Pocos venezolanos conocen que el lago de asfalto natural más extenso del mundo está en el estado Sucre. Mucho menos, que a finales del siglo XIX e inicios del XX fue explotado y el producto utilizado para pavimentar calles de Nueva York, Washington y otras ciudades de Estados Unidos. Hoy el rico yacimiento está abandonado, aunque tiene reservas estimadas en 75 millones de barriles. Una trocha sinuosa y agreste, por donde sólo pasan hombres, bestias y vehículos rústicos, termina abruptamente en Guanoco, un caserío centenario de poco más de 300 habitantes que se quedó anclado en la miseria, añorando un tesoro perdido.
El lugar –extremo sur del municipio Benítez del estado Sucre, al oriente de Venezuela- se hizo famoso mundialmente a finales del siglo antepasado (1890), cuando una empresa estadounidense, la New York & Bermúdez Company, comenzó a explotar un enorme yacimiento de asfalto natural cercano que según el geólogo y profesor universitario Orlando Méndez, sigue siendo el más grande del mundo en reservas (estimadas en más de 75 millones de barriles) y extensión (4 millones de metros cuadrados). La pasta negra de Guanoco cubre no sólo calzadas de la Gran Manzana, entre ellas la 5ª Avenida, sino además de Washington (Pennsylvania Street), Detroit (Woodward St.) y otras ciudades de Estados Unidos.
No se sabe con exactitud quién descubrió el lago de asfalto ni de dónde proviene su nombre. Méndez –experto petrolero que ha dedicado gran parte de su carrera profesional a estudiar el fenómeno- dice que Alejandro de Humboldt lo mencionaba en sus crónicas (1799-1804) como “el manantial del Buen Pastor”.
El más grande:
Con 4 km2 de extensión y reservas de 75 millones de barriles, el lago de asfalto de Guanoco es considerado el mayor del mundo, seguido del Lago de la Brea, en Trinidad, que es cuatro veces menor en tamaño y está siendo explotado.