La aparición del hombre es producto de un proceso evolutivo que se inició hace 3.7 millones de años, según fósiles primitivos hallados en una cueva al sur de Africa, y que la antropología identifica como una raza evolucionada de primates (monos), que ha sido clasificada “Australopithecus”, hasta el llamado “Homo” u hombre, que caminaba erguido (erectus), capaz de efectuar tareas domésticas… Para la ciencia, el hombre racional aparece hace 450 mil años, existiendo una interrogante sobre la otra especie que evolucionó entre el Australopithecus (afarensis, africanus, robustus, boisei) y el Homo (erectus y sapiens), que ha sido llamada “Eslabón Perdido”… Es la convicción, que donde surgió esta especie aún no identificada, se inició el proceso evolutivo que se extendió por todo el planeta, hasta constituir las razas humanas en todas sus variedades (americanas, europeas, asiática y africanas)… Para la ciencia ortodoxa, este proceso se inició en Africa, por lo que allí se concentran todos los esfuerzos por localizar el misterioso antepasado del hombre, el Eslabón Perdido… Lo cierto y aunque parezca increíble… lo más cercano al “Eslabón Perdido” existe y vive en Venezuela..!
En el año de 1799, el explorador alemán Humboldt realizó un estudio científico de todo el territorio venezolano… En su recorrido por el río Orinoco, visitó el cerro Anchi-tipuiri que significa “cerro del hombre de los bosques”, donde los nativos les narraron sus experiencias con el “Gran Diablo”, como llamaban a esa extraña criatura: Humboldt: “Es un mono de gran tamaño, se frota la cara cuando se irrita, a distancia se le confunde con un hombre, en algunas oportunidades ha raptado mujeres de la tribu, las cuales regresan al tiempo y cuentan sus experiencias sexuales con ese enorme mono, que al igual que los nativos, construye cabaña para pasar la noche” .
La fotografía fue tomada por el geólogo suizo Francois Loy en 1920 en las selvas de Venezuela. Representa a un simio capturado vivo de casi 2 m de alto, que caminaba erguido, con facciones físicas y actitudes manuales similares a un humano… Hoy es la única evidencia que se tiene del desconocido “Eslabón Perdido”; es decir, el paso evolutivo del mono al hombre. Es una especie no clasificada por la ciencia que aún habita las selvas venezolanas, y que se exhibe en el Museo de Ciencias de París en Francia… Algo extraordinario para el mundo de la ciencia, menos en nuestro país, donde los temas políticos ocupan la mayor atención de la colectividad.
ESTA ES LA HISTORIA: En el año 1920, en la jungla de Maracaibo se encontraban cuatro hombres débiles y desesperados, sobrevivientes de una expedición de veinte europeos que se internaron en las aguas del rio Catatumbo tres años antes. Los dieciséis hombres restantes murieron víctimas de la fiebre, el paludismo, o de las flechas envenenadas de la tribu indígena Motilón, conocidos también por los indígenas Barí. Uno de los cuatro sobrevivientes, el geólogo Doctor François de Loys, llevaba consigo una increíble y enigmática fotografía (Foto Superior), que causaría polémica y debates interminables entre los geólogos de todo el mundo durante cincuenta años, donde podemos ver el extraño simio, nunca visto anteriormente por ninguno de los geólogos de aquella peligrosa expedición, en las orillas del Catatumbo, amenazados por los salvajes indígenas. La criatura fue bautizada por otro inminente geólogo francés, el doctor Montandon, como el “Ameranthropoides loysi”.
El rival de François de Loys, al otro lado del canal, Sir Arthur Kid, denunció los hechos cómo un fraude, y se burló con ironía del diario London News del relato que hizo de Loys cuando fueron atacados por criaturas que a primera vista clasificaron como osos, ya que eran del tamaño de un oso y estaban cubiertos de pelo, y entre aullidos inhumanos tomaron ramas y excremento para arrojarles, Loys gritó a sus hombre “¡Fuego!” y ellos tirotearon contra aquellos extraños animales, de los cuales uno huyó cojeando, pero el otro, quedó inmóvil en el suelo, muerto. Sir Arthur aseguró que se trataba de un simple mono araña suramericano al que le había cortado la cola.
George Montandon, el médico suizo cuya curiosidad científica lo acercaría a la geología, la antropología y otro montón de ciencias sin aparente orden o conexión, ayudó a de Loys e hizo un experimento para confirmar la autenticidad del extraño animal y demostrarle a Sir Arthur que no era ningún fraude. Montandon utilizó una caja de hojalata usada para envases de petróleo idéntica a la que se veía en la foto para hacer dos fotografías, en una, aparecía un mono araña común, y en la otra, un hombre sentado en la caja, colega de Montandon, y con comparó el tamaño del simio extraño con el mono araña común, y este resultó ser de menor tamaño; pero comparado con el del hombre, se confirmó que el Yeti era de más de medio metro de altura. Para Montandon, fue concluyente.
Avistamientos de humanoides en Venezuela no son ninguna novedad. En 1769, el naturalista Edward Bancroft encontró que las tribus indígenas suramericanas creían en uno que vivía en la selva, medía alrededor de un metro y medio, caminaba erguido, y estaba cubierto de pelo negro. Años más tarde, en 1876, el explorador británico Charles Barrington Brown describió uno llamado el Didi. Este era un tipo de hombre salvaje que vivía en la Guyana Inglesa, de características similares a las descritas por el naturalista Alejandro de Humboldt en 1799, y que, al igual que el hombre de Bancroft, caminaba erguido y tenía el cuerpo cubierto de pelo. En las noches, relata Bancroft, podían escucharse sus gritos a kilómetros de distancia y una vez, había sido capaz de reconocer sus huellas. Pero desde entonces, no se ha sabido sobre más avistamientos de simios extraños que pudieran reivindicar o destruir la teoría de Montandon, así que aún, quedará la interrogante. Tal vez todavía vivan aquí, en la selva amazónica venezolana, o ya se hayan extinguido a causa de la mano del hombre.