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13 de mayo de 2016

BOLIVAR y la Confiscación de sus Bienes y Patrimonio

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Bolívar inició su vida en la opulencia. De esto no hay discusión, y de las dimensiones de su fortuna original. Hasta el momento de la Independencia se dedicó en sus tiempos adultos a gerenciar sus propiedades rurales. Aun con las hordas de Boves surgiendo desde los llanos con destino a Caracas, Bolívar continuaba activo en negocios agrícolas. En enero de 1814 compró un trapiche sobre el río Guaire, en una adquisición que dejó inconclusa al emigrar el 7 de julio de 1814, como consta de la liquidación de la operación que llevó a cabo el 14 de mayo de 1827.

Sin Embargo esta inmensa fortuna  se vio turbada, pero Bolívar nunca consideró a la pobreza como un ideal, sufriendo privaciones, aun extremas, episódicamente entre 1814 y 1821, cuando el Gobierno español le confiscó sus propiedades. Esas experiencias le resultaron humillantes en extremo. Después de 1827 pasó por dificultades económicas muy serias, también por causas políticas, como veremos.

Bolívar, una vez recuperadas las propiedades temporalmente expropiadas por el Gobierno español, continuaba siendo un hombre inmensamente rico. Las propiedades rurales de Bolívar fueron duramente afectadas por las guerras, y sus balances se vieron fuertemente afectados por la liberación de los esclavos. Pero los bienes muebles e inmuebles permanecían en su haber, y le brindaban rentas considerables. Ya antes de mayo de 1821 consta que tenía arrendada la hacienda de San Mateo a don Tomás Durán.

Desde el final de las hostilidades, demostró con frecuencia una verdadera angustia por las pérdidas materiales que habían sufrido sus allegados durante la Independencia, e hizo lo posible por rectificarlas, frecuentemente tomando de su propio patrimonio para ello. Ese sentimiento está contenido en su carta a Santander desde Pasto el 14 de mayo de 1823, en que reclama sus haberes militares y dice: 
Lo poco que me queda no alcanza para mi indiligente familia que se ha arruinado por seguir mis opiniones; sin mí, ella no estaría destruida y, por lo mismo, yo debo alimentarla. 

Las alusiones del Libertador a la pobreza y ruina de su familia no eran sino relativas al contexto de su anterior fortuna. Así lo confirma en nueva carta al General Santander, dirigida desde Lima el 20 de septiembre de 1823 que: 

nada falta (en Lima) sino plata para el que no la tiene, que a mí me sobra con mis ahorros pasados.

Bolívar, en ninguno de sus difíciles trances se le conoce la falseada retórica que confunde pobreza material con humildad personal, para luego transformarla en algo intrínsecamente encomiable. Sus escritos están llenos de expresiones relacionadas a que la pobreza se debe sobrellevar con dignidad, sin mendicidades; pero como virtud de por sí, jamás.

Finalmente Bolívar muestra preocupación ante las acciones de sus enemigos internos y muestra su interés como propietario desde poco antes de la batalla de Carabobo. El 5 de julio de 1821 otorga en Caracas poder especial a su sobrino don Anacleto de Clemente y Bolívar, para el reclamo de sus propiedades; y el 2 de noviembre de 1821 le escribe desde Bogotá a su sobrino, disponiendo sobre sus propiedades y diciéndole:  
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Dile al General Soublette que tenga la bondad de ver esta carta, para que te proteja en la defensa de mis bienes; pues no es razón que me quieran quitar lo poco que me ha dejado la revolución. Mañana, que se hará la paz, dejaré la Presidencia, y no tendré nada de qué vivir, no siendo mi intención recibir sueldos del Gobierno.


Próxima entrega; Bolívar Se niega y Rechaza “SU PENSION”

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