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11 de mayo de 2017

CUANDO LA GIMNASIA PARALIZABA AL MUNDO; NELLI KIM Vs NADIA COMANECI



JAVIER DE LA PEÑA ONTANAYA, RUSIA HOY

La historia de la gimnasia vivió su época dorada en la década de 1970 con la lucha que protagonizaron Nelli Kim y Nadia Comăneci. Para el recuerdo quedan sus dieces en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y una rivalidad on trasfondo político. 

“No tiene ningún futuro”. Esas duras palabras fueron pronunciadas por una voz más que autorizada en el mundo de la gimnasia: Larisa Latinina, la deportista que más medallas tenía en la historia (18) hasta que Michael Phelps la superó en 2012. Quien recibió las sinceras palabras de Latinina fue Nelli Kim, una de las gimnastas más prestigiosas y que protagonizó una de las rivalidades deportivas más emocionantes del mundo del deporte con Nadia Comăneci. 

Nelli Vladimirovna Kim nació el 29 de julio de 1957 en la localidad de Shurab, en Tayikistán –entonces una de las repúblicas socialistas soviéticas que formaban la URSS– hija de padre coreano del Sajalín y madre tártara. La familia emigró y se instaló en Chimkent, Kazajistán, por el trabajo de su padre. Con nueve años, Kim ingresó en la escuela de gimnasia de Chimkent donde fue entrenada por Vladímir Borisovich Baidin. 

La Unión Soviética era una de las máximas potencias en el deporte a nivel mundial y los Juegos Olímpicos eran eventos marcados en rojo por el gobierno soviético, que se esforzaba por enviar a sus mejores atletas para representar al país y al ideal estalinista del hombre soviético, un hombre fuerte, deportivo y, sobre todo, voluntario para mejorar el socialismo. 

Sin embargo, los comienzos de Kim no fueron idílicos. Al igual que el resto de sus compañeras gimnastas, la joven atleta entrenaba bajo los férreos estándares del deporte soviético, que tantos buenos resultados les reportó, mientras soñaba con igualar a sus ídolos Liudmila Turíshcheva y Olga Kórbut. Además, el veredicto de Larisa Latynina –entrenadora del equipo olímpico soviético de gimnasia– a punto estuvo de truncar la carrera de la pequeña Kim.

Nace una estrella 
Nelli Kim confió en sus posibilidades y continuó trabajando en el gimnasio con la ayuda de su entrenador. En los Campeonatos juveniles de 1973 celebrados en Druzhba, el equipo soviético se encontró por primera vez con el equipo rumano de gimnasia, encabezado por Nadia Comăneci. Kim recuerda cómo el resto de sus compañeras miraban asustadas a la promesa rumana. 

Su primer éxito se produjo en barras asimétricas en el Campeonato del Mundo de 1974 celebrado en Varna, Bulgaria, donde logró la medalla de bronce y el oro por equipos. La rivalidad entre Nellie Kim y Nadia Comăneci nació en el Campeonato de Europa de 1975 de Noruega, donde ambas gimnastas se enfrentaron por primera vez. Comăneci se hizo con el oro en cuatro de las cinco especialidades y Kim en suelo, junto a dos metales de plata y otros dos en bronce. 

La rivalidad entre los equipos de gimnasia soviéticos y rumanos trascendía de lo deportivo, ya que ambos países protagonizaron disputas políticas en el seno del Pacto de Varsovia, especialmente tras la llegada al poder de Nicolae Ceaușescu a Rumania y su alejamiento de las políticas soviéticas tras la Primavera de Praga en 1968. La actuación de las dos niñas fue usada, en mayor o menor medida, como instrumento propagandístico de ambos países, que, además, eran los dominadores tradicionales de la gimnasia. 

El momento más esperado fue en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976, ya que la fama de Kim y Comăneci centralizó los focos de los medios en las pruebas de gimnasia en las que participaban. Era, además, una lucha de estilos entre la cuidada coreografía y la disciplina soviética frente al talento de las rumanas. La cita llegaba en el mejor momento para las dos gimnastas y no defraudó a nadie. 

Comăneci, de 14 años, logró siete ‘perfectos 10’ y tres medallas de oro, mientras que Nelli Kim, con 19 años recién cumplidos, consiguió dos ‘perfectos 10’, la primera mujer en la historia en hacerlo en potro y en suelo, que le sirvieron para hacerse con otras tres medallas de oro. Antes de Montreal los jueces no dieron nunca un 10. Siempre que una se hacía con el oro, la otra lograba la plata en la que es considerada la edad dorada de la gimnasia. 


Moscú 1980 
En 1977 se casó con su compañero bielorruso Vladímir Achasov y la pareja se trasladó a Minsk, donde Kim ingresó en la sociedad deportiva Dinamo, pero se divorciaron en 1979. Desde 1981 está casada con el ex ciclista Valery Movchan. 

Uno de los momentos clave en su carrera fueron los Juegos Olímpicos de 1980 que se celebraron en Moscú y en los que Kim era la capitana del equipo de gimnasia. Esto, como ella misma recuerda, añadía el doble de presión a una cita especial, ya que las gimnastas rumanas acudían a Moscú con la intención de derrotar a las soviéticas en su propio terreno y anotar una victoria propagandística para su país, que ya no quería ser visto como un estado satélite soviético. 

Pese a ello, Kim recuerda que no todos los entrenadores y miembros de la federación soviética la querían como capitana pese a que era la más experimentada y tenía la mayor cantidad de títulos: “Había mucha política detrás. Eso ya era un juego de adultos, desgraciadamente, y yo estaba involucrada. Ya era una persona adulta”, reconoció en una entrevista en 2010 a Intlgymnast. 

En Moscú logró dos medallas de oro, en equipos y suelo, por otras dos de Comăneci, que sufrió una caída en las barras. Kim salió reforzada y guió a la Unión Soviética a lograr nueve oros y liderar el medallero en gimnasia, venciendo, así, el último capítulo de la gran rivalidad entre las dos exitosas gimnastas. 

Tras retirarse después de los Juegos de Moscú, Kim comenzó su carrera como entrenadora de gimnasia y miembro del jurado internacional en eventos de este deporte. También forma parte del Comité Técnico de la Federación Internacional de Gimnasia y ha colaborado en reformar el sistema de puntuación. 


Desde la caída de la Unión Soviética, Kim vive en los Estados Unidos y para la historia queda su legado en la gimnasia… y en la música. La cantante canadiense Nelly Furtado debe su nombre a la gimnasta rusa, ya que sus padres quedaron prendados con las habilidades de la exitosa mujer sin futuro que pensó que sería Larisa Latinina.

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