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7 de junio de 2017

ARQUEOLOGIA BIBLICA; LA CONFESION DE JOB, QUE REVELA LA GRAN MISION DEL HOMBRE


En efecto, quizás ningún personaje del Antiguo Testamento experimentó tal transformación espiritual como este especial y extraordinario hombre de Dios.

“Hubo un varón en tierra de Uz, llamado Job; y era este hombre PERFECTO y RECTO, y temeroso de Dios, y apartado del mal… Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante del SEÑOR, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo el SEÑOR a Satanás: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satanás al SEÑOR, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que NO HAY OTRO COMO ÉL EN LA TIERRA, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?” (Job 1:1, 6-8, versión SSE).

No obstante, luego del largo camino de calamidades físicas y mentales a que fue expuesto Job (Libro de Job - capitulo 3 hasta el 37 ), vemos claramente que fue un hombre recto, un hombre obediente, un hombre muy dedicado y sincero. Él fue, podríamos decir, legalmente perfecto, siendo uno de los pocos seres humanos a quienes les fue dado por el Eterno el entender y observar los preceptos de la ley, por lo menos en la capacidad de su entendimiento de las cosas físicas.

Si por ende, Job fue un hombre perfecto, uno que no transgredió ningún aspecto de la ley; ¿de qué es lo que realmente se trata en su angustiosa experiencia en manos de Satanás? Está bastante claro que el Eterno predispuso a Job al allegársele Satanás, y dirigirle a éste, directa atención a Su siervo. Al principio aparenta como si el reto fuera dirigido verdaderamente al adversario, casi como si el Eterno estuviera retando a Satanás a causar que Job perdiera la compostura. Luego tres amigos de Job intentaron culparlo, concluyendo que si él era tan justo como reclamaba ser, entonces el Eterno no lo estaría castigando tan severamente. En medio de todo su sufrimiento, Job se mantuvo firme en dos cosas: No acusó al Eterno sobre el asunto, y siempre afirmó su propia rectitud e inocencia.

He aquí la clave del verdadero mensaje del Eterno (Jehová), ya que a pesar de de que Job era un Hombre Perfecto ante Dios, esto nunca lo libro de esta prueba. A continuación revelamos la confesión que lo libro de su martirio; 

EL INTERROGATORIO DEL ETERNO (JEHOVÁ) 

En el capítulo 38, después que Job fuera severamente reprobado por el joven Eliú, vemos al Eterno interviniendo directa y personalmente en la escena no con distinción hacia Job, sino quizás ¡ con la más intimidante respuesta divina a una situación humana jamás registrada ! Comenzando en el versículo 1, leemos:

“Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?" (Job 38:1-5).

En los siguientes cuatro capítulos el Eterno le expone no menos de (74) Preguntas específicas a Job, ninguna recibiendo contestación, lo cual ni siquiera era esperado o requerido. Estas preguntas que vienen como una “descarga de metralleta” degradan prácticamente a total insignificancia la rectitud de Job y sus muchos logros. En comparación, la impresión que da Job, es de un ser frágil y visiblemente abatido. En efecto, el Eterno literalmente anonadó a Job y lo empequeñece con las dramáticas comparaciones entre ÉL mismo y el pequeño hombre que se devela ser Job.

Es dudoso que ninguno de nosotros pueda siquiera comenzar a imaginar qué hubiese sido estar en el lugar de Job en tan comprometedoras circunstancias. Debió haber sido devastador en más de una manera. A medida que “la metralleta” del Eterno dispara una y otra vez, Job va entrando “en razón”, en entendimiento. Dolorosamente sus ojos están siendo abiertos. Está comenzando a ver lo que antes estaba totalmente oculto en su vida. Él está siendo transformado por la misma mano del Todopoderoso de un hombre esclavo de si mismo y su conocimientos a un hombre verdaderamente libre y consciente de su misión en la tierra, sin duda, la más profunda transformación que cualquier ser humano pueda experimentar.

Cuando el Eterno termina Su tan misericordiosa reprensión, la reacción de Job es reseñada en el capítulo final del libro, y es absolutamente memorable. Usted podrá notar que no se pronuncia ni una sola palabra sobre la rectitud personal de Job o de sus “buenas obras”. En esta ocasión Job no ofrece ninguna defensa para su persona, como lo había estado haciendo durante el periodo de su aflicción. Sus declaraciones anteriores con respecto a su persona, se disiparon en nada y ahora ¡se encuentra desnudo y conmovedoramente humillado ante el Creador del Universo! Por causa de toda su justificación, su obediencia a la ley, su gran prestigio y rectitud personal, todo lo cual el Eterno, en efecto, estimaba, él es ahora un hombre totalmente transformado. Y sus palabras confirman la profundidad de tal transformación. Deberíamos aferrarnos a cada una de estas palabras, pues estos cortos versos llevan la más profunda de las verdades, expresada de una manera como quizás nadie jamás haya formulado la diferencia entre los caminos de los dos árboles. Comenzando en el versículo 1 del capítulo 42, leemos, en la admisión de Job, lo que realmente es el genuino arrepentimiento, lo que en verdad establece una estrecha relación entre el ser humano y su Creador:

“Y respondió Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía. Oye TE RUEGO, y hablaré; TE PREGUNTARÉ, Y TÚ ME ENSEÑARÁS. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza.” (Job 42:1-6).

Este es uno de los pasajes más memorables en toda la Biblia. Cuando Job declara: “De oídas te había oído”, él está confesando que a pesar de todos sus logros y éxitos guardando la ley en el pasado, ahora puede percibir que fue de oídas cuando lo compara con la habilidad de ver [entender]. Y, cuando establece, “Mas ahora mis ojos te ven”, él está admitiendo que la vista [el entendimiento] es infinitamente mayor que el oír [el conocimiento]. 

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