Norman Davies, en su libro Reinos desaparecidos, la historia olvidada de Europa, que ha servido de fuente para esta entrada, describe a la perfección lo que la narración de lo acontecido en una pequeña región de los Cárpatos en la primera mitad del siglo XX supone para un europeo occidental (un español en nuestro caso): «A los ojos de un occidental, nada puede ser más rutenio que la historia de la república de un día de los Cárpatos ucranianos. Todos los ingredientes necesarios se encuentran presentes: una diminuta región del este europeo; la disputa entre varios confusos grupos étnicos; un montón de nombres casi impronunciables en lenguas desconocidas; y una mezcla de nacionalismos fanáticos y un desenlace tragicómico del que solo los rutenios pueden ser considerados culpables».
Rutenia, como hemos dicho, es una región de los llamados Cárpatos ucranianos. Es decir, que geográficamente se encuentra encuadrada en las montañas de los Cárpatos, y que étnicamente sus habitantes son predominantemente ucranianos. Políticamente ha dependido de diversas potencias. Y en esa región han nacido algunos personajes famosos como el magnate de la prensa británica Robert Maxwell (nacido Jan Ludvik Hoch), el fundador de la Paramount Pictures Adolph Zukor, y los padres de un joven llamado Andrij Warhola, que cuando la familia se trasladó a Estados Unidos americanizó su nombre pasando a llamarse Andy Warhol.
Rutenia formaba parte del imperio austro-húngaro. Aunque, como hemos dicho, la mayoría étnica de la región era ucraniana, también existían importantes minorías húngara, eslovaca, rumana, alemana y judía. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el tratado de Saint Germain (1919) disolvió el imperio austro-húngaro y Rutenia fue asignada a la república de Checoslovaquia. Esto no gustó a la mayoría ucraniana de la región.
Durante los años siguientes del período de entreguerras, las minorías prohúngara, proalemana y prosoviética trataron de ganar influencia en la política rutenia. Pero el momento más delicado se produjo en 1938, cuando la conferencia de Múnich debía decidir el destino de la república de Checoslovaquia, y especialmente de los Sudetes checos, reclamados por Alemania. Sin entrar en el análisis completo de lo tratado en esta conferencia, y a los efectos que nos interesan para esta entrada, como consecuencia de las negociaciones mantenidas, una importante extensión al sur de Rutenia fue desgajada de la ya disminuida república de Checoslovaquia y fue asignada a Hungría.
Después de estos acuerdos, el gobierno checo veía peligrar su influencia en la región y decidió conceder mayor autonomía tanto a Eslovaquia como a Rutenia. Se nombró un Consejo Regional Ejecutivo de Rutenia a cuyo frente se situó al reverendo católico Augustin Voloshyn. También se planteó crear una asamblea regional y se reconoció formalmente a una formación paramilitar nacionalista rutenia, la Guardia Sich.
Pero la situación en los países del Este europeo en esa época no podía ser más inestable y ello afectó inevitablemente a Rutenia. Sería demasiado complejo tratar de explicar lo que acontecía entonces en las regiones que tenían relación con Rutenia (Alemania, Polonia, Eslovaquia, Hungría, la república checa, Ucrania y la Unión Soviética). Baste decir que para los rutenios la única solución que parecía viable era declarar su independencia.
Los acontecimientos se precipitaron cuando el 15 de marzo de 1939, Alemania invadió Checoslovaquia (recordemos que Rutenia formaba parte de ese país desde 1919). Los alemanes declararon que la parte checa de la república (Bohemia y Moldavia) sería un protectorado del Reich; Eslovaquia, avisada por los nazis de este movimiento, declaró su independencia. Pero nadie se preocupó de avisar a los rutenios,
A la vista de la situación, Rutenia decidió proclamar a su vez la independencia ese mismo día. El reverendo Voloshyn fue designado presidente y Julian Revay elegido primer ministro. Se estableció una constitución democrática que preveía la creación de una Dieta legislativa y el ucraniano como idioma oficial. La bandera sería la azul y amarilla de Ucrania.
Las noticias sobre la oposición violenta a esta medida y de incidentes entre la guardia Sich y las minorías eslovaca y húngara quedaron rápidamente eclipsadas por un suceso mucho más grave: el ejército húngaro (país al que, recordemos, ya se le había asignado una parte del sur de Rutenia) había invadido el país, pretendidamente en defensa de los intereses de sus nacionales.
Como resultado de la invasión, Rutenia (que había declarado su independencia solo veinticuatro horas antes) fue incorporada ese mismo día a Hungría. De esta forma, la república independiente de Rutenia fue sin duda el Estado más efímero de la historia, al durar apenas un día.
Durante la Segunda Guerra Mundial Rutenia sufriría las actuaciones tanto de los nazis como del contraataque soviético y fue especialmente cruel con los habitantes judíos de la región. Los posteriores avatares de Rutenia darían para otra entrada del blog… pero esa es otra historia.
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