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19 de septiembre de 2016

La muerte de Bolívar en la prensa sueca (III parte)

Bolívar

Por ;Carlos Vidales
Bolívar como noticia

La importancia de Simón Bolívar y de la gesta latinoamericana como noticia, en la prensa y en la opinión pública suecas, siguió una curva parabólica cuyo trayecto puede describirse así: entre 1820 y 1825 el interés fue ascendiendo para estabilizarse, en su punto más alto, durante el primer semestre de 1826. A partir de ese momento comenzó a descender, de manera que al producirse la muerte del Libertador, la noticia no fue tratada como de “primera prioridad” por la mayoría de los periódicos suecos.

Diversas razones explican esta evolución. En primer lugar, hacia 1825 las ilusiones del gobierno sueco acerca de sus grandes posibilidades comerciales y políticas en Hispanoamérica comenzaron a languidecer y, con ellas, se fueron enfriando también los entusiasmos de la burguesía comercial. En segundo lugar, las grandes convulsiones políticas y sociales acaecidas en Europa entre 1824 y 1830 situaron los acontecimientos hispanoamericanos en el segundo plano del interés público. Y, en tercer lugar, la resonante victoria de las armas patrióticas en los campos de Ayacucho (diciembre de 1824), puso término a la epopeya militar de la independencia e inició un nuevo período que, por su misma naturaleza, ya no concitaba la misma atención en Europa.

Por estos motivos, el periódico liberal Aftonbladet iniciaba así su artículo sobre la desaparición del Libertador: “La convulsionada Europa, dividida entre despotismo y libertad y luchando por ambos, concederá poca importancia a la muerte de Bolívar. Hacía ya tiempo que el gran Jefe de las revoluciones sudamericanas no atraía sino en un mínimo grado nuestra atención”.

Cierto es que Aftonbladet, editado entonces por Lars Johan Hierta, representante de la burguesía liberal, dedicó a la noticia un espacio desusadamente generoso para la época (el largo artículo se publicó en dos entregas) y ello convirtió nuevamente a Bolívar en noticia de primera plana en Suecia, ya que este periódico era el más importante y leído en aquel tiempo.

El extenso artículo de Aftonbladet no era ciertamente original: la parte introductoria había sido tomada literalmente de un texto escrito y publicado en París por Augusto Mignet; el largo ensayo biográfico procedía, literalmente también, del periódico parisino Le National, del 23 de febrero de 1831; y las líneas finales habían sido copiadas de Le Courrier Français del 21 de febrero del mismo año.

El otro periódico que dedicó su primera página a la muerte de Bolívar, además de un espacio importante, fue Svenska Minerva, cuyo editor era J.C. Askelöf, y cuyas orientaciones políticas evidenciaban claras simpatías hacia Rusia. (5) A diferencia de todos los demás periódicos, Svenska Minerva reconocía explícitamente haber reproducido textualmente el artículo de una publicación extranjera, en este caso el inglés The Atlas. (6)

La utilización de periódicos extranjeros como fuente de información merece algunas líneas. Svenske Medborgaren i Stockholm, de tendencia liberal, editado por Fr. L. Rosenquist, tomó y reprodujo la nota aparecida en el diario francés Le Tribune el 18 de febrero de 1831, nota que a su vez provenía del corresponsal en Londres, a través del servicio postal. El periódico oficioso Fäderneslandet, publicado por el asesor M. J. Crusenstolpe, usó también una fuente francesa, pero ésta no había originado su información en Londres. Como resultado de estos manejos, el texto de la última proclama del Libertador, publicado tanto por Svenske Medborgaren como por Fäderneslandet, sufrió modificaciones que se pueden constatar fácilmente.

Finalmente, los lectores podrán observar que hay dos elementos constantes en el tratamiento de la noticia sobre la muerte de Bolívar: la grandeza del héroe y la defensa de los principios liberales. Particularmente apasionado es el artículo de Le National/Aftonbladet, en el que, incluso, se toma una enérgica y agresiva posición de partido al lado de Bolívar y en contra de Santander y Padilla. Esta circunstancia y el hecho de que tales opiniones fueron difundidas casi simultáneamente en Suecia y en Francia (y quizá también en otros países europeos), indican hasta qué punto Simón Bolívar se había convertido en un símbolo de todos los liberales y republicanos de Europa en su lucha contra el régimen monárquico.

Nos viene a la memoria un episodio que, en las tierras de América Latina, no hemos valorado aún en profundidad. Cuando Bolívar se encontraba en Lima, recibió informes acerca de una inminente declaración de guerra de la Santa Alianza contra las repúblicas hispanoamericanas. El Libertador escribió entonces febrilmente al Vicepresidente Santander, ordenándole disponer todas las fuerzas para la guerra e iniciar contactos diplomáticos con las potencias de Europa.

Agregaba: “Pero si… los aliados persisten en su plan de hostilidad, y desoyen igualmente nuestras proposiciones políticas, es una prueba evidente que el plan definitivo es librar en una contienda general el triunfo de los tronos contra la libertad”. Frente a la contrarrevolución mundial que la Santa Alianza preconizaba, Bolívar estaba dispuesto a dirigir la guerra mundial por la libertad, guerra “muy prolongada, muy ardua, muy importante” (7) entre los ejércitos absolutistas y las huestes republicanas del mundo.

No es extraño, pues, que las fuerzas liberales de Europa reconocieran como su Héroe a este hombre que tenía una visión universal de la causa de la libertad.

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