Actos: XVI - XVII - XVIII - XIX - XX
16) Intento en FONTIBÓN. En su vuelta de las Campañas del Sur y en esta ciudad situada en los aledaños de Bogotá, el 14 de noviembre de 1826, pudo haber ocurrido su muerte así dispuesta cuando un grupo de notables lo reciben con pistolas cargadas, para proceder en contra si el Libertador se pronunciaba allí con propósitos centralistas autoritarios, lo que por fortuna no ocurrió, salvando así la vida.
17) INFORME DESDE PUERTO CABELLO. Es lo que hace Bolívar en carta dirigida desde allí al general José Antonio Páez, para poner en su conocimiento que “había tramas secretas contra su vida”. Sobre estas tramas para asesinarlo el general Santander el 30 de octubre de 1828 y mediante confesión escrita expresa que no estuvo de acuerdo con su muerte “el día 6 de enero de dicho año” (1827).
18) POR LA CONVENCIÓN DE OCAÑA. Como consecuencia de esta Convención se piensa nuevamente en el asesinato del Libertador, por obra de un grupo de santanderistas y alumnos bartolinos, a llevar a cabo en Bucaramanga, donde permanece Don Simón. Mediante confidencias recogidas, O’ Leary y Briceño Méndez comunican de ello a Bolívar, quien toma medidas oportunas, pues se enviaría desde Ocaña a un oficial hasta Bucaramanga, para cometer el magnicidio, si la constitución debatida fuese aprobada según el proyecto centralista bolivariano, todo lo cual comentó Bolívar con su biógrafo Peru de Lacroix.
19) EL ATENTADO SEPTEMBRINO Y ALGUNOS MENORES. Además de otros intentos de acabar con la vida de Bolívar, como “cuando S.E, venía de Cartagena”, según lo confiesa el propio Santander, a causa de la nueva dictadura bolivariana suceden varios episodios a muerte y en forma de cascada, porque el caraqueño –muchos aseveran- es el centro de los males de Colombia. Así, el primero sucede el 7 de agosto de 1828, aniversario de la batalla de Boyacá, a la salida del entonces Teatro Coliseo, que sí es llevado a cabo con arma blanca pero en estado de frustración debido a la rápida actividad de doña Manuela Sáenz, quien con la mascarada tragicómica que realiza en el lugar impide tan vil asesinato. El segundo, para efectuar hacia la medianoche del 10 de agosto, en un formal baile de máscaras, por alguien disfrazado de conquistador español, con puñal aleve y l2 comprometidos en la intentona. El tercero, para ultimarlo casa del representante diplomático mejicano, el 15 de septiembre, lo que queda apenas en proyecto. El cuarto, según escribe el colombiano Gutiérrez, con ocasión de una fiesta a ocurrir en Bosa, cerca de Bogotá, hecho criminal que estuvo casi a punto de darse. El quinto, a suceder cerca de Soacha el 20 de septiembre, en las afueras de la capital, mediante cinco conjurados listos para emprender la marcha en el atentado, lo que se detiene in extremis por orden de Santander, esperando una mejor oportunidad. El sexto, a efectuarse en el Teatro del Colegio San Bartolomé bogotano por los llamados “bartolinos”, furibundos enemigos, que queda en simple ensayo. Y el séptimo, el más grave y consumado, que tuvo en vilo la vida de Bolívar, acaecido en la noche del 25 de septiembre de 1828 con 38 partícipes directos y 59 implicados, con 14 condenados a muerte, enorme complot que liderara el general Santander, principal enemigo de Bolívar en Colombia, y de lo que se salva Don Simón gracias a la valentía de Manuela Sáenz. En otra oportunidad ampliaré este tema para un conocimiento bastante aproximado de esos hechos.
20) EL FINAL DE SANTA MARTA. Hemos llegado al borde, con el final de Bolívar. Causa horror esta cadena de atentados, de lo que puede usted sacar alguna conclusión. Solo, atormentándose por los recuerdos, rodeado en su mayoría de enemigos, tanto en Colombia como en Venezuela, donde incluso quieren hacerlo preso, fallece en el desierto de su alma llamando a la concordia, al final de los partidos y a la unión, como si aquello pudiera suceder, en ese “nido de alacranes” (frase del general venezolano Müller Rojas) que se había vuelto Colombia. Y ante otra mayor desgracia ahora los venezolanos no dejándole descansar lo sacaron de su tumba para armar una rumba mediática con tal hecho, mientras resaltan a cada nada cosas que nunca dijo, o que las dijo al revés, para acomodo de las circunstancias políticas, porque sin el reposo debido a 180 años de su muerte Bolívar sigue sufriendo la tremenda desgracia de sus enemigos solapados y de los ignorantes acomodaticios que lo entornan por un vil interés.