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11 de agosto de 2016

LOS HIJOS DE DIOS Y LOS HIJOS DEL HOMBRE


¿Quiénes son estos enigmáticos hijos de Dios que se mencionan en la Biblia? Es extraño que estos seres mágicos nunca son descritos con exactitud, de hecho, incluso cuando los ángeles aparecen por primera vez en la historia del patriarca Abraham siguen siendo figuras misteriosas sin ninguna clase de poderes sobrenaturales. Los ángeles vienen como mensajeros del Todopoderoso trayendo una noticia milagrosa para Abraham: que su esposa Sara, una mujer de edad madura va a tener un hijo. Cuando Sara ríe incrédula, un ángel la visita y habla: “¿Hay algo imposible para Yavhé? Pues bien, volveré a visitarte dentro de un año y Sara tendrá un hijo”. (Génesis 18.14).

En otro incidente en el libro de Génesis, uno de los momentos más enigmáticos y perturbadores de la Biblia, Dios ordena a Abraham que ofrezca a su único hijo Isaac como sacrificio humano. El patriarca, lleno de dolor, está apunto de cumplir con la terrible petición del Señor cuando de pronto se escucha una voz desde las alturas: “Entonces el ángel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios” (Génesis 22.12).

A diferencia del ángel que salva la vida de Isaac, hay expertos que creen que es un ángel quién viene a batallar contra otro patriarca, Jacob, en una de las luchas más misteriosas de la Biblia. “Y Jacob se quedó solo, luego un hombre luchó con él hasta el amanecer, el hombre vio que no lo podía vencer” (Génesis 32.24). Mientras en el Antiguo Testamento los ángeles muestran una relación polifacética con los seres humanos, la conexión que tienen con Dios es también una fuente de controversia.

En el libro de Job, las escrituras muestran una visión alarmante de la relación entre los ángeles y Dios —sorprendentemente los eruditos creen que reproduce la estructura de poder que existía en esa época—. En el libro de Job, en la corte de estos seres celestiales, conocemos por primera vez a uno de los ángeles más misteriosos y fascinantes de toda la Biblia, su nombre es: Satanás. Pero esta primera aparición de Satanás en la Biblia no es como enemigo de Dios sino como su devoto sirviente. Con el permiso de Dios, Satanás pone a prueba el carácter de Job al matar a sus hijos y luego entregándolo a la pobreza y a la enfermedad. Pero Job rehusa maldecir al Todopoderoso. Extrañamente, como si reflejaran el sufrimiento del mismo Job, los judíos estaban a punto de caer en una terrible persecución y conquista. Los ángeles en exilio Es el sexto siglo antes de Cristo, los judíos han sido condenados a la esclavitud en Babilonia y, a pesar de esto, continúan con sus creencias y esperan la salvación de su sufrimiento. ¿Por qué pareciera que su Dios los ha desamparado? Durante su crisis de fe, los judíos comienzan su creencia en los ángeles, pues tienen la esperanza que en este momento de prueba estos seres milagrosos y piadosos no los abandonarán.

En las primeras partes de la Biblia hebrea los ángeles son figuras oscuras, no bien definidas; pero durante este terrible período de necesidad pasaran por una misteriosa transformación. Entre los judíos comienza a surgir una literatura donde los ángeles son descritos como los heroicos protectores del pueblo elegido. En las escrituras que surgieron durante el exilio, los ángeles se convierten en criaturas de carne y hueso, más tangibles y más inmediatos que antes; adquieren nombres propios y personalidades singulares.

En el libro de Daniel que describe esta época problemática, el ángel Gabriel es descrito con una intensidad increíble. “Levanté los ojos y vi esto: un hombre vestido de tela de hilo con cinturón de oro puro, su cuerpo era como de crisólito, su rostro era como el brillo del relámpago, sus ojos como antorchas encendidas” (Daniel 10.5). En esta historia que toma lugar en Babilonia el joven visionario Daniel es uno de los favoritos del rey pero Daniel, un exiliado judío, es visto con desagrado en la corte. Sus enemigos engañan al rey para que sentencie a Daniel a una muerte segura. “El rey dijo a Daniel: que tu Dios al que sirves con constancia te libere. Entonces el rey dio orden de traer a Daniel y de arrojarle al foso de los leones”. (Daniel 6.16). Al día siguiente, y para sorpresa del rey Daniel, aún está vivo en la fosa de los leones. La insólita explicación que dio Daniel fue que vino un ángel y le cerró las bocas a los leones para protegerlo. Para los judíos que vivían bajo la opresión en Babilonia, al igual que para el mismo Daniel, la fe en los ángeles les da la tranquilidad de que no hay crisis superior a la intervención divina. Durante el período de exilio, mientras los ángeles se vuelven cada vez más importantes para los judíos, logran adquirir su característica más extraordinaria, pues, sorprendentemente es durante este período de fuerte crisis espiritual que en las escrituras los ángeles son dotados con alas. Buscando una razón para este atributo mágico los estudiosos han sido llevados a una fuente improbable, ¿es posible que la inspiración de las alas en los ángeles no haya venido de la tradición judía sino más bien de los dioses de los babilonios captores de los judíos? Para el año 538 a.C., luego de su penosa experiencia en Babilonia, los judíos logran regresar a la tierra sagrada. Con su fe en Dios debilitada, buscan renovar su espiritualidad. De esta búsqueda surge una nueva y misteriosa literatura conocida como Apócrifa, en ella los judíos que buscan un sustento espiritual consiguen su inspiración en historias sobre ángeles.

Según los apócrifos y otros textos místicos de la época, los ángeles han sido dotados de poderes extraordinarios. Son retratados como guardianes leales, conocidos como aquellos que nunca duermen. Mientras unos ángeles profetizaban la muerte inminente de los humanos, otros ofrecían sus rezos en nombre de seres humanos dignos. De todos los relatos míticos de la época de los apócrifos, tal vez ninguno ofrece una perspectiva tan grandiosa que el libro de Enoch, aquí el profeta visionario cuenta sobre un viaje misterioso al cielo donde ve a los ángeles con toda su gloria infinita. “Vi cien mil por ciento mil, diez millones por diez millones, una multitud innumerable e incontable estaba frente a la gloria del Señor de los espíritus. Y llegué a conocer sus nombres, pues el ángel que estaba conmigo me lo reveló” (primer libro de Enoch 40.1).

Sorprendentemente mientras crecía la obsesión de los judíos con los poderes de los ángeles, la creencia en los seres mágicos que había servido de apoyo para este pueblo durante sus momentos difíciles de exilio, pronto sería vista como una amenaza al judaísmo. Con el temor que la adoración de los ángeles pudiera competir con la adoración de Dios, los rabinos rehusaron incluir el Apócrifo en el canon de la Biblia, y a pesar de su fuerte oposición, las increíbles historias sobre ángeles no podían ser borradas. Estas historias continuaron hasta el nacimiento del Cristianismo, cuando la creencia en los ángeles sufriría otra misteriosa transformación.

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