El Mundial de Fútbol “Brasil 2014” transcurrio como fue planificada por sus grupos económicos ligados a la FIFA y las élites económicas y políticas locales. Para el pueblo brasileño la celebración del Mundial en su país ha significado desalojos forzados, militarización de los barrios y represión que se cobró la vida de decenas de personas. Por eso, cuando el fútbol ha sido raptado por las corporaciones y el poder, es importante recordar un acto de dignidad que tuvo como protagonista a la selección de fútbol peruana en las Olimpiadas de 1936.
la Olimpiada Popular de Barcelona, que debió suspenderse por la guerra. Participaron de los Juegos de 1936 casi 4.000 deportistas de 49 países en 19 disciplinas deportivas y 129 especialidades. Para el régimen alemán era una forma de mostrar la magnificencia del nazismo y para evitar dar una mala imagen ante el mundo se retiraron de las calles los carteles antisemitas.
Los Juegos Olímpicos no estuvieron exentos de controversias, pero un hecho que merece destacarse es el partido de fútbol entre las selecciones de Perú y Austria por los cuartos de final. La selección sudamericana venía de golear 7-3 a Finlandia, y ahora se enfrentaba con el país natal de Adolf Hitler en el Estadio Hertha Platz. El partido se celebró el día 8 de agosto y hasta los primeros 75 minutos de juego los austríacos se imponían por 2-0. Sin embargo, la selección peruana reaccionó en los últimos 15 minutos y logró empatar el partido con goles de Jorge Alcalde yAlejandro Villanueva. En aquel momento, un grupo de aficionados peruanos abandonaron las tribunas y bajaron al campo para alentar de cerca a su equipo. Durante el tiempo suplementario el árbitro anuló tres goles peruanos, aún así Perú se impuso por 4 a 2 con dos goles del delantero “Lolo” Fernández. Esta humillación de la selección austríaca por parte del “Rodillo Negro” -así llamaban a la delantera peruana- no podía permitirse en unos Juegos planificados desde el III Reich para mostrar la superioridad de la raza aria. Por ello, los alemanes presentaron una protesta ante el Tribunal de Apelaciones alegando que la presencia de los aficionados peruanos en el campo de juego había intimado a los jugadores austríacos, llegando a decir que uno de ellos había sacado una pistola y los había amenazado. También se argumentó que el estadio no cumplía con las medidas necesarias para jugar un partido de fútbol. El Tribunal, compuesto exclusivamente por europeos, convocó una reunión el 10 de agosto a las 10 horas, pero la delegación peruana no llegó a tiempo porque fue retrasada por un desfile alemán que se desarrollaba en las calles. Con apoyo del Comité Olímpico y de la FIFA, se resolvió suspender el partido y ordenar que se jugara nuevamente a puerta cerrada.
Perú se negó a repetir el partido por considerarlo un robo. Además, hay que tener en cuenta que el jugar a puerta cerrada podía facilitar que se cometiera un nuevo fraude. Toda la delegación olímpica peruana, compuesta por 59 deportistas, apoyó la decisión de la selección de fútbol y se retiraron de los Juegos el 12 de agosto. La delegación colombiana se sumó a la protesta en un acto de solidaridad latinoamericana y también se retiraron. Las delegaciones de Argentina, Chile, Uruguay y México expresaron su solidaridad con Perú, aunque sin abandonar la competición. En Lima la decisión del Tribunal de Apelaciones fue recibida como un insulto y decenas de personas se movilizaron ante el Consulado Alemán atacándolo con piedras. La llegada de la delegación al Puerto de Callao fue recibida por una multitud que los ovacionó como héroes. Gracias a estas maniobras, la selección austríaca llegó hasta la final donde fue derrotada por la Italia fascista de Benito Mussolini, que ya había ganado la Copa del Mundo de Italia de 1934 y volvería a hacerlo en Francia en 1938.
La selección peruana de fútbol tuvo en las Olimpiadas de 1936 un acto de dignidad al negarse a ser partícipe de aquel fraude por haber humillado en el terreno de juego al país natal del dictador Adolf Hitler. Michael Dasso, miembro del Comité Olímpico Peruano, declaró:
No tenemos fe en el deporte europeo. Hemos venido aquí y hemos encontrado un puñado de comerciantes.
Teniendo en cuenta los poderosos intereses económicos que podemos observar en las últimas Copas del Mundo, parece que su frase conserva plena vigencia.
Colaboración del escritor e historiador Luciano Andrés Valencia
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