Al ofrecer esta nueva lectura de El round del olvido (2ª.ed.Caracas: Alfaguara,2009. 581 p.) de Eduardo Liendo(1941) se impone una nueva reflexión. Esa meditación es la siguiente: esta novela apareció catorce años después de la caída del Muro de Berlín (noviembre 10,1989), fue concebida como una elegía al fin de una época, la del deceso del socialismo autoritario y, desde luego, la del nacimiento de un nuevo tiempo: el de la libertad recuperada en las sociedades que lo padecieron, la de la plena democracia universal. Recuérdese que toda elegía es una evocación de un fallecido, es un lamento. En este caso de un tiempo ya ido.
Pero hay más: esa es la época que vivimos, somos los hijos de la caída del muro berlinés. Los sucesos vividos hace poco en los países del norte de África y el Medio Oriente, proceso aun inconcluso, e incluso la insurgencia de “Los indignados” siguen siendo otros coletazos de tan decisivo hecho(ver Stephane Hessel: ¡Indignados!. Barcelona: Destino,2011. 60 p.).
En Venezuela, en los ultimos 17 años han sucedido tales acontecimientos que hay quien ha llegado a pensar que los guerrilleros olvidados de Liendo han resucitado. Disentimos: estos desaparecieron. Y ello pese a comprender el por qué de su observación. Y ello porque en la historia no hay retorno. Pese a lo que hayamos visto entre nosotros, los que hoy están el poder lo que están haciendo es alterar suceder de la historia.
Y esto que decimos, y lo comprendemos con este libro en las manos, es que no podemos imaginarnos que aquel responso a los últimos comunistas, cantado por Liendo, que aquel tiempo ya fenecido, iba a resurgir entre nosotros en manos de aquel que ejercio el poder hasta la semana pasada, ejercicio que terminó con su deceso (marzo 5,2013), aunque desde el pasado 8 de diciembre de 2012 esperó la llegada de la parca en su cama de enfermo de un hospital de La Habana. Ahí bien, no podíamos saber, desde 1999, que seríamos testigos que en manos del neo-caudillo ido, llegaríamos a la regresión política, al anacronismo histórico; que los guerrilleros, fracasados en su acción, sin ideales ya, llegarían al poder para restaurar lo imposible: el pasado, como lo dice con suma de agudas observaciones Gisela Kozak (1963), en uno de los libros más agudos dedicados al asunto (Venezuela, el país que siempre nace. Caracas: Alfa,2008. 108 p.), no pudimos vaticinar que otra vez, veríamos viva la contra-historia; que se llegó a creer por quienes están en el poder que se podría revivir lo muerto, lo inerte, que se popularizaría la errónea idea de que los guerrilleros habían llegado al poder, como se leyó en el título de un publicitado libro del polaco K.S.Karol(1972), creencia con la que murió otro dinosaurio de aquellos años, Nestor Kirchner(1950-2010). Estos supuestos izquierdistas, que no lo son, de la misma forma que su llamada revolución venezolana no es tal, mucho menos bolivariana como ellos dicen. El período de las revoluciones feneció en el mundo, las revoluciones izquierdistas, ya derrotadas, lo único que trajeron fue “la revuelta entusiasta, aunque en gran medida vana” que dijo Jon Lee Anderson, al escribir la biografía del llamado Guerrillero Heroico (El Che Guevara. Caracas: Alfa,2007,p.11). Pero esa supuesta izquierda llegada al poder estaba además incapacitada para gobernar, lo ha probado con creces en estos catorce años. Gobernar es distinto a mandar. Gobernar es preveer para proveer. Estos han dejado claro la incapacidad que poseían de regir al país, todos ellos eran, incluso su neo-caudillo Presidente, uno de los últimos, gente sin ideales, sin preparación y sin amor al país. Y no podían mandar porque todos estaban muertos, aquellos que evoca Liendo eran los últimos espectadores, como muy bien dijo Ana Teresa Torres en su celebrada novela Los últimos espectadores del Acorazado de Potemkim(Caracas: Monte Ávila Editores,1999. 309 p.). Lo único que hemos observado ha sido la presencia del anacrónico “idiota latinoamericano” en Miraflores, el nuevo “regreso del idiota”, la presencia de un gobierno que siempre ha estado rodeado de los dinosaurios de la izquierda latinoamericana, actuando en contra del sendero que marcan los tiempos actuales. Y lo que es peor: ya no son marxistas sino simplemente fascistas, en el sentido que explicitó Umberto Eco(1932) en su célebre artículo en donde todos los rasgos del fascismo, que él explicó, pueden ser aplicados a la llamada Revolución Bolivariana y a su líder, de hecho definen y explican a quienes llegaron a la Casona de Misia Jacinta en 1999. Solo con leer las características del “fascismo eterno” que dijo Eco(Cinco escritos morales. Barcelona: Debolsillo,2004,p.31-58) pareciera que estamos leyendo un libro sobre el gobierno actual, incluso en el sentido sexual. Vean sus notas, según Eco, “1)culto de la tradición; 2)rechazo a todo lo moderno; 3)culto de la acción por la acción; 4)el desacuerdo es traición;5) miedo a la diferencia; 6)llamamiento a las clases medias frustradas; 7)obsesión por el complot; 8)los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles;9) la vida es una guerra permanente;10) desprecio por los débiles;11) cada uno está educado para convertirse en un héroe;12) confiere su voluntad de poder a las cuestiones sexuales, origen del machismo, que implica desdén hacia las mujeres e irrespeto a las minorías sexuales;13) como los seres humanos no pueden poseer una voluntad común el líder debe ser su interprete, así los ciudadanos no actúan;14) uso de una neo-lengua”(p.47-55).
Y precisamente lo que mejor explica su condición fascista es el manejo que han hecho de la historia venezolana, de donde han surgido las que nosotros hemos denominado las “falacias históricas del chavismo”. La obsesión por la historia que les observamos coincide plenamente con los regimenes de Benito Mussolini(1883-1945), Adolfo Hitler(1889-1945), José Stalin(1879-1953) y Fidel Castro(1926), tal que el Presidente se considere sucesor de Bolívar, pero ello es igual al Duce que se decía sucesor de los Cesares romanos, el cabo austríaco que creía descender los dioses germanos, Stalin quien hizo borrar de la historia soviética los nombres de sus adversarios; los hermanos Castro en su falaz interpretación de José Marti(1853-1895) o el régimen venezolano actual en su interpretación, errada, de Bolívar. El chavismo, como lo vio primero el ojo avizor de Ana Teresa Torres en Los últimos espectadores del acorazado de Potemkin, antes que este llegara al poder el chavismo y más tarde Eduardo Liendo en El round del olvido, es un régimen que apesta al pasado, vive tan hondamente tal pesadilla que es incapaz de estudiar el presente y de de mirar hacia adelante, por ello es un cadáver. Con ellos mandando en el palacio de la avenida Urdaneta lo que hemos visto no son los guerrilleros en el poder, quienes no podían estarlo porque solo eran un montón de huesos inertes. Pero lo que hemos observado es mucho peor: los guerrilleros, si es que pueden llamarse así, se han convertido en un pelotón que obedece, un pelotón es lo único que supo mandar el Comandante, es decir un grupo inútil de gente que no piensa, solo recibe órdenes. Pero a quien hemos visto mandar es a un neo-caudillo, otro esqueleto sin piel, sepultados como lo fueron los caudillos en las aguas del Orinoco en 1903. Es este neo-caudillo el que ha llevado a la nación al extravío, somos con él dominados por un solo hombre que como los caudillos del siglo XIX, igual ha manejado todos los poderes a su antojo, en sus manos aquella nación unida se ha convertido en un país dividido y polarizado, perdidos los valores de la democracia en la añoranza del neo-caudillo por el pasado, días ya perdidos e irrecuperables, vemos hondas señales autocracia, sin tolerancia ni respeto al adversario, con una Constitución hecha ad hoc pero luego irrespetada cada día, como las de aquellos que las montoneras llevaron al poder. Tal el anacronismo, que no podemos dejar de señalar al leer este libro de Eduardo Liendo cuyas derivaciones llegan hasta esto, en días en que los vencidos se han convertido en una suerte de paridores de que aquella “sangre, locura y fantasía”(Antonio García Ponce) que consideramos finalizada un día de 1965, cuando terminaron las guerrillas, o de 1967 cuando la izquierda estableció la “paz democrática”, o en 1969 cuando se inició la política de pacificación. Lo que hemos vivido con el neo-caudillo, tan inculto como los gamonales del siglo XIX, es un hecho gravísimo: el devenir de las sociedades es hacia adelante y no hacia atrás, que es de lo que hemos sido testigos. Es imposible ser dirigidos por los muertos. Claro que son ellos, los ya sepultados, porque el devenir, lo sucedido en Europa en 1989 es el presente. Desde las elecciones de aquel año en Polonia, ganadas por Lech Walesa(1943), la apertura de las fronteras de Hungría(septiembre 11,1989), lo que precipitó la caída del Muro de Berlín, la reunificación de Alemania(octubre 3,1990), el fin de la URSS(diciembre 31,1991), ninguno de estos sucesos pueden ser soslayados. Un gobierno que solo espera que rectifique lo sucedido en el Cheeckpoint Charlie de la capital alemana, el lugar donde el Muro de Berlín se abrió a la libertad, quien sde opone a ello está gobernando contra la historia. Y ello es imposible.
Eduardo Liendo en su novela nos pone ante la historia de los últimos, seres anacrónicos, inexistentes, pese a que tengan todo el poder del dinero del petróleo en sus manos. La historia no puede ser alterada. Por ello para una honda compresión de este suceder hay que releer El round del olvido, que es una en la que más filosamente, como con un bisturí entre los dedos, ha penetrado el gran drama que se sucede cuando los que llegan al poder no comprenden el tiempo en que están viviendo. Y no amar la época en que vivimos, solo añorar el pasado, ya ido, imposible de asir, es el peor pecado que puede cometer un ser humano. Ya lo cometió, en los días de la emancipación, José Domingo Díaz(1772-c1834), caraqueño realista, enemigo de la República, llegó a estar tan arrepentido en los años finales de su vida, como lo estarán los chavistas un día, que incluso dedicó un artículo necrológico, en una gaceta del país vasco(abril 8,1831), a su peor enemigo: el Libertador, allí pedía a Dios que a Bolívar lo recibiera en su misericordia, la cual, al decir de Enrique Bernardo Nuñez(1895-1964), quien pudo leer aquel texto(Figuras y estampas de la antigua Caracas. Caracas: Monte Ávila Editores, 1991,p.104-106), también implicaba que el doctor Díaz pedía la misma gracia para si mismo, derrotado como estaba. Tal lo que es ser una personalidad anacrónica, y un régimen tal, que ha dado la espalda a lo que somos en esencia los venezolanos, para en vez de ver la realidad soñar con el pasado. Por ello a estos de ahora solo podemos consideralos fantasmas. Por ello, desde el escribir de Liendo, que tantas consecuencias tiene, hemos partido aquí en nuestra meditación sabiendo que en su libro encontraremos aquello que pasó, aquello por lo cual solo se puede rezar un responso, haciéndonos ver otra vez que no podemos jurungar a los muertos, que debemos dejarlos descansar en paz, distinto a como lo hemos visto en estos trágicos años, lo que debe hacer es asumir sus culpas, y junto a los demás ciudadanos volver a parir la sociedad de la democracia, del bienestar, del saber. En El round del olvido está el comienzo de esa meditación. Aquellos guerrilleros no existen, dejaron de vivir. El mundo es hoy otra cosa, pese a todo el mal que el neo-caudillo ha provocado entre nosotros y en nuestro continente.