Articulo Publicado por Cronista de Atures.
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ANTECEDENTES
Era el año de 1980. Gobernaba en Venezuela Luis Herrera Campins y en el Territorio Federal Amazonas su Gobernador era L. J. González Herrera. El Ministro de La Juventud y del Deporte era Charles Brewer Carías. Puerto Ayacucho iba a celebrar sus 56 años de fundada. Ocurrió una tragedia en el río Orinoco que enlutaría al Amazonas y a todo el país.
HISTORIA DE UN BARCO
En 1979 un barco fue adquirido en los astilleros de Manaus (Brasil) que están al lado del muelle fluvial de la ciudad donde esa gente tiene años de experiencia en la de construcción de barcos de madera parature. Fue adquirido por el apostadero naval de Puerto Ayacucho y el jefe era el Capitán de Navío Hernández Vanderlinder. No se sabe a ciencia cierta para quién fue adquirido el barco, ni quién puso el dinero, puesto que después del accidente no le apareció dueño. Por eso el precedente Cronista Plácido Barrios en su periódico de la época “El Autana” lo llamó “El Barco Fantasma”
(El barco tipo “chalana” de la tragedia en el momento de la inauguración y bautizo como propiedad de la Fundación del Niño. Enero 1980. )
UN AÑO DESPUÉS Y EL DÍA DEL ACCIDENTE
En la mañana lluviosa del 15 de octubre de 1980, 48 jóvenes amazonenses y de otras partes del país se encontraron de frente con la mayor tragedia colectiva ocurrida en esta tierra: un naufragio en el río Orinoco. Venían de Caracas el “Grupo Madera” (Conjunto de Música y Ballet que en Puerto Ayacucho había actuado brillantemente en las instalaciones del Polideportivo la noche anterior), Profesores y estudiantes de la UCV (entre ellos integrantes del grupo infantil “Chichón”), estudiantes de Barquisimeto y muchos jóvenes amazonenses, de los cuales murieron 2 en la tragedia; actualmente, de los sobrevivientes, algunos han muertos y otros están vivos. En total murieron en esta tragedia 18 personas, la mayoría de otras latitudes del país.
El “Grupo Madera” la noche de su presentación en el polideportivo de la ciudad.Tenían pautado presentarse en San Fernando de Atabapo. Agosto 1980.
CÓMO OCURRIÓ EL ACCIDENTE
El barco estaba estacionado en Samariapo y esa mañana abordaron los pasajeros para ir de paseo y presentación a San Fernando de Atabapo, sin presentir la tragedia que los esperaba. Partieron del puerto y al desembocar el caño que une al puerto con el río Orinoco la compuerta delantera de la chalana se abrió de golpe. Al parecer alguien manipuló el rache que la sostenía y éste se disparó. La chalana comenzó a llenarse de agua, que entraba a torrentes por la compuerta abierta. Y el barco comenzó a hundirse ante una multitud de medio centenar de jóvenes horrorizados. El buen amigo y tocayo Miguel Bastidas Camejo, quien era pasajero del fatal destino cuenta: “Me presenté junto con otro grupo de jóvenes llenos todos de toda la alegría del mundo y dentro de la algarabía derivada del sentido positivo de la vida; aquello parecía un alegre kermese. Yo estaba amanecido y enratonado. Era joven y parrandero.Cuando comenzó el viaje me fui a acostar a un camarote y en interiores me dormí. De golpe me despertó el agua que entraba a borbotones en mi camarote. Creí que estaba soñando y todo era una pesadilla. No supe más de mí al perder el conocimiento. Cuando desperté estaba aturdido y desnudo, sentado cabizbajo, con la cabeza entre las piernas, a la sombra de un gran árbol en la isla que está al frente de donde ocurrió el desastre. La primera pregunta que vino a mi mente fue: ¿será esto el cielo o el infierno? Después fue que me contó mi amigo Gilberto Nieves (Pavo Perico), quien me había salvado del desastre. Al comenzar a hundirse la nave todo fue confusión. En esos momentos venía llegando un bongo Ye´kuana del Alto Orinoco, se arrimó al barco siniestrado y comenzó a salvar gente. Él se montó en esa lancha y dejaron al primer lote en la orilla de una isla que queda cerca. Fueron otra vez al rescate y mi amigo Pavo Perico fue con ellos. Divisaron a Víctor Méndez (murió indigente hace 4 meses) que se estaba ahogando y lo embarcaron; entonces divisaron dos manos distintas que sobresalían del agua que ya iban rumbo a lo profundo; una de esas manos era la mía y mi amigo la reconoció por el reloj que portaba y me auxilió; mientras me sacaban a mí, el otro se hundió. Por eso sobreviví al desastre”.
Miguel Bastida Camejo, sobreviviente de la Tragedia.
La escena fue de terror y espanto. Gente gritando pidiendo auxilio. Los que no sabían nadar fueron los primeros que se hundieron en las aguas, algunos trataron de agarrarse a objetos flotantes, porque el barco carecía de salvavidas. Entre los que se salvaron a nado estaba la joven esposa de Manuel Rosales Padrón, Nivia Braz y su hermana, quienes a duras penas lograron salvarse y llegaron a la orilla a nado y en pantaletas. Cuando se estaban hundiendo algunos trataron de agarrarlas por las piernas y después presentaron arañazos de los que morían. Los que perecieron tuvieron que pasar por el Raudal de Carestía, el más tenebroso de todos.
LA OPERACIÓN RESCATE
El rescate fue el mayor que se haya llevado a cabo en Amazonas dirigido por el entonces Ministro de la Juventud, Charles Brewer Carías. Habían perecido 18 personas, 11 pertenecientes al “Grupo Madera”, 2 amazonenses: Ismael Vera y Edgardo Trabanca, 2 jóvenes de Barquisimeto, 1 del grupo “Chichón” de la UCV y el efectivo de la marina Rafael Martínez Pacheco. En el gigantesco operativo participaron 567 personas militares y civiles, 7 helicópteros, 30 lanchas y varios transportes de la fuerza aérea, para rescatar a la mayoría de las víctimas.
Manuel Rosales Padrón, quien entonces contaba 25 años, participó en el rescate que duró una semana. Padrón cuenta: “Íbamos 5 en una voladora del cuerpo de bomberos. Subimos y bajamos desde Samariapo a Puerto Ayacucho varias veces. Yo era el motorista, porque soy pescador amazonense y conozco muy bien los raudales de “Atures y Maipures”. Encontramos varios cuerpos de los ahogados, al último lo encontramos ya frente a la isla de Corocito, más abajo de Puerto Ayacucho, como al 5º día. Ese cuerpo estaba casi desintegrado. Lo metieron directamente en una bolsa plástica.
Manuel Rosales Padrón, uno de los rescatista de la tragedia del 15 de agosto de 1980. El recordado Julio Castillo fue un puntal en la operación de rescate como vaqueano conocedor del medio. Agosto 1980.
El Ministro de la Juventud Charles Brewer Carías y el Gobernador del entonces TFA L. J. González Herrera en una rueda de prensa sobre el desastre Al fondo el periodista Hugo Alí Urbina. Agosto 1980.
CULPABLES DEL DESASTRE
¿Quién o quiénes son los culpables? Nadie, en un país donde no se cumplen las leyes. Y menos cuando se trata de los militares quienes eran los que estaban al comando de la nave. Una comisión investigadora que se creó nunca presentó sus conclusiones. En otro país, donde se cumplan las leyes, se hubiese abierto un consejo de guerra a tantos irresponsables. Pero estamos en Venezuela. Al único que pusieron preso fue a Lucio Silva (murió hace 1 mes), el práctico de la lancha (no al comandante, que nadie supo el nombre). O a lo mejor lo secuestraron para que no declarara a los medios.
Restos del barco.Agosto 1980.
DESPUÉS DEL DESASTRE
El desastre terminó con muchas vidas y ningún culpable, como ya dijimos antes. El Río Orinoco no puede ser el culpable, como algunos tratan de hacerlo ver. Como dicen nuestros pescadores, el río da, pero también quita. El río es nuestro amigo.
Cayó el mito de que los Raudales de Atures y Maipures son infranqueables. Ya sea por reto o por necesidad, los rescatistas, abanderados por el Ministro de la Juventud, tuvieron que pasarlos varias veces, sobre todo el peligroso raudal de Carestía. Para rescatar el cuerpo del marino Martínez Pacheco que estaba sobre una piedra aislada en medio de los raudales, hubo que sortear enormes peligros que fueron salvados.
Los periodistas de la época nos hicimos eco de las voces de protesta y dolor por tal tragedia y participamos con nuestros escritos y opiniones: Don Manuel Henríquez, Plácido Barrios, Julio César Fernández, Hugo Alí Urbina, Oswaldo Calderón, Miguel Guape y otros. Escribí en esa época sobre los peligros de Amazonas para quien no la conoce y la improvisación con que se afrontan los hechos. Como ejemplo, en este accidente murieron gente de afuera con respecto a los amazonenses en una proporción de 8 a 1, por no saber nadar. Una vez nos trambucamos en el Río Sipapo en el Raudal de Caldero y de noche 14 personas, todos parientes, y nadie se ahogó. Como dice un dicho pariente: “el indio no se ahoga, aboya”.
Con el Señor Wilson Andrade tuve la oportunidad de viajar en barco en los años 90 desde Samariapo-San Carlos de Río Negro-San Gabriel de Cachoeira-Manaus. Conozco el peligro de esos raudales del Río Negro brasilero y también tuvimos otro accidente, donde perdí las fotos de entonces. El barco siniestrado había resistido con éxito esos raudales. El accidente fue en una zona calma del Orinoco.
El Rapais Julio Castillo, que participó en el rescate, se inspiró para pasar su lancha de 20 toneladas “Reina de Atures y Maipures” desde Samariapo hasta Puerto Ayacucho, aventura en la cual lo acompañé. Cuando bajábamos participamos en el rescate del compatriota Edgardo Trabanca a la semana del desastre,el último cuerpo encontrado. Flotaba frente al Barrio Humboldt.
Antes, en 1968, El Rapais había pasado por esos raudales con otro barco de tecnología avanzada, el Over Craft inglés. Pero esa es otra Historia Regional Amazonense. La “Reina de Atures y Maipures” en plena faena de pasar el Raudal de Carestía. La foto es de Silvio Muñoz, quien nos acompañó en la travesía. Agosto 1980.
PD: Esta recopilación fue hecha gracias a las publicaciones del Periódico de la época “El Autana” del periodista Plácido Barrios, Cronista predecesor de Atures. El Cronista actual está digitalizando el periódico y pronto estará disponible para todos los amazonenses, gracias a la colaboración de sus hijos