Usamos cookies propias y de terceros que entre otras cosas recogen datos sobre sus hábitos de navegación para mostrarle publicidad personalizada y realizar análisis de uso de nuestro sitio.
Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. OK Más información | Y más

Visitas

ULTIMAS PUBLICACIONES

17 de junio de 2017

LA HISTORIA VERDADERA DE LA BUSQUEDA DE "LA CIUDAD PERDIDA DEL DORADO" (Parte II)


Continua de la Parte I


LA ENIGMÁTICA ESTATUILLA DE  BASALTO
Un hecho profundamente motivador para Fawcett lo constituyó El atlante de Basalto, una extraña estatuilla de estilo egipcio, hecha en basalto negro (roca volcánica vitrificada), que llegó a sus manos gracias a su amigo Sir Rider Haggard ( autor de “Las minas del Rey Salomón”), quien la consiguió en el Brasil a fines del siglo XIX de una manera misteriosa que nunca hizo pública.


La estatuilla representaba a un posible sacerdote egipcio sosteniendo una tabla con 24 extrañas inscripciones, de las cuales Fawcett creyó lograr descifrar 14 al notar que los símbolos coincidían con los tallados en piezas de cerámica prehistórica brasilera, y luego intentó utilizarlos como “coordenadas” para alcanzar su objetivo. Se llegó a especular incluso que los signos eran una especie de “contraseña” o “llave de acceso” al mundo perdido.


Lo históricamente cierto es que se realizaron diversos estudios serios sobre la inscripción que esgrime la estatuilla, y si bien no se la pudo decodificar, varios expertos aseguraron que es casi imposible su falsificación.Fawcett la llevó consigo a su expedición, con la idea de que involucrar una causa sagrada como la devolución de la estatua a su lugar de orígen, lo protegería y a la vez le abriría las puertas de la enigmática ciudad primigenia. En el libro "Exploration Fawcett" escrito por su hijo Brian basado en sus anotaciones Perry comenta sobre la estatuilla: "Esta imagen de piedra posee una propiedad particular, sentida por quien la tenga entre las manos. Es como si un calambre eléctrico se nos subiera por el brazo, tan fuerte que ciertas personas sueltan bruscamente la estatuilla".

Fiel a sus creencias, cuenta también que confirmó el orígen atlante de la figura por medio de la psicometría (es decir la lectura vibratoria realizada por personas que poseen la adecuada sensibilidad, de las impresiones mentales y los registros de vicisitudes físicas de sus antiguos usuarios volcadas en el objeto y que permanecen en él a través del tiempo ). El paragnosta que le “leyó” la estatua, le confirmó la ubicación en Brasil de la ciudad que albergaba los sobrevivientes de la Atlántida y que la estatuilla había sido entregada en custodia por un sumo sacerdote a otro que logró huir de la gran hecatombe, ocurrida “muchísimo tiempo antes del surgimiento de Egipto” y que poseía un poder ambivalente: era “benévola y poderosa para quienes le tenían afinidad y maléfica y destructora para quienes la poseyeran con incredulidad y sarcasmo”.

EL MANUSCRITO PORTUGUÉS 512
Pero la obra fundamental que le inyectó la definitiva fuerza suprema para iniciar su indeclinable búsqueda, fue “El Manuscrito Portugués”, popularmente conocido como “El Manuscrito 512”, un documento del siglo 18, descubierto en 1993 por Thierry Jamín, que se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, en Brasil, en la sección de “Manuscritos”, serie “Obras Raras”, bajo el título “Relação histórica de uma occulta e grande povoação antiquissima sem moradores, que se descobriu no anno de 1753”. Catalogado con el asunto Cidades extintas y el número 512, el investigador puede consultarlo junto a la primera edición de “Os Lusíadas o a la Bíblia de Mogúncia”, impresa en 1642.

Así nos describe Fawcett, deslumbrado, el instante prodigioso de su hallazgo: “Quienes tengan inclinaciones románticas –y casi todos las tenemos, a mi juicio– verán los elementos de una historia tan fascinante, que no conozco ninguna comparable. Yo la descubrí en un antiguo documento que aún se conserva en Río de Janeiro, y, a la luz de las evidencias recabadas en diversas fuentes, creo al pie de la letra en esta información”. El 512 cuenta la historia de un expedicionario portugués de apellido Alvarez, quien habiendo naufragado frente a las costas amazónicas, se encontró prisionero de la salvaje tribu caníbal Tupinamba, salvándose milagrosamente de la muerte gracias a una joven aborígen que se enamoró perdidamente de él. El nieto de esta pareja, quien por supuesto se encontraba completamente integrado a la tribu, viajó en 1610 hacia la capital de Portugal y se entrevistó con el Rey Dom Pedro II relatándole que conocía perfectamente la ubicación de unas fantásticas minas de diamantes en el medio de la selva, y ofreciéndole su ubicación a cambio de un título nobiliario, pero sólo logró que el rey lo encarcele hasta su muerte, dos años después. Esta historia bastó para crear dentro de la corte portuguesa la codicia suficiente como para organizar numerosas expediciones buscando los rastros de estas fabulosas minas durante muchos años sin éxito ( aunque algunos de los fracasados expedicionarios aseguraron haber estado muy cerca e incluso divisado las ruinas de la gigantesca ciudad perdida ) hasta que en 1740 un aventureroportugués ( de nombre Francisco Raposo, supuestamente un “alias” de Joao Da Silva Guimaraes, explorador bandeirante desaparecido en la jungla en 1764 ), luego de buscar febrilmente por más de diez años entre ciénagas, bosques y montañas, descubrió una ciudad grandiosa ( ¿la mitológica“Paititi”? ) al pié de una enorme montaña rocosa al oeste de la cuenca del Amazonas, y custodiada por indios feroces.

Luego de toparse 80 kilómetros antes con otra mega-ciudad completamente en ruinas y habitada sólo por murciélagos, atravesó una cascada bajo la cual se ensanchaba un río, y comenzaron a aparecer ante su vista unas increíbles cuevas excavadas a mano en las rocas, algunas de ellas selladas con grandes losas de piedra cubiertas de extraños grabados, probablemente tumbas de antiguos monarcas y sumos sacerdotes. Los aborígenes que acompañaban al portugués intentaron retirar las losas de piedra, pero todo fue en vano.

Continuaron avanzando hasta que sorpresivamente se presentó ante ellos una enorme ciudad desierta, de arquitectura monumental, con grandes bloques armados sin junta de mortero y templos inmensos , una gran plaza, obeliscos monolíticos y una gran figura de piedra negra que señalaba hacia el norte, con misteriosas inscripciones y tallas, que parecían griego antiguo. En las cercanías de la construcción megalítica, hallaron una moneda de oro que mostraba en el anverso un joven agachado y en el reverso una corona y un arco. Raposo corrió presuroso a notificar su hallazgo y solicitar ayuda económica y logística al virrey, Luiz Peregrino de Carvalho Menezes de Athayde, quien, siguiendo sumisamente las órdenes de la Iglesia, hizo caso omiso a la narración y se negó a otorgarle ayuda.

Nunca más se supo nada de De Raposo y su gente.¿Volvieron por su cuenta a la ciudad ?¿fueron asesinados por órdenes del clero para evitar que difundan la noticia?¿ o patrocinados por éste secretamente para su provecho personal?.Nunca lo sabremos. Dos siglos después, afortunadamente para Fawcett, las cosas habían cambiado bastante y la administración brasilera ya no era lacaya del fanatismo de una iglesia todopoderosa.


Historiadores posteriores a la epopeya de Fawcett han opinado que “el portugués” se cuidó de disimular la ubicación real del sitio debido a que se encontraba tan al oeste del Matto Grosso que temía que perteneciera a territorio peruano, que formaba parte del imperio español, en cuyo caso podría reclamar sus derechos sobre el descubrimiento.Estos historiadores especulan que tal vez la obsesión de Fawcett de seguir al pié de la letra el manuscrito le haya impedido ver esta posibilidad.


Percy Harrison Fawcett protagonizó en total ocho extraordinarias y legendarias expediciones ( sólo interrumpidas para servir en la brigada de artillería en Flandes durante la Primera Guerra Mundial, a la edad de 50 años, para luego regresar a Sudamérica ) que se convirtieron en unas de las más extraordinarias aventuras de todo el siglo 20 y una fuente de inspiración casi inagotable para innumerables artistas.

Incluso el propio gobierno brasileño subvencionó una de las expediciones a su mando ( las cuales solían estar integradas casi invariablemente por el mismo plantel de colaboradores, algunos de ellos celebridades mediáticas, como el boxeador australiano Butch Reilly ), y reportó en sus periplos haber matado una anaconda de 62 pies, haber visto especies animales inexistentes en otros lugares del planeta, como perros con dos narices o perros felinos lo cual le aparejó la burla de los “científicos” de la época ( más adelante, los hallazgos efectuados en el Amazonas le darían la razón científica al menos en lo referente a las boas aunque nosotros no dudamos en absoluto de la objetividad del coronel en sus otras descripciones ni de la variedad sorprendente y única de la flora y fauna de la selva tropical )

Después de buscar infructuosamente su ciudad perdida en la zona de Bahía durante 1920 y 1921, decidió llevar su intento a la zona que llamó punto "Z" , ubicada entre los ríos São Francisco y Xingú.

CONTINUA PARTE III - "SU ULTIMA EXPEDICION Y DESAPARICION"

No hay comentarios:

CONSULTA LA ETIQUETA

NUESTRA PAGINA EN FACEBOOK

Post Relacionados