La selva amazónica es el bosque tropical más grande del mundo. Este pulmón vegetal se extiende por 9 aíses diferentes: Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Surinam y Venezuela. Por eso no es de extrañar que sea un espacio virgen lleno de secretos. Entre ellos el del Shanay-timpishka: el río hirviente del Amazonas.
Toda la infancia de Andrés Ruzo en Lima, Perú, estuvo llena de estos secretos. Su abuelo solía hablarle del Dorado, ciudad hecha de oro que perseguían los españoles, de Atahualpa, poderosos chamanes, bestias increíbles que devoraban a los hombres y otras fascinantes historias.
Luego de estudiar Geología estas fantasiosas historias volverían a su memoria. Tal como relata en su charla TED. Lo que él no podría imaginarse es que estas historias lo ayudarían a convertirse en un geocientífico y un investigador de la National Geografic respetado, años después.
Su tía, Sofía Ruzo, fue la que lo convenció principalmente en creer en una de esas historias. Andrés Ruzo no podía creer que hubiese un río de agua hirviente en la selva amazónica de Perú. Principalmente porque en este país no hay volcanes que pudiesen explicar un río así. Sin embargo, su tía afirmó haberse bañado en ese río luego de una fuerte lluvia que bajó un poco su temperatura. Su tío le explicó que ella era amiga de la esposa del chamán que lo cuidaba. Aunque muchos hubiesen desechado estas pistas, Andrés decidió seguir el rastro del misterioso río.
Aún lleno de un poco de escepticismo se adentró en la selva amazónica y lo que encontró lo sorprendió. Un vapor empezó a invadir la selva y el estrepitoso ruido del agua fue atrayéndolo hasta el Shanay-timpishka. Que en lenguaje indígena significa: “Hervido con el calor del sol”.
Impresionantemente este río se encontraba más de 700 kilómetros del centro volcánico más cercano. Sin embargo, al hacer las mediciones de la temperatura, Andrés Ruzo descubrió que la temperatura promedio del río era de 86º centígrados. Quizás no el punto de ebullición del agua de 100º, pero ciertamente muy por encima de los 47º, donde el calor empieza a resultar doloroso. Andrés Ruz describe en su charla cómo muchos animales al caer a las rápidas y caliente aguas perdían la vida inevitablemente.
El Shanay-timpishka tiene una corriente caliente por 6,24 kilómetros, hasta 5 metros de profundidad y 25 metros de ancho. Para poder investigarlo tuvo que pedir permiso al chamán, extensión de la voluntad del río. Este se lo dió con la condición de que devolviera a la tierra cualquier muestra que tomara de sus aguas luego de usarlas.
El investigador, guiado por el aprendiz de chamán, llegó al comienzo del río. Este comienza como corriente fría. El sitio donde empieza a aumentar de temperatura está marcado por una enorme piedra en forma de serpiente, que representa a Yacumama, madre de las aguas.
Lo más impresionante para este joven científico fue constatar que un sitio que se consideraba una leyenda es conocido, respetado y usado por los locales para muchas de sus actividades. A diferencia de otras aguas termales, la del Shanay-timpishka tiene buen sabor. Por eso la usan para cocinar y hasta preparar sus medicinas.
Ahora el misterio persigue en saber cómo o por qué este río hierve. La teoría de Andrés Ruzo es que se debe a fuentes termales derivadas de fallas. Es decir, que el calor de la tierra surge en un sorprendente fenómeno calentando las aguas de este río.
Es mucho lo que queda por estudiar en este sitio. Incluyendo las nuevas formas de vida. Además de seguir sus investigaciones, su página www.riohirviente.org se dedica a crear conciencia. Algo necesario, ya que la selva tropical se haya siempre en peligro de deforestación. Tomando medidas quizás el Shanay-timpishka siga maravillando a todos con su existencia.
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