LOS OTOMACOS POSEÍAN UNA GRAN EXTENSION DE TIERRA POR TODO LOS CAUCES DEL RIO ORINOCO, DONDE PODIAN VISUALIZAR LAS INCURSIONES TANTO DE LOS INVASORES ESPAÑOLES COMO DE OTRAS ETNIAS INDIGENAS QUE INVADIAN SUS TERRITORIOS, Y POR DONDE PLANIFICABAN ATAQUES A ESTAS EMBARCACIONES
Los Otomacos eran una de las principales etnias indígenas de Venezuela. Habitaban sobre todo en la región de Apure, cercanos a las orillas del Arauca y del Orinoco. A pesar de ser pacíficos, se tuvieron que mantener en pie de guerra por siglos debido a las constantes incursiones de los Caribes a sus tierras. Pero a su vez, fueron una de las últimas tribus en tener contacto con los europeos debido a la profundidad de sus dominios. Fueron colonizados tardíamente en un principio por los misioneros Jesuítas, y luego por los Capuchinos, sin embargo, y al contrario de lo que se cree, esta tribu se extinguió debido a los excesos de los terratenientes criollos a finales del siglo XIX y principios del XX.
A los misioneros religiosos, y a cuantos europeos se aventuraron por tierras otomacas, llamó la atención el que mientras unos se dedicaban a pescar o recoger huevos de tortuga, otros jugaban pelota, como rito favorable a la pesca, al estilo maya y azteca. Durante el juego consumían tierra (geofagia) y antes de ciertos actos, como entrar en guerra, una púa del pez conocido como "Raya", y se embadurnaban la cara y el cuerpo con la sangre que les britaba de la herida. La mitología otomaca hablaba de que el origen de su pueblo estaba en una piedra triple situada sobre el pico Barraguán, casi enfrente de la desembocadura del río Arauca en el Orinoco, en el actual estado Bolívar; esta montaña sería su "Abuela", y su "Abuelo", otro pico frontero, a unas dos leguas del primero; las peñas más pequeñas de los dos lugares serían otros tantos antepasados suyos. Llamaban a la primera piedra "Uruana" y a sí mismos "Uruanayes (hijos de la piedra). Acostumbraban a elevar cantos nocturnos a la luna y a llorar y gritar al amanecer. Enterraban sus muertos en dos etapas o tiempos: la primera, para que se descarnaran los cadáveres y quedaran los puros huesos, y la segunda, cuando en una urna colectiva colocaban los restos que habían quedado del primer enterramiento, a los tres años de haber sucedido éste. Cuando alguien moría, desamparaban la casa del muerto y luego la quemaban.
Creían en un ser supremo, al que daban el nombre de Yivi Uranga ("el que está en lo alto"). Este ser divino había creado el mundo, premiaba a los buenos y castigaba a los malos. Según parece, los otomacos tenían también la creencia en la existencia de un espíritu del mal, el cual llamaban Tigüi- Tigüi, nombre de un pájaro enemigo del hombre. El matrimonio otomaco era monógamo y los jóvenes eran casados inicialmente con las viudas mas ancianas para que aprendieran de ellas los secretos del sexo y las obligaciones del hogar. Al enviudar de su primer matrimonio es que podían casarse con mujer moza, a la que transmitían su experiencia anterior.
Además de las flechas y macanas, usaban arpones con cuerdas "de las que usaban para apresar piraguas" porque para el siglo XVII eran llamados "Los piratas del Orinoco". Durante mucho tiempo se mantuvieron en constante lucha con Los Caribes. Sólo cuando éstos empezaron a usar armas de fuego, que les eran suministradas por holandeses establecidos en Guayana, los otomacos se vieron precisados a eludir la guerra con aquéllos. Las antiguas crónicas misioneras dicen que fueron los más aguerridos opositores de los españoles.
Los jesuitas lograron establecer algunas misiones con población otomaca: San José de Otomacos (1733), San José de Mapoyes (1740), Uruana o Urbana (1732), Cabruta (1732) San Regis( 1740), Santa Bárbara ( al norte del río Cinaruco (1735). Sin embargo todas estas misiones desaparecieron cuando los misioneros fueron expulsados por los Caribes en 1767. Los misioneros capuchinos andaluces, posteriormente, lograron estableces otras poblaciones que existen hasta hoy: San Juan de Payara, Arichuna, Camaguán, San Rafael de Atamaica, Cunaviche y Guachara.
Un famoso cacique otomaco fue Tavacaré , que en 1647 realizó un tratado de paz con el capitán Miguel de Ochogavía, cuando éste hacia el recorrido de descubrimiento del río Apure. Tavacaré era soberano de varias agrupaciones de indígenas de la región, otomacas y achaguas: Paranoa, Tavagaya, Ajagua, Amayva. Corocata, Guaravaya, Cocoayma, Guaypara, Agauripia y Puchicamaes; disponía de más de 3000 guerreros.
Según descripción de Fray Jacinto de Carvajal, cronista del viaje de Ochogavía, Tavacaré era de elevada estatura, larga y poblada cabellera, "indicadora cierta del gran número de indios que tenía sometidos y a su servicio" y la adecuada proporción de sus miembros, le daban un aspecto de gentileza y apostura que, juntamente con las bellas cualidades morales que realzaban su persona, justificaba a los ojos de sus súbditos la gran autoridad de que estaba investido y le hacía en extremo simpático a los extraños.
Los testimonios coinciden en que los otomacos eran individuos altos, corpulentos, robustos, de piel morena. Según el padre Guilij, eran "más altos que los españoles de un talle realmente soldadesco" No quedan ya vestigios de los otomacos, los cuales al igual que los achaguas desaparecieron diezmados por las enfermedades y abusos de los criollos terratenientes y también porque se fueron integrando a la gente de nuestros llanos. Dicen que el último descendiente directo de otomacos, fue Antonio José Torrealba, quien en su obra Diario de un Llanero, nos deja mucho de las costumbres de ese pueblo. Se puede decir entonces que los otomacos constituyen un ancestro bien cercano de nuestro llanero de hoy.
1 comentario:
Buen tema, algo distantante del interés de muchos, pero igual invito a leer sobre los Joti, etnias que tardaron más en el planeta en incorporarse a la civilización, hoy día lastimad por la evangelización y acoso de los curiosos y otras etnias que por su pasividad les someten a violaciones y enfermedades que solo los sociabilizados portan, he tenido un paciente de 6 años que ya portaba sintamos de sífilis, procurado por su progenitora, mas no por su contacto con adultos portadores, su papa ya sin dentadura con apenas 22 años (estimados).
Sé que son aborígenes de costumbres altamente pacificas que se niegan a incorporarse a la civilización, todavía son nómadas en su método de vida social.
Gracias por compartir sobre nuestra historia, ya estoy en busca del escrito de Antonio, Sobre el diario de un llanero.
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