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30 de enero de 2019

LA GUERRA A MUERTE CONTRA EL CAIMAN DEL ORINOCO, SE INICIO EN LA VIEJA ANGOSTURA - PARTE I



El Caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) fue cazado intensiva y comercialmente en Venezuela y Colombia a principios y mediados del siglo XX, llegando casi a su extinción. Eran abundante en el Rio Orinoco y sus afluentes en los llanos, pero su caza se inició como una guerra de exterminio de este animal que se rehusaba huir de su hábitat natural que poco a poco era invadido por el ser humano, para luego convertirse en una caza comercial. En este post, relataremos antiguas experiencias y métodos de cacería según relatos de referencias bibliográficas y entrevistas de los otrora cazadores de caimanes, conocidos como “caimaneros”, también se reporta su abundancia y peligrosidad en esos tiempos.



Antes de relatar testimonios de la triste historia de antiguas experiencias de la irracional cacería y del casi exterminio de esta especie, se muestra a continuación relatos de los primeros exploradores del Rio Orinoco donde se evidencia la tasa poblaciónal de estos animales, su peligrosidad y las causas principales de su exterminio, complementando una segunda parte con el horror del inicio de la caza comercial del Caiman del Orinoco; 



El 6 de marzo de 1800 emprendía Alexander von Humboldt su extraordinario viaje hacia los ríos Apure, Orinoco y caño Casiquiare. En su travesía pasando por los ríos Tiznados y Orituco avistó gran cantidad de caimanes; la gente le alertaba cuidar a su perro, y que no bebiera a orillas del Orituco, ya que los caimanes salían a perseguir a los canes en tierra firme. Quedó más impresionado aún con la abundancia de ellos en el río Apure, sobre todo en la región de Arichuna, en donde en cada meandro del río había decenas de ellos asoleándose en las playas arenosas, describiendo la zona como el territorio de los caimanes, tigres y chigüires. Narra además Humboldt, su increíble abundancia y el gran tamaño de muchos ejemplares, entre las desembocaduras de los ríos Apure y Arauca en el Orinoco. Algunos nadaban cerca del bongo, aprovechando las crestas de las olas para echar una irada rasante hacia el interior de la embarcación, e infundían mucho respeto. Reporta tamaños comprendidos entre 5,08 m. a 7,31 m. En las sabanas inundables de Apure siempre ocurrían ataques a los caballos que ramoneaban dentro de las aguas, muchas veces se veían yeguas heridas en sus cuellos y flancos por los mordiscos de estos cocodrilos. También reporta que en la ciudad de Angostura (antigua denominación de Ciudad Bolívar), cuando sucedían las inundaciones, que ocurrían ataques de los caimanes cebados a personas descuidadas; la mayoría de las arremetidas las sufrían las mujeres lavanderas que lavaban ropa en las orillas del Orinoco. Coincidía el mes de abril con los nacimientos de las tortugas el Orinoco o arrau, Podocnemis expansa, y también las eclosiones de las mordidas de caimanes en las extensas islas y bancos de arena del río Orinoco. Los tortuguillos que salían de los nidos eran depredados por aves de rapiña, garzas y dentro del agua por bagres y caimanes, en cambio los neonatos de caimanes que lograban llegar al río se mantenían cerca de las orillas y eran depredados por los zamuros. Reporta Humboldt, que sabían defenderse y tenían coraje, atacando y dando grandes saltos boquiabiertos tratando de morder a los carroñeros con sus afilados y pequeños dientes (Humboldt, 1959).


Ferdinand Bellermann, explorador y pintor alemán encomendado a viajar a Venezuela por Humboldt, relata en su diario de viaje en 1843, que entrándole al río Orinoco por el Delta, llegaba a Barrancas pasando la ciudad de Guayana La Vieja, y en la orilla vio los primeros caimanes, uno de los cuales tenía por lo menos 16 pies de largo, en pies ingleses sería aproximadamente 5 m. de talla. En el puerto fluvial de Angostura, observó caimanes nadando entre los barcos fondeados, y en las playas arenosas de la laguna cercana a la ciudad, habían más de ellos asoleándose. De regreso, navegando de madrugada con neblina baja sobre el río, describe otra vez la presencia de varios cocodrilos en la ribera junto a un esqueleto de un caimán de gran tamaño (Bellermann, 1843). 


Wantzelius-Boede, Contaba también al respecto de la peligrosidad y abundancia de este cocodrilo recordaba, cada vez que traían a un caimán del Orinoco muerto al embarcadero del puerto cazado en el río Orinoco en las inmediaciones de la ciudad, cuando lo abrían muchas veces se encontraba en su contenido gástrico restos humanos de mujeres (pelo, ropa, huesos y hasta anillos), y como les expresaban los caimaneros, restos estos provenientes de las lavanderas del río. También se narraba, en una de las fiestas patronales del pueblo de Soledad ubicado en frente de la otra orilla a Ciudad Bolívar. Los muchachos gozaban, cuando de las crías de caimanes recogidas en las inmediaciones en el río y que después liberaban en la plaza Bolívar, en plena retreta bailable y el histerismo de las mujeres huyendo despavoridas de los pequeños cocodrilos intrusos. En su memoria también quedaban las recomendaciones de sus padres, de que nunca se parasen cerca del agua de las orillas del río, siempre tenían que estar ubicadas a varios metros de distancia de la orilla, para evitar algún ataque sorpresivo de un caimán del Orinoco. 

Charles Waterton (1817), Nos cuentan que hace algunos años, mientras caminaba con Don Felipe de Ynciarte, Gobernador de Angustura, en la orilla del Oroonoque, "deténgase aquí un minuto o dos, Don Carlos", me dijo, "mientras relato un triste accidente. Una buena tarde el año pasado, cuando la gente de Angustura paseaba por la Alameda, yo estaba a unos veinte metros de este lugar cuando vi a un gran caimán salir del río, capturar a un hombre, y Bajarlo antes de que alguien tuviera el poder de ayudarlo. Los gritos del pobre hombre eran terribles cuando el caimán salía corriendo con él. Se lanzó al río con su presa. Al instante lo perdimos de vista y nunca lo vimos. O lo escuché más ". 

En las décadas de 1930 y 1940 los cazadores de caimanes o “caimaneros” como se les denominaba, distinguían tres tipos de estos cocodrilos, “el verde” del río Orinoco y sus afluentes, de gran Tamaño, que los había hasta de 5 a 6 m. de largo, “el caimán amarillo” que predominaba en los ríos de los llanos occidentales, particularmente los afluentes del río Portuguesa que tenía fama de ser especialmente bravo y agresivo, y otro caimán que llamaban cocodrilo y también “caimán tigrito”, porque tenía muy pronunciadas las manchas negras en los costados, alcanzaba menos longitud que los anteriores pero en cambio era muy grueso y robusto, luchaba con ferocidad y frecuentemente provocaba accidentes.


Título: "Cacería del Caimán", detalle en la pintura, uno de los cazadores tiene una cría en la mano izquierda para atraer a la caimana la cual ataca la canoa. La obra refleja de manera fehaciente la metodología y técnica de la caza de Crocodylus intermedius. La pintura digitalizada le fue entregada personalmente al segundo autor del artículo por el artista plástico colombiano, con la leyenda descriptiva respectiva. Pintura: Nelson A. Barragán Plata, 2013.


Según información obtenida del libro de López Corcuera (1984), de entrevistas a dos antiguos caimaneros apureños, algunos caimanes eran tan grandes que al pisarles la mandíbula inferior con los pies y abrir de esa forma la boca, el extremo de la mandíbula superior les llegaba a la altura del pecho, y tenían tal considerable grosor que parecían un tambor de gasolina de 200 litros. La mayor parte de las personas sentían satisfacción por las matanzas de caimanes, al considerarse que se estaba eliminando un animal peligroso para el hombre y la ganadería. Esta posición era comprensible en cierto grado ya que los ataques hacia las personas eran frecuentes. 



Según las entrevistas realizadas por este autor a los viejos caimaneros, se citan textualmente sus impresiones que eran muy comunes a lo largo del rio padre, desde la vieja Angostura hasta las tierras planas del Llano venezolano; 


“Cipriano Pérez nos cuenta que la mayor parte de las víctimas eran mujeres, que se encontraban lavando ropa en la orilla de los ríos y caños. En otro ocasión eran sorprendidas por los caimanes cuando se encontraban recogiendo agua.....El padre Gumilla narra que: en los raudales furiosos de los ríos, en los remolinos y peñascos donde suelen naufragar las embarcaciones, y junto a las poblaciones, en los sitios en donde van las gentes a lavarse y a coger agua para llevar a sus casas, en todos estos sitios hay caimanes cebados.....El Sr.Cipriano Pérez nos contó que en una ocasión un hombre se encontraba pescando en la orilla de un barranco, cuando un gran caimán lo golpeó con su poderosa cola y lo arrojó al río donde fue atrapado por el animal......En Puerto Páez (estado Apure) conocimos al Sr. Urbina. Él nos relató que personalmente había tenido un desagradable encuentro con un caimán, cuando se disponía a embarcar un pavón que había capturado, salió un caimán violentamente por debajo de la curiara y atrapó al pavón y una mano del Sr. Urbina, el cual fue arrastrado con el pavón hasta el fondo del caño, donde el caimán después con el pez, lo soltó pudiendo salir a flote y ponerse a salvo. Él también nos contó que había observado como un caimán en el río Meta haciendo uso de su cola, había logrado lanzar al río a una novilla que se enco0 traba pastando en un barranco, a una altura de unos 2 metros. Otro suceso más dramático aún que nos contó el Sr. Urbina fue el que observó en compañía de otros habitantes de Puerto Páez, en la desembocadura del río Meta. Una lancha con unos 30 soldados colombianos a bordo, zozobró cerca de la costa venezolana y la mayoría de los soldados trataron de alcanzar a nado la orilla, pero fueron atacados por muchísimos caimanes. Otros soldados lograron trepar a troncos de árboles que se encontraban en el río, pero los caimanes usando sus colas los derribaban al agua...”



CONTINUA.............................




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