero está llena de jengibre. Sigue así, Sally". Y ella lo hizo.

En un momento en que las escultoras eran raras, Farnham recibió la prestigiosa comisión. Trabajó en la estatua de 15 pies de Bolívar en un estudio alquilado en Brooklyn, mientras que simultáneamente se divorció. Ella representaba a Bolívar con un vestido militar completo a horcajadas sobre su caballo encabritado. El sudamericano describió la estatua en abril de 1921 como "mostrada en la actitud de reconocer los gritos de una población que aplaude, una figura galante de un soldado y un caballero". 


Cinco años después de ganar el concurso, se hicieron planes para la dedicación. El crítico de arte Alexander Woollcott dijo que Bolívar de Farnham superó incluso a Jeanne d'Arc de Anna Hyatt Huntington en Riverside Park. "Pero esta es una figura más elevada, esta de Bolívar". Llamó al regalo venezolano un "monumento imponente que entra en los anales de la escultura estadounidense como la obra más grande de una mujer que la historia registra en cualquier lugar".

La dedicación no sería un asunto pequeño. El 17 de abril de 1921, el New York Tribune anunció que "la semana pasada se colocó el gran bronce en el cerro Bolívar. El presidente Harding aceptó la invitación para asistir en la presentación del martes". Cinco días antes The New York Herald Había comenzado a informar sobre las luminarias que ya llegaban a Nueva York para la ceremonia. El Dr. Estaben Gil-Borges, Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, junto con su esposa y sus tres hijos, llegó el 11 de abril. En el mismo trasatlántico había otros cinco funcionarios venezolanos de alto rango. El periódico agregó que ahora Charles E. Hughs, el Secretario de Estado, se uniría al Presidente en la presentación junto con otros miembros del gabinete.

La ceremonia de inauguración, el 19 de abril, fue grandiosa. El partido presidencial fue escoltado desde el Waldorf Astoria por marines estadounidenses, soldados y marineros y un destacamento de marineros del acorazado brasileño Minas Geraes.. En el parque, un escuadrón de guardias del estado de Nueva York disparó el saludo presidencial. Dos niñas, Patricia Páez MacManus, de 7 años, y su hermana Mariquita Páez MacManus, nietas del general José Antonio Páez, asociado de Simón Bolívar, tiraron de los cordones para desvelar la estatua.

Esta vez no hubo decepción. La estatua de Sally James Farnham fue considerada magistral. El sudamericano escribió "El jinete de bronce creado por la Sra. Farnham es declarado por todos los que lo han visto como una gran obra de arte, digna de nuestra gran ciudad".

"La Amenaza del Presidente Franklin Roosevelt" 
La estatua de Bolívar se convirtió en el lugar de celebraciones anuales del cumpleaños del libertador. Pero la amada estatua apareció amenazada cuando el presidente Franklin Roosevelt formó su Junta de Producción de Guerra. El 7 de agosto de 1942, Roosevelt aprobó un programa para desechar estatuas de bronce y reciclar su metal en armas de guerra. El New York Times explicó que "en su conferencia de prensa estuvo de acuerdo con los periodistas en que algunas de las estatuas y las armas utilizadas como monumentos servirían para un propósito más útil si se desecharan ... Algunas de las estatuas, dijo con una sonrisa, podrían ser reemplazadas después de la guerra con, y aquí se detuvo para toser disculpándose, algo más artístico ".
El crítico de arte Edward Alden Jewell, escribiendo en The New York Times el 7 de marzo de 1943, advirtió a los patriotas neoyorquinos que no se apresuren demasiado. "Suponiendo que se haya hecho un llamado inclusivo a la chatarra de bronce, ¿cuáles de las cientos de estatuas en nuestra ciudad se considerarán de valor particular y cuáles no? Más simplemente, ¿cuáles son buenas y cuáles son malas?" Dijo: "Antes de que el arte le de luz verde a Marte", los méritos de las estatuas de la ciudad deben sopesarse Jewell compiló un jurado de un escultor; un arquitecto; un "coleccionista ampliamente conocido", Chester Dale; un pintor y él mismo para hacer eso. El grupo fue brutalmente honesto al condenar algunas estatuas que, según dijo, "deberían ir al caldero de guerra". No es sorprendente que la estatua de Bolívar pasara con la estima de la tripulación culta y conocedora. (Resultó que se perdieron muy pocos bronces por el esfuerzo de guerra).

BOLIVAR SE CONSOLIDA EN LA GRAN CAPITAL DE NEW YORK
En 1945, el alcalde Fiorello H. La Guardia instó a la ciudad a cambiar el nombre de la Sexta Avenida "La Avenida de las Américas" para honrar los ideales panamericanos. Se diseñó una nueva plaza en Central Park en la cabecera de la avenida y el 15 de noviembre de 1948 The New York Times anunció que el Departamento de Estado de los Estados Unidos había aprobado planes para trasladar las estatuas de Simon Bolivar y José de San Martin a lado de su entrada. La idea se convirtió rápidamente en un problema político. El 11 de septiembre de 1949, Oren Root, candidato a presidente del condado de Manhattan, criticó el alto costo del proyecto. No vio ninguna razón lógica para mover las estatuas y dijo que "la cantidad parecía excesiva y que los $ 495,000 podrían utilizarse mejor para rehabilitar alguna escuela u hospital".

Creó un punto muerto que fue roto por el gobierno venezolano. El 19 de octubre, el Comisionado de Parques, Robert Moses, anunció que Venezuela había "pedido formalmente" que se trasladara la estatua y se ofreció a pagar todos los gastos. Los $ 190,000 necesarios para mover a Bolívar dejaron a los contribuyentes de la ciudad con una factura sustancialmente reducida.

La segunda presentación de la estatua de Bolívar, el 19 de abril de 1951, fue solo un poco menos impresionante que la primera. Un desfile por la Quinta Avenida incluyó a 3.000 manifestantes, 360 cadetes militares venezolanos y dignatarios estadounidenses y venezolanos que viajaban en automóviles. Cinco bandas se unieron a la procesión al igual que cientos de niños en edad escolar.





Pero lo mejor estaba por venir. La multitud estimada de 15,000 oyó un mensaje del presidente Harry Truman antes de que G. Suárez Flamerich, presidente de Venezuela, revelara la estatua presionando un botón en Caracas, a casi 2,000 millas de distancia. Como había sido el caso durante tres décadas, las ceremonias anuales en el cumpleaños de Bolívar continuaron durante años. Una de las primeras esculturas importantes de una artista femenina, la monumental Simón Bolívar de Sally James Farnham, ocupa un lugar dominante en la entrada del Parque Central.

La estatua del Libertador Simón Bolívar, obra de la notable artista estadounidense Sally James Farnham, fue un regalo del gobierno de Gómez a la ciudad de Nueva York. 



Bibliografia
http://daytoninmanhattan.blogspot.com/2018/11/the-simon-bolivar-statue-central-park.html La estatua de Simón Bolívar - Central Park en 6th Avenue

6 de abril de 2020

LA CARTA MAS ANTIGUA QUE SE CONOCE DE BOLÍVAR.


Desde México, el joven Simón Bolívar (1799) escribe este documento en cuestión. Es una copia realizada por Vicente Lecuna antes de 1916, tomada del original que para entonces era propiedad del señor Rafael Palacios.

En el Archivo del Libertador que hoy se conserva como un sub-fondo del Archivo General de la Nación, se encuentra en el tomo 45, folios 1 recto al 2 recto, la carta más antigua que se conoce de Simón Bolívar. El documento en cuestión es una copia realizada por Vicente Lecuna antes de 1916, tomada del original que para entonces era propiedad del señor Rafael Palacios.

La carta está dirigida al tío materno de Bolívar, Don Pedro Palacios, desde el puerto de Veracruz en México, y en ella el futuro Libertador detalla su llegada y permanencia en la tierra azteca. Además de ser la carta más antigua que se conoce del Padre de la Patria, tiene esta otra particularidad que la destaca: la inusual ortografía con que fue escrita. Si bien para entonces no se habían generalizado las reglas básicas de ortografía por la Real Academia Española, este primer escrito de Bolívar se aleja mucho de lo que era usual en las personas cultas de la época. Transcribimos el texto de esta curiosa carta del Libertador tal como fue copiada del documento original por el Dr. Lecuna, y que se encuentra en el Archivo General de la Nación. Seguido de este, acompañamos imágenes del facsímil del original tal como fue publicado en "Simón Bolívar, Obras Completas", trabajo compilatorio también de Vicente Lecuna, segunda edición, 1950. 


Veracruz, 20 de marzo de 1799.

Sor Dn. Pedro Palacios y Sojo
Estimado tío mío: Mi llegada a este puerto ha sido felismente, gracias a Dios: pero nos hemos detenido aquí con el motibo de haber estado bloqueada la Abana, y ser presiso el pasar por allí; de sinco nabíos y once fragatas ingleses. Después de haber gastado catorce días en la nabegasión, entramos en dicho puerto el día dos de febrero con toda felicidad. Hoi me han susedido tre cosas que me an complasido mucho: la primera es el aber sabida q.e salía un barco para Maracaibo y q.e por este condudto podía escribir a usted mi situasión, y partisiparle mi biaje que ise a México en la inteligencia que usted con el Obispo lo habían tratado, pues me allé haquí una carta para su sobrino el Oidor de allí recomendándome a él, siempre q.e hubiese alguna detención, la cual lo acredita esa que le entregará usted al Obispo que le manda su sobrino el Oidor, que fue en donde bibí los ocho días que estube en dicha ciudad. Don Pedro Miguel de Hecheberría costeó el biaje, q.e fueron cuatro­cientos pesos poco más o meno, de lo cual determinará usted, si se los paga aquí o allá a Don Juan Esteban de Hechesuría q.e es compañero de este Sr. a quien bine rrecomendado por Hechesuría, y siendo el condudto el Obispo. Hoi a las onse de la mañana llegué de México y nos bamos a la tarde para España y pienso que tocare­mos en la Abana porque ya se quitó el bloqueo que estaba en ese puerto, y por esta razón a sido el tiempo mui corto para haserme más largo. Vsted no estrañe la mala letra pues ya lo hago media­namente pues estoi fatigado del mobimiento del coche en q.e hacabo de llegar, y por ser mui a la ligera la he puesto mui mala y me ocuren todas las espesies de un golpe. Espresiones a mis ermanos y en paticular a Juan Visente q.e ya lo estoi esperando, a mi amigo Don Manuel de Matos y en fin a todos a quien yo estimo.

Su más atento serbidor y su yjo.

SIMÓN BOLÍVAR.Yo me dessenbarq.e en la casa de Don José Donato de Austrea el marío de la Basterra quien me mandó recado en cuanto llegué aquí me fuese a su casa y con mucha instancia y me daba por razón que no havía fonda en este puerto.






Articulo publicado en; 
http://papelesdehistoriavzla.blogspot.com/2017/03/documentos-primera-carta-conocida-de.html

29 de agosto de 2019

BOLIVAR AL SABER QUE NO VIVIRIA PARA IR A EUROPA; ESCRIBE SU ULTIMA CARTA


El 6 de diciembre de 1830 una leve mejoría en su estado de salud permitió al Libertador incorporarse de su lecho, tomar una sopa de sagú y escribir unas cartas; en el horizonte se veía el mar de Santa Marta mientras el raudo vuelo de las gaviotas se perdía entre las espumas de las olas

La plebe bogotana que siguió a Carbonell y recibió con arcos de triunfo a los españoles de la reconquista y a las tropas patriotas despidió en la mañana gris del 8 de mayo de 1830 al Libertador Simón Bolívar a los gritos de: ¡Muera Longaniza! Fue un baldón que marcó para siempre a una ciudad capaz de grandes sacrificios y también de las más viles traiciones.

Ese día Bolívar dejó para siempre el altiplano y tomó rumbo Magdalena abajo. Atrás quedó Manuelita Sáenz, su “adorable loca”, haciendo frente a las hienas que querían destrozar la memoria de su amado.

Al llegar a Guaduas el Libertador escribe la última carta a Manuelita. La enfermedad, la decepción, el cansancio y la tristeza no le darán tiempo para comunicarse con esa mujer admirable que lanza en ristre destrozó los monigotes que hicieron los enemigos para mofarse de Bolívar:

“¡Mi amor!: Tengo el gusto de decirte que voy muy bien y lleno de pena por tu aflicción y la mía por nuestra separación. Amor mío: mucho te amo, pero más te amaré si tienes ahora más que nunca mucho juicio. Cuidado con lo que haces, pues si no, nos pierdes a ambos, perdiéndote tú. Soy siempre tu más fiel amante. Bolívar” (Escritos del Libertador,t.III, Vol.II, p.262).

Esa fue la última carta con fecha 11 de mayo de 1830 enviada por el Libertador a Manuelita que esperó una seña para viajar a encontrarse con Bolívar y al fin tuvo que alejarse de una ciudad hostil y refugiarse en la costa peruana.

Tomado de los escrito de Alfredo Cardona Tobón*

El seis de diciembre de 1830 una leve mejoría en su estado de salud permitió al Libertador incorporarse de su lecho, tomar una sopa de sagú y escribir unas cartas; en el horizonte se veía el mar de Santa Marta mientras el raudo vuelo de las gaviotas se perdía entre las espumas de las olas

Ya no revoloteaban a su derredor las ninfas que en cada ciudad, estancia y campamento ofrecían a Simón Bolívar sus besos y sus caricias, atrás quedaban esos recuerdos y a su lado algunos amigos y el médico Próspero Reverand que velaba día y noche tratando de alejar la muerte.

Una suave brisa se coló entre los cocoteros y secó la tinta de la última carta de amor de un hombre atormentado, que echaba marcha atrás en el tiempo para despedirse de la mujer que siempre ocupó un lugar en el corazón generoso del Genio de la Gloria:

“Querida prima:

¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro?


Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.

Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.

Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.

¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.

Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura.

¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante.
Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera.

Muero miserable, proscripto, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos.

¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final.
En las noches galantes del Magdalena ví desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú; porque tu flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades.

A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas de Junín.

Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad. Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío”.

Encorvado y macilento el vencedor de mil batallas se recostó en un sillón y cerró los párpados; como en aquella despedida en Paris en el año 1806, volvió a oír la voz de la bella Fanny de cabello rubio, ojos azules y con la burbujeante picardía de la mujer francesa: “ Adiós mi querido amigo, lo amo a usted y creo que no es porque lo he amado que le amo tanto..”

El sueño venció al Libertador… Lejos, Manuelita esperaba noticias con impaciencia y en el lejano París Fanny de Villar apretaba contra sus labios el retrato en miniatura que muchas años atrás le obsequió Bolívar.


27 de enero de 2017

SIMÓN BOLÍVAR EN ESTADOS UNIDOS


Después de su famosa excursión por Italia Simón Bolívar regresó a París, se despidió de su apasionada prima Fanny du Villars y enrumbó a Venezuela, para entregarse a la causa de la independencia de Latinoamérica. Su viaje de retorno incluía una visita a Estados Unidos.

El 1 de enero de 1807 desembarcó en el puerto de Charlestown y paseó por Boston. Recorrió emocionado Nueva York, Filadelfia y Washington. Estudió los sucesos que conllevaron a la independencia de las ex colonias inglesas y se empapó de las experiencias políticas de la primera república del Nuevo Mundo. Como dice Rufino Blanco Fombona, en aquel tiempo Estados Unidos no era el imperio que es ahora, todavía se le consideraba "un lugar sagrado para los enamorados de la libertad".

En este viaje, Bolívar acentuó su admiración por George Washington, a quien llamaba "El Néstor de la Libertad". Más tarde, cuando el caraqueño ya era conocido como "El Libertador", la familia del primer presidente de EE.UU. le hizo llegar, mediante el gran La Fayette, una hermosa medalla con retrato del héroe norteamericano.

No se sabe con exactitud la fecha en que dejó Estados Unidos, es posible que haya sido en abril o mayo de 1807. Pero sin duda, su estadía fue una gran experiencia que enriqueció su formación política. En junio del mismo año Simón Bolívar ya estaba en Caracas, listo para protagonizar la lucha que completaría la libertad del Nuevo Mundo.

22 de noviembre de 2016

Dicho por Bolívar: López Méndez fue el verdadero libertador (BBV, 134)






Un libertador olvidado por sus compatriotas, olvidado como la mayor parte de todos los héroes civiles de la Independencia y los que se sacrifican por la patria civil en Venezuela. Aunque no queremos hacer diferencias entre civiles y militares, si queremos resaltar la “cruzada” que tenemos una buena parte de los historiadores y ciudadanos, por valorizar una memoria integradora de todos los que construyen el país, y no sólo por los que lo hicieron por las armas. 

La biografía número 134 de El Nacional puede ser considerada un gran aporte a nuestra historia, porque ofrece luz en las “sombras” de la vida de un personaje tan importante en el nacimiento de Venezuela como fue Luis López Méndez (1758-1841). Y digo “sombras” porque esta palabra es la usada por su autor: Edgardo Mondolfi Gudat (Doctor en Historia de la UCAB y Magister en Estudios Internacionales por The American University), para describir como en comparación con el resto de los agentes enviados en misiones al extranjero por la Junta Suprema instalada en Caracas el 19 de abril de 1810, López Méndez no poseía una biografía amplia y documentada (y digo poseía, porque ahora tiene la que estamos comentando, a pesar de ser tan breve).

El autor demuestra con su escrito la tarea detectivesca de todo historiador, al buscar información que se encuentra en las sombras. Es así como al escudriñar en la correspondencia de los cercanos y en los documentos del Foreign Office, pudo ofrecernos una visión global de la vida del prócer - aunque señalando las “lagunas” temporales que se mantienen sobre su vida -. Concluyendo que los grandes aportes de Luis López Méndez para la Patria fueron la tarea de observar desde afuera la diplomacia británica y lograr saber cuándo presionar en pro del reconocimiento de la causa emancipadora, además de servir de propagandista de esta causa en el Reino Unido y Europa por medio de la escritura en la prensa londinense (periódico The Morning Chronicle), y promover la recluta de voluntarios de los soldados “desempleados” de las guerras napoleónicas para ser enviados a Venezuela (p. 14).

Esta labor la llevó a cabo en su larga estancia en Londres desde 1810 hasta 1825 en medio de grandes dificultades: el Estado naciente de Venezuela no le daba apoyo económico ni información necesaria para llevar a cabo su misión, y el gobierno británico no lo terminaba de reconocer como embajador por su alianza con España. Incluso tuvo que padecer prisión por las deudas que adquirió.

A diferencia de muchos de los próceres que eran bastante jóvenes, López Méndez viaja en la misión descrita cuando tenía 52 años, y era un ferviente católico. Se podría decir que era un “liberal conservador”, a diferencia del pensamiento ilustrado radical que mantenía muchos republicanos. Es hermoso saber, además, que las primeras representaciones de los autonomistas (o republicanas) de Iberoamérica en Londres fueron las de Caracas y Buenos Aires; y que ambas se apoyaron en la tarea común de la emancipación (aunque en muchas ocasiones se dieron algunos conflictos). El historiador Mondolfi resalta el espíritu “integracionista” del biografiado en este momento fundacional de nuestros países.

Sus días finalizarán en Chile al igual que el otro agente venezolano (Andrés Bello), pero no se conocen con gran detalle los años de 1826 hasta su muerte en 1841 en estas tierras. La biografía no da detalles sobre la vida de su esposa y sus hijos (aunque si se sabe que uno muere en batalla), y si se logró dar el reencuentro de la familia. Uno de los grandes problemas con López Méndez es lo poco que dejó para que lo recordáramos, pero a pesar de ello se la ha hecho justicia con este texto y; posiblemente en un futuro no muy lejano podamos tener la suerte de aclarar las sombras de su vida y la de tantos que aportaron en la construcción de nuestro nación.

19 de noviembre de 2016

SABES QUIEN ERA EL "LOCO DE CASACOIMA"


La importancia que el Orinoco, nuestro Orinoco, tuvo en el proceso emancipador no siempre se destaca con suficiencia y muchos episodios que transcurrieron en el Delta, suelen verse a la ligera y lo más doloroso, suele tenerse sobre ellos una desconocimiento insoportable. Tal es el caso de la travesía de El Libertador por lo que es ahora el Municipio Casacoima del Estado Delta Amacuro. Las tropas patriotas emprendían al comienzo de julio de 1817 la liberación de Guayana La Vieja y Angostura. “Ya se había logrado poner en aguas del Orinoco –reseña el General O’Leary en sus Memorias-una escuadrilla capaz de hacer frente a las del enemigo. Brión acababa de presentarse con ocho buques , entre bergantines y goletas, y cinco flecheras bien armadas y tripuladas”. Bolívar tenía su cuartel general a tres leguas de Guayana La Vieja en un trapiche llamado Casacoima , situado sobre un brazo del Orinoco, del que dista una legua.

Mucho se ha escrito sobre la llamada “sorpresa de Casacoima”, “el delirio de Casacoima” y otros tantos calificativos para describir lo acontecido en ese lugar el 4 de julio de 1817.
Juan Vicente González, Felipe Larrázabal o Manuel Alfredo Rodríguez lo hicieron en forma épica y de una belleza sin par. Todos los biógrafos del Padre de la Patria han hecho por supuesto con mayor o menor amplitud, referencia al acontecimento. Pero nadie podría decirlo de mejor manera que uno de los participantes y por ende testigo de excepción del suceso en referencia.

El General Jacinto Lara “en carta que tengo a la vista”-O’Leary-así lo reseña:
“Fue el caso que El Libertador mandó salir del apostadero de San Miguel cuatro flecheras que bajasen el Orinoco a reunirse con la escuadra, dirigida por el Almirante Brión, que venía de Margarita. Al pasar por Guayana fueron atacadas y tuvieron que meterse en el Caño Boca Negra. “El Libertador –sigue Lara- se puso en marcha con todo su estado Mayor( Juan Bautista Arismendi, Pedro León Torres, Carlos Soublette, Jacinto Lara, Pedro Briceño Méndez ) y otros que lo acompañaron y cuando llegamos a Casacoima , dispuso ir en persona a hacer salir nuestros buques a batirse. Los adversarios desembarcaron en la parte de arriba, nos tomaron la única salida que teníamos y donde habíamos dejado nuestras bestias. En ese estado no nos quedaba otro recurso que tirarnos al rebalso del Orinoco (¡laguna de Casacoima!) con dirección a la casa que distaba una legua del lugar”.

Según el propio Lara los primeros en llegar a San Miguel, Caroní y Morocuer participaron que El Libertador había muerto, por lo que se formó cierto revuelo y hasta desmoralización ya que algunos quisieron irse por distintos rumbos.
Para fortuna de la Patria y gloria eterna para Casacoima, Bolívar y sus altos oficiales pudieron atravesar la laguna y desde allí forjar ideas que le permitirían liberar a una porción esencial del Continente.

Pero luego de pasar la laguna de Casacoima quedan anécdotas para la eternidad.
El General Arismendi, uno de los que cruzó la laguna al ser consultado por Bolívar cómo se había atrevido a lanzarse al agua sin saber nadar, respondió de una manera formidable: “Si en vez de agua hubiese sido plomo derretido habría hecho lo mismo para no caer en manos de los españoles ni vivo ni muerto”.

Dionisio asistente de Bolívar tenía desenvainado un enorme cuchillo del que no quiso desprenderse en momento alguno. Ante el requerimiento de Bolívar por qué no se había preocupado en preservar algo de mayor valor respondió: “Yo necesitaba el cuchillo mi general, para matar a V, E antes que cayera en manos realistas”.

Pero para que Casacoima quedara ligada permanentemente ligada a la liberación suramericana, tras salir de la laguna que sería tomada por los españoles, Bolívar no perdió su entusiasmo eterno y comenzó a deliberar sobre las futuras campañas que liberarían a Cundinamarca, a Quito y llevarían la bandera de la redención hasta el Potosí. Fue entonces cuando el capitán Martell que estaba en la reunión no pudo contenerse y exclamó: Ahora si que estamos perdidos: “el Libertador está loco”.
Bendita locura podamos exclamar ahora los venezolanos y el resto del mundo

7 de noviembre de 2016

BOLIVAR Vs AGUALONGO; DILEMA EN LA CIUDAD DEL PASTO


En la ciudad de Pasto, en los últimos años, han surgido historiadores que tratan de desdibujar la imagen de Simón Bolívar, incitados sobre todo por la lectura del libro Estudios sobre la vida de Bolívar, de José Rafael Sañudo publicado en 1925. Otros lo hacen para buscar protagonismo político, reivindicando al héroe local Agustín Agualongo.

Hay quienes, muy obcecados, piden que se retire la estatua de Bolívar del parque que lleva su nombre. Los más belicosos pintan burdos grafitis callejeros. En la novela La carroza del Libertador, publicada en 2012, el laureado escritor Evelio Rosero, de origen pastuso, también ataca a Bolívar.

Sin embargo, contrariamente a lo que se cree, Pasto ha rendido múltiples homenajes al gran hombre de AméricA. Durante las guerras de la Independencia, en 1822, luego de la batalla de Bomboná, se firmó la Capitulación de Berruecos y Pasto adhirió a la república de Colombia. Bolívar entró a Pasto con los máximos honores humanos y divinos que un hombre puede aspirar. Recorrió las calles bajo el palio y hubo misa con Tedeum en la catedral. En emocionada proclama declaró que Pasto hacía parte de un gobierno representativo, republicano y fuerte. Le escribió a Santander: “Hasta los niños con la mayor candidez dicen: que qué han de hacer, pero que ya son colombianitos. En este instante me lo está diciendo una niñita, pero con mucha gracia”.
Pero la calma duró solo tres meses. A Pasto llegó Benito Boves, coronel español fugado de la cárcel de Quito, y a la consabida voz de ¡viva la religión, viva Fernando VII!, logró levantar nuevamente a los pastusos. El Libertador, que había avanzado hasta Quito, se sintió engañado, pues Pasto rompía los acuerdos logrados en la capitulación que le impedían continuar su campaña libertadora. Disgustado escribió cartas y proclamas intimidatorias contra los rebeldes, frases que hoy reproducen sus enemigos, y que parecen terribles si se toman fuera del contexto en que sucedieron los hechos, cuando la guerra se hacía a muerte entre los dos bandos. Sin embargo, los odios y venganzas fueron superados con el paso del tiempo. En 1930, en un gesto gallardo, la Asamblea de Nariño le hizo un homenaje al general Antonio José de Sucre al cumplirse el centenario de su muerte, a pesar de que Sucre comandó el ejército que arrasó la ciudad de Pasto, en diciembre de 1822, episodio conocido como “la navidad negra” por la crueldad de las represalias contra la población civil.
Terminadas las guerras de la Independencia, Pasto festejó el final del dominio español, por pertenecer a la República de Colombia. Para celebrar el onomástico de Simón Bolívar el cabildo de Pasto ordena iluminar con faroles la ciudad entre siete y nueve de la noche, durante tres días, sobre todo, en las calles contiguas a la plaza matriz. También hubo oficios religiosos y retretas de la banda de músicos.

Pasto exaltaba al hombre que se convertiría en figura de la historia universal, el personaje americano más importante que George Washington, según algunos historiadores. Miles de páginas se han escrito para reconocer su valor y gloria. Miles de estatuas se han erigido en su honor en ciudades del mundo donde se ama la libertad; en grandes ciudades y pequeños poblados de Colombia. Aun en Madrid y Barcelona, en España, a la que Bolívar arrebató y liberó en dura lucha, un territorio cinco veces más grande que Europa.

Pasto no podía quedarse atrás. Sus bravas gentes, que defendieron su tierra y sus convicciones con inigualable valentía, también entendieron el valor de la libertad y de la república. El 20 de julio de 1910, celebraron el primer centenario de la emancipación por “un deber de los pueblos y tributo de gratitud a los héroes que rindieron sus vidas en la lucha titánica, para legarnos una Patria libre y gloriosa”. Ese día los personajes más prominentes de la ciudad, los mismos que lograron la creación del Departamento de Nariño, como tributo al gran Precursor de la Independencia, para contrariar al frenético obispo Ezequiel Moreno Díaz que propuso llamarlo “Departamento de La Inmaculada”, elogiaron al Libertador.

En la iglesia Catedral, el presbítero Victoriano Rosero dijo: “¡Cien años ha que resonó el primer grito de la Independencia de Colombia! Cien años que fuimos elevados del rango de meros súbditos al de agentes libres de nuestra propia felicidad. Colombia independiente y soberana se regocija y levanta su corazón a Dios, porque sabe que en Dios reside el centro maravilloso de donde irradia en ella esa libertad y soberanía”.

El Gobernador lamentó el costoso sacrificio que Pasto tuvo que pagar en las guerras de la Independencia y preguntó: “¿Os parece poco un siglo de insoportable y gárrula declamación, y de guerra civil, y de matanzas de hermanos, y de ayudar a nuestros enemigos al frustramiento de la patria”?

El historiador y general Gustavo Guerrero, dijo: “Cuatrocientos sesenta y dos combates sirvieron como pedestal a la gloria del Libertador Bolívar y de los bravos campeones que lidiaron por la independencia […] Rindamos reverente homenaje a los inspirados genitores de nuestra hegemonía política: a Bolívar, genio sin segundo en la América del Sur”.

El doctor Ricardo Zarama cantó al tricolor de la bandera colombiana como símbolo de una nación libre: “Bolívar con la vista fija en América concibe un hecho portentoso, mide todo el poder de su brazo de titán y levantándolo al cielo en demanda de protección y en señal de vocación ineludible, jura por el dios de las batallas la libertad del Continente Americano.

El poeta Francisco Albán y el sacerdote Vicente de Paul Andrade cantaron a los héroes de la patria colombiana, y aun los padres jesuitas participaron en la celebración.

En su libro sobre la vida de Bolívar, se empeña en destruir la imagen del Libertador pero produjo indignación en Pasto por “vilipendiar la memoria de los próceres de nuestra magna independencia”. Ilustres coterráneos como Sergio Elías Ortiz y Alberto Quijano Guerrero, reaccionaron contra Sañudo. El libro fue rechazado por la Academia Colombiana de Historia, por la Asamblea de Nariño, y también por eminentes escritores colombianos, venezolanos, peruanos y ecuatorianos.

Germán Arciniegas ve a Sañudo como un escritor obsesivo en su rencor por Bolívar: “no es un autor sino un drama”, dijo, y agregó: “Cuando soplaba la vela y hundía la cabeza entre las cobijas, todavía la sombra de Bolívar se le metía en la imaginación para robarle el sueño”.

El escritor bogotano Luis Eduardo Nieto Caballero recrimina a Sañudo por su actitud injusta, por “cerrar los ojos ante la nobleza y ante la grandeza para no abrirlos sino ante las manchas”. Sañudo era reconocido en Pasto como un hombre estudioso, conservador, un buen señor, cumplidor estricto de los deberes ciudadanos y religiosos, pero dominado por el resentimiento: “ninguna palabra calificaría tan bien al doctor Sañudo como su propio apellido”, dice Nieto Caballero.

Fuentes:
“Primer Centenario de la Emancipación de Colombia”, Imprenta del Departamento, 1910.
“Ordenanzas de la Asamblea de Nariño”, Imprenta del Departamento,1921 a 1939.
“Anales del Concejo Municipal”, 1938 y 1939.
Dos visiones sobre Bolívar, de Édgar Bastidas Urresty. Bogotá. Impresol, 1999. 

​​​​​​​Por Julián Bastidas Urresty



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