“En Panamá me encontraba amolando un cuchillo, cuando un viejo salió del hotel y me preguntó, si lo podía llevar a Venezuela. Durante el trayecto el pasajero me guió hasta una montaña de unos 9 mil pies de altura en la región de la Gran Sabana… Esa montaña era un infierno para aterrizar, pero lo hice donde el ingeniero me indicó. En tres días recolectó 75 libras de oro, no cargamos más, por temor al peso… Años después el 9 de octubre de 1937, traté de localizar el sitio, aterrizando en el Auyantepui… No localice el oro, pero en su lugar observe una inmensa caída de agua que brotaba del cielo”“En Panamá me encontraba amolando un cuchillo, cuando un viejo salió del hotel y me preguntó, si lo podía llevar a Venezuela. Durante el trayecto el pasajero me guió hasta una montaña de unos 9 mil pies de altura en la región de la Gran Sabana… Esa montaña era un infierno para aterrizar, pero lo hice donde el ingeniero me indicó. En tres días recolectó 75 libras de oro, no cargamos más, por temor al peso… Años después el 9 de octubre de 1937, traté de localizar el sitio, aterrizando en el Auyantepui… No localice el oro, pero en su lugar observe una inmensa caída de agua que brotaba del cielo”
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