El 26 de enero de 1951, llegó a Ciudad Bolívar a través de Edmundo Mattei, la noticia según la cual habían sido capturados en plena selva los evadidos de la Colonia Penal de El Dorado.
Los evadidos eran cinco reclusos procedentes de otros lugares de Venezuela, pero solamente fueron capturados cuatro porque el quinto fue sacrificado en suerte para asegurar la supervivencia en medio del hambre extrema que los desesperaba.
Comandaba la patrulla que hizo posible su captura al término de dos meses, el cabo primero de la Guardia Nacional, Víctor Mendoza Yajure, quien dijo que los delincuentes asaron las carnes de su víctima y luego la consumieron cual caníbal de los tiempos primitivos.
Mendoza Yajure, siendo plaza de la FAC en Caracas fue comisionado en 1948 para trasladar 150 presos a las Colonias Móviles de El Dorado, donde permaneció dos años lidiando con centenares de reclusos de toda índole y calaña, procedentes de las principales cárceles del país. Cinco de ellos se fugaron espectacularmente mientras se hallaban arando la tierra en una parcela de cultivos. Se internaron en la montaña y una patrulla comandada por Mendoza le siguió los rastros hasta capturarlos dos meses después, hambrientos y desarrapados. Tanta hambre sufrieron los evadidos que se vieron obligados a sortearse, especie de ruleta rusa, para ver a quién le tocaba someterse al sacrificio de la muerte en beneficio de sus carnes para mitigar el hambre extrema de la jungla infernal.
Carmela Hernández Rodríguez, casada con José Gómez, padres de Rosangel, profesora de música y quien fuera primer violín de la orquesta juvenil, fue la primera mujer que ingresó como empleada en los tribunales de Justicia del Estado Bolívar que conoció del caso. Ella nos contó en cierta ocasión que los evadidos de las colonias fueron seguidos hasta el último momento por los bolivarenses que cada vez que tenían que referirse a ellos lo llamaban los “Come muertos”.
Un fin de semana, porque era obligación de los jueces visitar a sus presos, el Dr. Francisco D'Enjoy Rávago, juez presidente de la Corte Superior se fue, asistido de Carmela, a dialogar con los procesados y sentenciados. De pronto Carmela se vio rodeada de los “come muertos” y tuvieron que sacarla en vilo pues no soportó la presencia de los delincuentes y cayó desvanecida por la impresión.
Muchas escenas macabras sufrió esta mujer, la primera que comenzó a trabajar en los tribunales bolivarenses. Un día el juez la fue a buscar a su casa para levantar las víctimas de un accidente de tránsito y al abrir la puerta de uno de los vehículos siniestrados, la cabeza de una mujer que había quedado decapitada por el impacto, cayó a sus pies.
La cárcel quedaba entonces muy cerca del Orinoco. Como que era más factible entonces fugarse de las colonias penales de El Dorado que atravesar el río padre. Y los tribunales diagonal con el famoso Café España, de don Pedro Gascón Mir, frecuentado por abogados que resolvían los problemas judiciales en una mesa de dominó.
La práctica del canibalismo como último recurso en situaciones de hambre fue la extrema situación de los jugadores de rugby uruguayo, sobrevivientes del accidente aéreo de los Andes en 1972, quienes lograron mantenerse con vida alimentándose de los cuerpos de las víctimas mortales del accidente. En 1999, se dio un caso de canibalismo: José Dorángel Vargas, oriundo del estado Táchira, asesinaba a sus víctimas para luego consumir la carne. Se le conoció como “El come-gente del Táchira”. Sin embargo, en este caso se trataba de un cuadro de esquizofrenia aguda que padecía.
Crónicas; Americo Fernández
1 comentario:
Que casualidad mi padre José Catalino Becerra me contó esta historia de primera mano el era custodio para la época en el penal y participó en la recaptura de los fugados...
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