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16 de enero de 2017

El día en que Ilich Ramírez se convirtió en Carlos “el Chacal”.


En la historia del venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos, alias el Chacal se entremezclan de manera casi inextricable la realidad y la leyenda. Objeto de atención en medios de comunicación de todo el mundo, inmortalizado en películas y series, se le ha atribuido la participación en multitud de acciones terroristas en todo el mundo desde los años 70 hasta su “arresto” en Sudán por Francia en 1994. Carlos tendría que haber tenido el don de la ubicuidad para haber protagonizado todos los actos con los que se ha relacionado.

La aparición de el Chacal en el escenario del terrorismo internacional comienza a raíz del asesinato de Mohamed Boudia por el Mossad israelí en París el 27 de junio de 1973. Los israelíes pensaban que Boudia era un destacado dirigente en Europa de Septiembre Negro, una organización creada por la OLP tras la sangrienta represión que sufrieron los palestinos por parte de las autoridades jordanas en septiembre de 1970 (de ahí su nombre). Septiembre Negro había sido responsable, entre otras acciones, del secuestro y asesinato de once atletas de Israel en los Juegos de Múnich 1972 (acción en la que nuestro protagonista no tuvo nada que ver). Sin embargo, Boudia era en realidad miembro de otra organización palestina, una escisión del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), independiente y rival de la OLP. Para el antiguo dirigente del FPLP Wadi Haddad los métodos del FPLP y de la OLP de Yasser Arafat eran excesivamente timoratos para lograr los objetivos de recuperar Palestina del dominio israelí.

Después de la muerte de Boudia, Wadi Haddad decidió llamar a un joven venezolano adiestrado por el FPLP en sus campos de entrenamiento jordanos a los que llegó después de estudiar en la universidad Patrice Lumumba de Moscú y que en ese momento se encontraba estudiando en Londres. El joven se llamaba Ilich Ramírez Sánchez y Haddad lo mantenía en Londres sin haberlo utilizado porque no pensaba que fuese de mucha utilidad. Lo más que ocurrió es que llegó a ser interrogado por la policía británica a raíz de un atentado contra el embajador Jordano en el Reino Unido, paradójicamente cometido por Septiembre Negro. Resulta curioso que fue el propio Boudia quien filtró el nombre de Ilich por entender que era un peón molesto y poco importante.

Haddad puso a cargo de su organización en Europa (que incluía relaciones con los más variopintos grupos terroristas internacionales que pululaban por el continente en los años 70) al experto Michel Moukharbel; incluso antes de poder integrarse en la célula terrorista que este empezó a dirigir al joven venezolano sin ninguna experiencia se le sometió a una prueba para que demostrase su valía.

Como no podía ser de otra forma, esta prueba consistía en matar a alguien. Su objetivo era Joseph Edward Sieff, propietario de la famosa cadena Marks & Spencer y uno de los líderes de la causa sionista en el Reino Unido. Ilich consiguió llegar hasta él en su casa y dispararle un tiro, pero la pistola se encasquilló y tuvo que huir. Sieff resultó herido pero sobrevivió. Carlos se incorporó a las acciones terroristas del grupo en Europa, pero siempre a las órdenes de Moukharbel.

Alguna de las acciones organizadas por Ilich Ramírez desde su llegada a Europa (el atraco a un banco israelí en Londres, el secuestro del embajador francés en La Haya para conseguir la libertad de un miembro del Ejército Rojo Japonés detenido en París o el ataque con cohetes a un avión israelí en Orly) podrían calificarse simplemente como de chapuzas si no fuera porque varias vidas humanas se perdieron como consecuencia de las mismas. Lo cierto es que la organización y la ejecución de las operaciones dejaron mucho que desear y están muy lejos de la idea del frío, efectivo y calculador asesino que buena parte de la opinión mundial se ha forjado del famoso Carlos.

Pero paradójicamente la más desastrosa de las actuaciones en París sería la que le convertiría en un mito, en el terrorista más buscado y más famoso del mundo y en el Chacal. El 15 de junio de 1975 Michel Moukharbel se presentó procedente de Beirut en el apartamento de la Calle Toullier nº9 de París en el que vivía una de las amantes de Ilich y que este utilizaba para sus estancias en la capital francesa. Lo que Carlos no sabía es que Michel había sido detenido e interrogado por la policía libanesa en Beirut y seguido por la DST francesa a su llegada a París.

La forma en que la célula europea de la organización de Haddad reaccionó cuando Moukharbel confesó lo ocurrido en Beirut fue desastrosa; solo la actuación de las policías inglesa y francesa, faltas de información y descoordinadas, estuvo prácticamente a su altura y contribuyó a provocar todo lo ocurrido posteriormente. Ilich llamó a varios de los miembros del grupo en Londres para que se trasladaran a París (que era el último sitio al que debían ir), mientras que Moukharbel hacía el recorrido contrario y era detenido e interrogado en Londres y devuelto a Francia (sin que las autoridades francesas y británicas llegaran a hablar entre sí).

Moukharbel fue nuevamente detenido por la DST al volver a París; Carlos envío a uno de los miembros de la célula, un alemán llegado de Londres, al piso de Moukharbel que evidentemente estaba vigilado. Fue detenido y expulsado a Alemania por la policía francesa. Mientras tanto, en Londres, el amante de la ocupante de uno de los pisos que Ilich usaba en la ciudad encontró una maleta llena de armas, explosivos, pasaportes falsos y documentación sobre proyectos de atentados y secuestros del grupo.

Lo más sensato hubiese sido salir rápidamente del país, pero Ilich parecía disfrutar del hecho de ser por fin el jefe de la organización en París, así que permaneció en el piso de la calle Toullier dedicándose, ni más ni menos, que a preparar una fiesta de despedida de una de sus amantes que regresaba a Venezuela. Era la noche del 27 de junio de 1975. Por increíble que parezca, Moukharbel casi había conseguido convencer de su inocencia a los interrogadores de la DST que le mostraron una foto de Ilich tomada durante la vigilancia de días anteriores. Dando por hecho que el último sitio donde Carlos se iba a encontrar en ese momento era en el piso de la calle Toullier, se ofreció a acompañar a los detectives hasta allí y entregarles la documentación que traía de Beirut.

Inicialmente dos de los inspectores de la DST subieron al piso mientras el otro permanecía en el coche con Moukharbel. Ilich les invitó a pasar e incluso les ofreció una copa; cuando negó conocer a Michel, uno de los inspectores bajó a buscarlo y regresó con él. Ilich pensó que había sido traicionado, mató a dos de los inspectores, hirió gravemente al tercero (todos iban desarmados), descerrajó dos tiros en la cabeza a Michel Moukharbel y huyó. Carlos se había convertido en portada de toda la prensa francesa, pero logró huir.

Unos días después, el amante londinense de la ocupante de uno de los pisos francos de Ilich en la ciudad recordó su descubrimiento y lo relacionó con lo ocurrido en París. Poco amigo de la policía y temeroso de las preguntas que pudieran hacerle, prefirió contar la historia al periódico The Guardian. Cuando un periodista acudió al piso vio que las armas estaban ocultas tras una librería en la que destacaba la novela Chacal de Frederick Forsyth (que trata de una trama para asesinar a De Gaulle) y se le ocurrió titular la información: El Chacal huye. Había nacido la leyenda de Carlos el Chacal. Hechos como el secuestro de los ministros de la OPEP en Viena contribuyeron a acrecentar su leyenda.

Por si no fuera suficiente la muerte de tres oficiales de la policía francesa, las actuaciones en los años siguientes de Carlos tendrían como objeto preferente el país galo, para cuyas autoridades se convirtió en una cuestión de orgullo nacional llevar al venezolano ante un tribunal francés para rendir cuenta de sus crímenes y pasar el resto de sus días en prisión. Con la caída del comunismo y la pérdida del apoyo de diversos países árabes, Carlos fue quedándose sin refugios donde ocultarse y sin amigos que le protegieran, hasta que en 1994 los servicios secretos franceses supieron que se encontraba en Sudán y, en una operación de dudosa legalidad internacional, detuvieron a Ilich Ramírez Sánchez, que fue juzgado y condenado y que sigue hoy preso en una cárcel francesa, a pesar de sus protestas … pero esa es otra historia.

Fuente| David Yallop Hasta los confines de la Tierra: a la caza del Chacal

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