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27 de noviembre de 2016

Hallazgo arqueológico en Chile revela presencia humana en América hace 18.000 años


¿Cuándo llegó el ser humano a América? 

El hallazgo vuelve a abrir el antiguo debate en torno a cuándo se dio el poblamiento humano de América, aunque en los últimos años ha ido creciendo un consenso entre los científicos que apunta a una llegada hace más de 15.000 años. 

Durante la expansión humana por todo el mundo partiendo desde África, América estaba demasiado aislada como para que cualquier tipo de animal terrestre pudiese llegar desde otras partes del mundo. Solo durante las llamadas Eras de Hielo estuvo conectada a su vecina Asia. En esos tiempos el nivel del mar bajó decenas de metros, por la acumulación de agua en los continentes en forma de glaciares. Esto dejó al descubierto una inmensa extensión de tierra de lo que hoy es el fondo del Mar de Bering. 

Este puente de miles de kilómetros cuadrados permitió la entrada de gran cantidad de especies animales a América, incluido el ser humano. El llamado Puente de Beringia se formó dos veces: existió hace unos 40.000 años, pero solo durante unos 4.000 años, y luego volvió a emerger hace unos 25.000 años, y permaneció hasta hace unos 10.000 años. 

¿Pero cuándo decidió el hombre cruzar el Puente de Beringia? Diversos yacimientos de América del Norte presentan una antigüedad que ronda los 14.000 años de máximo, lo que llevó a pensar que los humanos habrían entrado poco antes de la desaparición de esa franja de territorio emergido. Pero desde hace un tiempo se están obteniendo dataciones de yacimientos del remoto sur del continente con esa misma antigüedad, o más. Lo que permitiría pensar en una entrada anterior, cercana a los primeros tiempos de la segunda formación del puente. 

Los autores del estudio publicado en PLoS ONE dicen que sus datos sugieren que podríamos haber encontrado con humanos en América mucho antes de 15.000 años atrás. 

Además, está la evidencia genética. “Los genetistas que estudian América dicen que se requieren al menos 20.000 años para explicar la diversidad genética que se ve entre la población americana indígena”, dice Tom Dillehay. “Si hay gente en Monte Verde cerca de 18.000 a 19.000 años atrás, entonces es muy probable que hubiese gente en el norte de América por lo menos unos 20.000 años atrás”. 

“Podemos ver sitios en el norte con fechas de hace entre 14.500 y 16.000 años, como Gault y Friedkin en Texas; Cactus Hill en Virginia; o Paisley Cave en Oregon”, agrega Dillehay. “Pero no tenemos nada muy sólido más allá de hace 16.000 años. En Suramérica hay algunas posibilidades de sitios de 19.000 a 22.000 años de antigüedad en Brasil”. 

Similar es la opinión de José Luis Lanata, investigador del Conicet y director del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio de Argentina, que no formó parte del estudio. “Con una datación cercana a los 18.000 años en Monte Verde, toma sentido lo que está sucediendo en Pedra Furada, Brasil, con dataciones similares, o con Arroyo Seco, provincia de Buenos Aires, Argentina, o Tres Arroyos en Tierra del Fuego”, dice. 

También está la pregunta de cuál fue la ruta de poblamiento del sur del continente. Monte Verde es un yacimiento cercano a la costa del Pacífico del actual Chile, y a la vez está cerca de pasos de montaña hacia la Patagonia argentina que son más transitables que los pasos del norte de Chile y Argentina que se utilizan hoy en día. 

“Trabajos recientes están demostrando que hay una importante entrada de poblaciones en el norte de Patagonia que vienen del Pacífico”, dice Lanata. “Tampoco nos olvidemos que del otro lado de la cordillera de los Andes hay sitios de 13.000 a 14.000 años de antigüedad, y una extinción abrupta de la megafauna patagónica hace 18.000 años , que puede estar relacionada con la llegada de los humanos”. 

“No sabemos todavía cómo fue el poblamiento de América, pero estoy convencido que hubo varias rutas para poblar América, pero lo más probable, por el momento, es por la costa”, concluye Tom Dillehay.

Vikingos, verdades y mentiras de los sanguinarios asesinos del norte


«Nunca antes ha aparecido tal terror en Gran Bretaña como el que hemos sufrido de la raza pagana […] Los paganos derramaron la sangre de los santos alrededor del altar, y pisotearon los cuerpos de los santos en el templo de Dios, como el estiércol en las calles» 

Está claro que esta no fue la mejor carta de presentación de los vikingos al resto del mundo. El tiempo hizo el resto, y los hombres del norte pasaron a formar parte del imaginario popular como una de las culturas y sociedades más temidas de toda la Historia.

Saquearon, sí. Atacaron, sí. Piratearon, sí. Guerrearon, también. Sin embargo, los vikingos fueron mucho más que saqueadores, piratas o guerreros. Los vikingos también —y sobre todo— fueron granjeros, audaces comerciantes, excelentes navegantes con barcos de avanzada tecnología para su época, magníficos y delicados poetas y gente de un gusto refinado por el arte, prueba de ello son sus piedras rúnicas y otros objetos cotidianos decorados con deliciosos gusto. Los vikingos también poseían un jerarquizado entramado social en el que la mujer tenía un estatus y un papel realmente importante. Un sistema en el que el esclavo podía ser liberado y el rey era escogido… y depuesto si se daba el caso. Los hombres del norte, además, desarrollaron un intricando y complejo sistema legal que les llevó a la creación de uno de los primeros parlamentos conocidos en el mundo, el thing de Islandia. Numerosos hallazgos arqueológicos nos han permitido conocer abundantes utensilios relacionados con el cuidado personal —peines, sets de aseo, pinzas, tijeras— y ricas telas y refinadas joyas, lo que nos permite saber que eran una sociedad que cuidaba su higiene y su aspecto.

Y qué decir de ellos como comerciantes. Los vikingos abrieron nuevas rutas de exploración a través del Báltico y del Este; siguiendo los ríos Volga y Dniéper los vikingos fundaron emporios comerciales en la Europa eslava y llegaron a lugares tan lejanos como Constantinopla, Jerusalén, Bagdad o el Mar Caspio. A través de estas rutas comerciales los vikingos importaron plata, seda, especias, armas, vino, vidrio, cerámica y piedras preciosas; y exportaron esclavos, miel, trigo, estaño, lana, pieles y cuero, plumas y halcones, marfil de morsa y ballena y ámbar.

El conocidísimo barco vikingo de zoomorfas proas convirtió a los hombres del norte en exploradores y colonos, llevándolos a territorios que hicieron suyos como Inglaterra, Irlanda, Islandia, Groenlandia o las costas de Canadá, entre otros.

Entonces, ¿qué o quiénes fueron los vikingos? El vikingo fue el hombre que vivió en los territorios de la península escandinava que hoy son Suecia, Noruega y Dinamarca —a los que se añadieron otros a medida que avanzaba la Era Vikinga— entre finales del siglo VIII y finales del siglo XI. Fue granjero en invierno, pirata en verano, comerciante en el este, guerrero en el oeste, saqueador, incursor, colono, aventurero, escaldo y poeta, artesano, astrónomo, el más fiel de los amigos, el más fiero de los enemigos, rey o esclavo, pagano y, a veces, cristiano. El vikingo fue un hombre —y mujer— sorprendentemente polifacético y autárquico: balanza de pesar plata en una mano y hacha o espada en la otra (como apunta el conocido autor Régis Boyer en su obra La vida cotidiana de los vikingos) erigía sus casas, mantenía su ganado, pescaba su comida, araba sus tierras, tejía su ropa, construía sus barcos, adoraba a sus dioses y se movía motivado por algo tan básico y tan importante como era conseguir bienes y riquezas; bien mediante el saqueo, bien mediante el comercio.

26 de noviembre de 2016

De mitos y profecías: La Muerte de Fidel marcado con el N° 5 predice movimientos de Crisis y Transformacion


Resultado de imagen para PROFECIA DE OTRA REVOLUCION EN CUBA

Asi como se le atribuye a Fidel Castro la prediccion en 1973 de la apertura de Dialogo de Cuba con el imperio del norte; “Estados Unidos vendrá a dialogar con nosotros cuando tenga un presidente negro y haya en el mundo un Papa latinoamericano”. Tambien existe otra prediccion de "Fidel" en cuanto a la edad de oro de Cuba 2025, cuyo inicio se le atribuye tras lo acuerdos favorables que en materia economica lograron con la apertura de Dialogo con Estados Unidos en el 2015, pero su muerte acaecida el dia de ayer 25/11/2016 queda marcada, segun los estudiosos de la numerologia con el numero 5.

El numero 5 está situado en el centro de la escala numérica, representa la lucha por la libertad que el ser humano tendrá que enfrentar ya que al estar a medio camino entre el 1 y el 10, en el centro de la serie necesita salir, activarse para poder moverse. Tiene relación con el resto de los números al encontrarse en el medio. Pero viene a rompe la rutina y el método del número 4 y a ser el motor iniciador del reconocimiento de las emociones del número 6.

Todos los misterios de la Magia, todos los símbolos de la Gnosis, todas las figuras del ocultismo, todas las claves Cabalísticas de las profecías son marcadas coincidentemente por el número 5 y simbolizadas con el Signo del Pentagrama que Parace proclamarlo como el mayor y mas poderoso de todos los signos.

La relación más conocida del número 5 con la magia o los misterios ocultos se asocia a la carta número 5 del Tarot : “EL Hierofante”, cuyo significado proviene de las palabras griegas “hiero”, sagrado y “phantes”, el que muestra, de aquí se le atribuye el nombre de “maestro de los misterios sagrados”.

La energía numerológica del 5 provoca movimientos y crisis, transforma y empuja a hacer cambios primero físicos y luego de consciencia, su inagotable curiosidad y necesidad de conocimiento nos hace buscar la verdad a través de la expansión de la conciencia y del conocimiento de las verdades básicas que originan la vida, el 5 no se conforma tiene que explorar sus múltiples posibilidades, saber de su destino y de los medios para la realización del mismo, su vibración nos provoca conectarnos con la vida.

Es por ello que a partir de su muerte se anuncian movimientos de cambio no solo en lo politico si no en los economico y social, colocandose como fecha de termino de la CUBA de la Revolucion el año 2020 (Crisis, Transformacion, Consolidacion y Proclamacion).

Ni nostálgico ni regresivo se muestra Cuba año 2025. A lo más, vendría a ser una suerte de utopía pragmática –si tal oxímoron fuese posible− confiada en las resoluciones políticas que puedan echar luz sobre el nuevo modelo. Además, este modelo trae consigo un talón de Aquiles estructural: la perduración de la doble moneda. A contracorriente y bajo ese principio “pragmático” aparecen sus tres predicciones. En primer lugar, el escenario pesimista: el retorno de la supremacía norteamericana, involución hacia la condición de “república bananera”. Es el escenario “pesimista improbable” y “hay que descartarlo de hecho”, dice el autor. En segundo lugar, el escenario conservador: las decisiones internas perpetúan los elementos negativos del último medio siglo. Hay esfuerzos sin logros, vuelve a reiterarse como un mantra el “rectificamos o nos hundimos”. Pero señala: “como el pueblo no está dispuesto a esperar cincuenta años más el advenimiento del modelo este escenario es poco factible de concretarse”. Por último, el escenario optimista −para Ferrán Oliva, único escenario posible−: el pragmatismo enfrenta al establishment y es continuado por quienes dirigen el país desde 2018.

El paisaje hacia el 2025 sería, entonces, más o menos este: por un lado, la consolidación de los cuentapropistas y de una clase campesina productora; por otro lado, el desarrollo de un mercado interno y de nuevas inversiones. Todo esto trae consigo un corolario: “el verdadero estímulo no es el dinero, sino lo que puede hacerse con él”. Y continúa: los resultados se atisban hacia fines del 2016 junto con una avalancha turística cercana al 2018, año en que se esperan elecciones. El panorama anuncia la continuidad del monopartidismo y el modelo se ajusta a una “economía mixta socialista”: “predominan las decisiones de un gobierno cuyo objetivo será el hombre, sin soslayar los imperativos económicos. Los resortes financieros serán un medio y no un fin”. Sigue prediciendo: el Estado tendrá la propiedad absoluta de las actividades que considere estratégicas; Cuba tendrá un crecimiento del 7%, continuará como “un país en despegue”. La resolución, como se anunciaba desde el inicio, es heterodoxa: “el sempiterno mercado tiene la clave, pero el neoliberalismo ha evidenciado que es un mal amo. Sin embargo, la experiencia china sugiere que puede ser un excelente empleado”. Y finalmente sintetiza:

“la Revolución fue necesaria. Adoptó el modelo posible en las condiciones iniciales; con el paso del tiempo dicho patrón se aberró. No se trata de remendarlo sino de cambiarlo. El nuevo desiderátum implica mantener la soberanía nacional, fijar al ser humano como centro de los objetivos económicos y sociales; superar el subdesarrollo y evitar el reparto equitativo de la pobreza; observar el respeto a la naturaleza, y obtener estos logros en forma democrática. Se dice fácil. Hállese el modelo o modo adecuado y bautícese después”.

Contradicción aparente entre el mito inaugural y la tierra prometida. Pero, precisamente, en ese lugar incómodo o intersticial deposita sus tesis Ferrán Oliva. No faltará quien diga (y con acierto) que en última instancia, el derrotero del modelo no se resuelve en estas páginas, sino durante el VII Congreso del Partido Comunista Cubano a realizarse entre el 16 y 18 de abril. Allí aparecerán las verdaderas tácticas hasta 2030 y podrá evaluarse si el ajuste y los nuevos lineamientos coinciden con estas profecías económicas. Mientras tanto, el libro deja su huella triunfante anclada en la única tesis que expone como realmente predictiva, la optimista; hasta ahora, único paraje “científico” de todas las predicciones que circundan las costas de este anunciado, aunque todavía incipiente, desbloqueo.

25 de noviembre de 2016

SEPA POR QUE EL PRESIDENTE DE VENEZUELA SUFRIO UN ATENTADO EN 1960

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El 24 de junio de 1960, Día del Ejército y de la Batalla de Carabobo, registra un criminal y alevoso atentado ocurrido en horas de la mañana contra la vida del presidente de la República, Rómulo Betancourt, que le ocasionó heridas de consideración, por lo que fue necesario internarlo en el Centro Asistencial del Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria junto con el ministro de la Defensa, general de brigada, Josué López Henríquez y su señora esposa.

El presidente Betancourt fue atendido de urgencia por presentar quemaduras de consideración en las manos, brazo y cuero cabelludo. El ministro de la Defensa, general Josué López Henríquez sufrió quemaduras de consideración, lo mismo que su esposa. También sufrieron heridas varios miembros de la guardia y escolta presidencial.

El frustrado magnicidio ocurrió cuando el Presidente de la República se dirigía con su comitiva oficial por la avenida Los Próceres para estar presente en los actos conmemorativos de la Batalla de Carabobo. Al pasar exactamente frente al edificio donde funciona el Círculo Militar, un vehículo estacionado al lado de la vía hizo explosión alcanzando con su onda de fuego al automóvil presidencial y demás vehículos que lo seguían. Muerto en el instante, cubierto por las llamas, quedó el jefe de la Casa Militar, coronel Ramón Armas Pérez y herido de gravedad el escolta motorizado que iba adelante.

La explosión fue activada a control remoto utilizando un trasmisor de microondas previamente colocado en el automóvil incriminado en el hecho que resultó ser verde de la marca Oldsmobile. El despliegue policial coordinado fue de inmediato y en cuestión de horas hallado el trasmisor arrojado por un barranco de la vieja carretera hacia La Guaira y capturados como autores del frustrado magnicidio Luis Cabrera Sifontes, Lorenzo Mercado, Manuel Vicente Yánez. Bustamante, Eduardo y Ángel Morales Luengo y Juvenal Zabala, piloto del avión de Ransa que trajo el trasmisor desde Santo Domingo, gobernada por el dictador Rafael Leonidas Trujillo, también implicado en el atentado.

Las investigaciones posteriores llevaron a determinar que a principios de 1960, Trujillo, asistido por un grupo de militares derechistas venezolanos y con la asesoría del jefe del SIM, Abbes García, inició la organización de un atentado contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt, luego que este denunciara la dictadura y llevara el caso ante la OEA. 

Como consecuencia, los cancilleres de la Organización de Estados Americanos acordaron el 20 de agosto de 1960, condenar al Gobierno dominicano y romper todas relaciones con éste, imponer sanciones económicas al país y establecer un bloqueo. Dentro de las sanciones se encontraba la sentencia del pago del azúcar vendido a Estados Unidos que envolvía una suma cercana a los vente millones de dólares. 

Los Estados Unidos, antes aliada del régimen, retiran su misión diplomática y sólo deja al cónsul Dearborn, quien en un informe al Departamento de Estado señaló que la decisión de Antonio de la Maza de eliminar al tirano es definitiva, que el héroe es incontrolable.

Frente a la crisis desatada, Trujillo decidió ordenar la renuncia del presidente, su hermano Héctor Bienvenido Trujillo Molina, reformó una vez más la Constitución y llevó al vicepresidente Joaquín Balaguer, a la primera magistratura del Estado, quien fue juramentado como presidente, el 3 de agosto de 1960.

El período de Rómulo Betancourt fue bastante agitado toda vez que hubo varios alzamientos militares (antes en el exilio trataron de aplicarle una inyección letal). Dos años luego del atentado, en 1962, hubo varios alzamientos militares que recibieron los nombres de “Carupanazo” y “Porteñazo”, por haberse desarrollado en las ciudades de Carúpano y Puerto Cabello, respectivamente.

CARICATURAS; NUESTRO TIO SIMON

22 de noviembre de 2016

Dicho por Bolívar: López Méndez fue el verdadero libertador (BBV, 134)






Un libertador olvidado por sus compatriotas, olvidado como la mayor parte de todos los héroes civiles de la Independencia y los que se sacrifican por la patria civil en Venezuela. Aunque no queremos hacer diferencias entre civiles y militares, si queremos resaltar la “cruzada” que tenemos una buena parte de los historiadores y ciudadanos, por valorizar una memoria integradora de todos los que construyen el país, y no sólo por los que lo hicieron por las armas. 

La biografía número 134 de El Nacional puede ser considerada un gran aporte a nuestra historia, porque ofrece luz en las “sombras” de la vida de un personaje tan importante en el nacimiento de Venezuela como fue Luis López Méndez (1758-1841). Y digo “sombras” porque esta palabra es la usada por su autor: Edgardo Mondolfi Gudat (Doctor en Historia de la UCAB y Magister en Estudios Internacionales por The American University), para describir como en comparación con el resto de los agentes enviados en misiones al extranjero por la Junta Suprema instalada en Caracas el 19 de abril de 1810, López Méndez no poseía una biografía amplia y documentada (y digo poseía, porque ahora tiene la que estamos comentando, a pesar de ser tan breve).

El autor demuestra con su escrito la tarea detectivesca de todo historiador, al buscar información que se encuentra en las sombras. Es así como al escudriñar en la correspondencia de los cercanos y en los documentos del Foreign Office, pudo ofrecernos una visión global de la vida del prócer - aunque señalando las “lagunas” temporales que se mantienen sobre su vida -. Concluyendo que los grandes aportes de Luis López Méndez para la Patria fueron la tarea de observar desde afuera la diplomacia británica y lograr saber cuándo presionar en pro del reconocimiento de la causa emancipadora, además de servir de propagandista de esta causa en el Reino Unido y Europa por medio de la escritura en la prensa londinense (periódico The Morning Chronicle), y promover la recluta de voluntarios de los soldados “desempleados” de las guerras napoleónicas para ser enviados a Venezuela (p. 14).

Esta labor la llevó a cabo en su larga estancia en Londres desde 1810 hasta 1825 en medio de grandes dificultades: el Estado naciente de Venezuela no le daba apoyo económico ni información necesaria para llevar a cabo su misión, y el gobierno británico no lo terminaba de reconocer como embajador por su alianza con España. Incluso tuvo que padecer prisión por las deudas que adquirió.

A diferencia de muchos de los próceres que eran bastante jóvenes, López Méndez viaja en la misión descrita cuando tenía 52 años, y era un ferviente católico. Se podría decir que era un “liberal conservador”, a diferencia del pensamiento ilustrado radical que mantenía muchos republicanos. Es hermoso saber, además, que las primeras representaciones de los autonomistas (o republicanas) de Iberoamérica en Londres fueron las de Caracas y Buenos Aires; y que ambas se apoyaron en la tarea común de la emancipación (aunque en muchas ocasiones se dieron algunos conflictos). El historiador Mondolfi resalta el espíritu “integracionista” del biografiado en este momento fundacional de nuestros países.

Sus días finalizarán en Chile al igual que el otro agente venezolano (Andrés Bello), pero no se conocen con gran detalle los años de 1826 hasta su muerte en 1841 en estas tierras. La biografía no da detalles sobre la vida de su esposa y sus hijos (aunque si se sabe que uno muere en batalla), y si se logró dar el reencuentro de la familia. Uno de los grandes problemas con López Méndez es lo poco que dejó para que lo recordáramos, pero a pesar de ello se la ha hecho justicia con este texto y; posiblemente en un futuro no muy lejano podamos tener la suerte de aclarar las sombras de su vida y la de tantos que aportaron en la construcción de nuestro nación.

El Jefe indio más famosos del lejano Oeste : Tatanka Iyotanka (Toro Sentado)


Este conocido indio del lejano Oeste, fue jefe de la tribu Siux Hunkpapa durante muchos años. Su fama se popularizo al derrotar a 7mo. regimiento de caballería de los Estados Unidos (al mando del Gen. Custer), en la batalla de Little Big Horn en 1876. De mayor sintió atracción por las danzas místicas que tenían como objetivo expulsar al hombre blanco de sus tierras. Los norteamericanos consideraron esas danzas una amenaza y tanto él como su hijo fueron asesinados el 15 de diciembre de 1890 en la reserva india Standing Rock.

De joven, Toro Sentado, tuvo la premonición que derrotaría a la caballería y esta se convirtió en realidad en la contienda de Little Big Horn. Meses después de la victoria fueron obligados por el ejército norteamericano a abandonar los Estados Unidos y se instalaron en la región montañosa de Saskatchewan en Canadá, en donde permanecieron hasta 1881, momento en el que se rindió a las fuerzas estadounidenses. Un pequeño grupo de indios decidió quedarse en Canadá. Después de su regreso a los Estados Unidos, tuvo un breve recorrido como intérprete en el espectáculo de Buffalo Bill, ganando 50 dólares por semana.

Luego de trabajar con Bufalo Bill, Toro Sentado volvió a la reserva Standing Rock en Dakota del Sur. Debido a los temores de que usaría su influencia para apoyar "la Danza de los Espíritus" el gobierno norteamericano ordenó su detención. Durante un forcejeo recibió un disparo en la cabeza. Sus restos fueron posiblemente exhumados y enterrados cerca de Mobridge, Dakota del Sur por su familia.

Sus primeros años
Muchas fuentes afirman que Tatanka Iyotanka nació en un tipi (tienda tradicional indoamericana) en Dakota y fue criado para ser un guerrero. Su bisnieto Ernie Lapinte sostiene que Toro Sentado nació en el rio Yellowstone cerca de la actual cuidad de Miles en Montana. 

En sioux, Tatanka Iyotanka significa "Bisonte Macho Sentado". El nombre de Toro Sentado es la traducción del apelativo que se le dio en inglés, Sitting Bull, puesto que bull, además de significar toro, se utiliza para denominar a otros machos similares a los vacunos, como los bisontes.

En la guerra de Dakota de 1862, los Sioux mataron a 600 colonos y soldados en el centro-sur de Minnesota, en respuesta a los malos tratos que el gobierno de Estados Unidos les proporcionaba. A pesar de estar involucrado en la guerra civil americana, el ejército de Estados Unidos tomó represalias en los años 1863 y 1864, incluso en contra de grupos tribales que no habían participado en las hostilidades. En 1864, dos brigadas de cerca de 2200 soldados al mando del brigadier general Alfred Sully atacaron un poblado Siux. La defensiva indígena fue liderada por Toro Sentado, Gall y Inkpaduta. Los Sioux fueron expulsados, pero las escaramuzas continuaron todo el año.

En septiembre, Toro Sentado y alrededor de 100 Sioux Hunkpapa se encontraron con un pequeño grupo de militares al mando del capitán James L. Fisk que habían quedado retrasados para efectuar algunas reparaciones en un vagón volcado. En la contienda, Toro Sentado recibió un disparo en la cadera izquierda. La bala salió a través de la espalda, y la herida no tuvo complicaciones.

Guerra de Nube Roja
Toro Sentado lideró numerosas batallas en contra del fuerte Berthold, el fuerte Stevenson y el conocido como fuerte Buford desde 1865 hasta 1868. Participó en la guerra de Nube Roja (también conocida como Guerra de Bozeman o la Guerra del río Powder) atacando fuertes que se encontraban en la orilla del río Powder en Montana. La conocida como guerra de Nube Roja, estaba liderada por otro famoso guerrero indoamericano llamado Nube Roja (en Sioux Makhpyia-luta).

A principios de 1868, el gobierno de EE.UU. propuso una solución pacífica a la guerra de Nube Roja y estuvo de acuerdo a las demandas Sioux que los fuertes Phil Kearny y CF Smith sean abandonados. Algunos jefes Sioux firmaron el Tratado de Laramie el 2 de julio de 1868 en el fuerte Rice cerca de Bismarck en Dakota del Norte. Toro Sentado no estuvo de acuerdo con el tratado y siguió atacando a los fuertes en la parte superior del área de Missouri hasta principios de 1870.

Los acontecimientos de 1867-1868 marcan un período histórico en la vida de Toro Sentado. De acuerdo con el historiador Stanley Vestal, Toro Sentado se hizo en este momento "Jefe Supremo de toda la Nación Sioux". Más tarde, los historiadores y etnólogos refutaron este concepto de autoridad, dado que la sociedad Lakota estaba muy "descentralizada" y cada grupo tomaba sus propias decisiones.

La batalla de Little Big Horn
Después de que el Tratado de Laramie en 1868 se produce la creación de la Gran Reserva Sioux. Muchos tradicionales guerreros sioux, como Nube Roja y Cola Manchada se trasladaron a residir con carácter permanente en las reservas. Muchos otros jefes, entre ellos Toro Sentado y miembros de su banda se negaron a establecerse en las reservas.

En 1876 diferentes banas Sioux y Cheyenne llegaron al campamento de Toro Sentado para evadir al ejército norteamericano, el cual había dado un ultimátum a los indios que vivían fuera de las reservas. Toro Sentado tomo un papel activo en lo que llamo "campamento de la unidad" y envió exploradores a las reservas para reclutar guerreros, al los cuales recompensaba si se le unían. Durante el transcurso del año, el campamento de Toro Sentado fue creciendo continuamente, y se estimaba que llego a congregar 10.000 personas.

Toro Sentado popularizo su fama al conducir 3500 nativos Sioux y Cheyenne contra el Séptimo de Caballería, que estaba bajo las órdenes del General George Armstrong Custer, en la batalla de Little Big Horn el 25 de junio de 1876, en la que los estadounidenses resultaron derrotados.

Custer y su regimiento atacaron el campamento asentado en el pequeño río Big Horn el 25 de junio de 1876. El Ejército de los EE.UU. no se había dado cuenta de cuán grande era el campamento. Más de 2.000 nativos americanos habían dejado sus reservas para seguir Toro Sentado, inspirados por la visión de Toro Sentado, quien "vio" soldados estadounidenses muertos tras un enfrentamiento con miembros de las tribus Cheyenne y Lakota. Custer perdió terreno rápidamente y se vio obligado a retirarse. Las tribus efectuaron un contra-ataque contra los soldados en un cerro cercano, aniquilando la mayor parte de ellos.

Las celebraciones por la victoria duraron muy poco. La conmoción pública e indignación por la muerte de Custer y por la derrota, llevó al gobierno de Estados Unidos a asignar miles de soldados a esta zona. Durante el año 1877, las nuevas fuerzas militares obligaron a muchos de los nativos americanos a rendirse. Toro Sentado se negó a rendirse y en mayo de 1877 llevó a su grupo a las montañas de Saskatchewan en Canadá. Permaneció en el exilio durante muchos rechazando el indulto y la oportunidad de regresar al país que le ofrecía el gobierno de Estados Unidos.

La Rendición
El hambre y el frío forzaron a Toro Sentado, su familia, y cerca de 200 Sioux a regresar a los Estados Unidos el 19 de julio de 1881. Dos semanas más tarde, el ejército transfirió a Toro Sentado y su grupo desde el fuerte Yates a un puesto militar ubicado junto a la reserva india de Standing Rock, que se extiende a ambos lados de la frontera actual entre Dakota del Norte y Dakota del Sur.

Toro Sentado junto a Bufalo Bill
En 1884, Toro Sentado abandonó la reserva para unirse al show de Buffalo Bill llamado "Cody Wild West Show". Toro Sentado obtuvo cerca 50 dólares a la semana solo por mostrarse en el show vestido con ropas ceremoniales. Algunos afirman que maldecía a su público en su lengua nativa durante los espectáculos.
Toro Sentado permaneció en el espectáculo durante cuatro meses antes de regresar a la reserva. Durante ese tiempo, el público comenzó a considerarlo como una celebridad y un romántico guerrero. Ganó una pequeña fortuna autografiando fotografías, aunque a menudo dio su dinero a las personas sin hogar y mendigos.

Cuando ya fue mayor, Toro Sentado se sintió atraído por unas danzas indígenas de carácter místico, cuya ejecución buscaba expulsar al hombre blanco de las tierras de los nativos. El gobierno estadounidense vio en estas danzas una amenaza y envió en una ocasión policías nativos para detener al antiguo jefe. En el alboroto que se originó, Toro Sentado y también su hijo resultaron muertos.

Con el tiempo, Toro Sentado se convirtió en un símbolo y arquetipo de los movimientos de resistencia indígenas de América.

Boris v. Castañeda para LaReserva.com

20 de noviembre de 2016

Andrew Jackson: el presidente genocida y populista cuyas políticas exterminaron a miles de indios.

Andrew Jackson: el presidente genocida y populista cuyas políticas exterminaron a miles de indios. El político fomentó en 1830 la «Ley de desplazamiento forzoso» de los nativos americanos. El objetivo: expulsarles de sus tierras. Su racismo durante la campaña electoral solo es comparable al que ha mantenido Trump a día de hoy.

A pesar de que el misterio no se desvelará hasta dentro de algunos meses, la historia no parece poner sobre la mesa precedentes demasiado halagüeños. Y es que, el último presidente norteamericano con el que se vivió una situación parecida fue Andrew Jakson. Un político del siglo XIX que cumplió las amenazas que había hecho durante toda la campaña electoral y expulsó a miles de nativos americanos de sus tierras.
El hombre que odiaba a los indios

Desde que viniera al mundo en 1767, Andrew Jackson (hijo de inmigrantes irlandeses) destacó por su altanería. Así lo demostró allá por la década de los ochenta cuando -con 13 años y tras unirse a la milicia que combatía contra Gran Bretaña-, fue capturado por los ingleses.

Según se cuenta, un oficial británico se le acercó y le ordenó que le limpiara los zapatos, a lo que el futuro presidentes respondió de la siguiente forma: «Señor, soy un prisionero de guerra y exijo ser tratado como tal». Sus palabras le valieron unas cuantas cicatrices, pero también demostraron que -como Trump- este joven tenía ya un alto concepto de sí mismo.

«Toda la Nación Cherokee debería ser exterminada»

Durante toda su juventud se destacó como una persona con un terrible temperamento y que siempre andaba buscando pelea. Con todo, el paso de los años le hizo sentar la cabeza y licenciarse en leyes. No se le deberían dar mal, pues en 1796 participó en la redacción de la Constitución de Tennessee, fue nombrado congresista y, apenas dos años después, inició una carrera fulgurante como juez del Tribunal Supremo de Carolina del Sur. Sin embargo, Jackson no es recordado a día de hoy por sus andanzas con la toga, sino por su faceta militar, la cual empezó a cultivar en 1802 cuando empezó su nueva labor como capitán general de las milicias de Tennessee.

Su vida transcurrió relativamente tranquila hasta el año 1812, cuando -tras reunir un ejército de 50.000 hombres- recibió el encargo de combatir a la tribu de los indios creeks, los cuales se habían aliado con los ingleses con el objetivo de expulsar a los estadounidenses de sus tierras.

Imagen relacionadaFue en esos años cuando nuestro Andrew cultivó a fuego lento su racismoy su odio hacia los nativos, a los que «cazaba» con sus soldados independientemente de que fueran hombres, mujeres o niños. Para él no eran personas, sino «perros salvajes», como solía afirmar. De hecho, durante su vida alardeó de haber «conservado siempre el cuchillo de escalpar a aquellos [indios] a los que había matado».

Durante el transcurso de aquella campaña, Jackson supervisó como general el asesinato (o más bien la masacre) de más de 800 indios creeks de todas las edades y ambos sexos. Cuerpos que luego fueron mutilados y a los quese les cortó la nariz con el objetivo de tener una prueba de su fallecimiento.

Todo ello, por cierto, acompañado de su desollamiento. Y es que, Jackson era partidario también de cortar largas tiras de piel de los nativos con el objetivo de fabricar macabras bridas para los caballos. Así se fraguó su aversión a los indios. Un carácter que, posteriormente, le haría decir cosas como que «toda la Nación Cherokee debería ser exterminada» y afirmar que lo mejor era acabar con las mujeres indias para que no se reprodujeran.
Campaña populista

Con los años, su racismo fue creciendo a la par que su fortuna y su reputación militar (no en vano logró grandes victorias para el ejército americano como la de Horseshoe Bend). También ganó cierta popularidad combatiendo contra los españoles (el otro pueblo al que más odiaba después de los indios) y, posteriormente, contra los indios seminolas en La Florida.

Aquellas contiendas le hicieron ser considerado un héroe militar para el pueblo norteamericano, algo que aprovechó para presentarse a las elecciones en 1824. No le fue mal, pero la igualdad de los resultados y el que sus dos enemigos políticos se asociaran contra él, le hicieron perder el puesto.

Cuatro años después, Jackson volvió a la carga. Esta vez, en las elecciones de 1828. Aquel año, los Estados Unidos vivieron una de las campañas electores más sucias y barriobajeras de la historia de la democracia. Y es que, tanto nuestro protagonista como su contrincante (John Quincy Adams) utilizaron todo tipo de ataques contra su contrario para tratar de descalificarle. El militar y jerifalte dijo de su contrincante que era un «violador del día del reposo» por viajar en domingo, que era un alcohólico y que usaba fondos públicos para comprar «muebles de juego» para su propia casa. Todo mentira.

Por su parte, Quincy tampoco se mordió la lengua y dijo de Jackson que era un «hombre crudo e ignorante»; llamó a su mujer bígama afirmando que había contraído matrimonio con él sin haberse divorciado (algo que era mentira); y acusó a su madre de conducta inmoral. Dicen que el militar, frio como un témpano de hielo habitualmente, no pudo evitar romper a llorarcuando leyó la cantidad de calumnias que se estaban vertiendo sobre él.

Jackson tomó oficialmente el poder en 1829, y el recibimiento que le dio la población no pudo ser mejor. De hecho, el senador Daniel Webster (presente en el acto) vio como «el presidente del pueblo» -como le llamó- fue apretado y aplastado por sus eufóricos seguidores. «Nunca antes me ha tocado ver por aquí tanta multitud. Hay personas que han viajado 500 millas para ver al general Jackson y en verdad parecen convencidas de que el país ha sido rescatado de algún desastre», señalaba.

Cuando Jackson ascendió al poder la situación con los indios americanos era sumamente tensa. Apenas unos años antes, en 1815, el país comenzó a expandise hacia el oeste y se topó de bruces con las tribus de indios norteamericanos que habitaban el país desde hacía siglos. Aquellas tierras ocupadas despertaron los deseos de las colonias, las cuales iniciaron una serie de campañas para lograr que los emplumados viajasen más al oeste a cambio de todo de regalías económicas.

De hecho, ya durante el mandato de Jefferson (en el cargo entre 1801 y 1809) se había establecido que los únicos nativos que podrían quedarse al este del Mississippi serían aquellas que se «civilizaran» y pudieran convivir con el «hombre blanco». En base a ello, las que se habían mantenido en la región eran las tribus chicksaw, choctaw, creek, seminola y cheroqui. Estas, a cambio de mantener sus territorios, habían fijados sus asentamientos, labraban la tierra, dividían sus terrenos en propiedades privadas y habían adoptado la democracia. Algunas llegaron a hacerse cristianas (al menos en apariencia) para no ser expulsadas de la zona.
Deportaciones en masa

Poco duraron las dudas sobre las políticas que iba a esgrimir Jackson. En 1830, apenas un año después de tomar el poder, decidió solucionar el problema indio por las bravas. Esto es, creando una ley para deportarlos todavía más al oeste. «Ese año se aprobó la Ley del Traslado Forzoso de 1830, que obligaba a los indios a trasladarse a tierras al oeste del Mississippi y facultaba al presidente de los Estados Unidos a actuar contra todos los que se encontraran al este de dicho río», explica el divulgador histórico Gregorio Doval en su obra «Breve historia de los indios norteamericanos».

Oficialmente, el político tomó esta decisión por la necesidad de tierras en las que producir algodón y por «seguridad nacional» (evitar conflictos entre indios y estadounidenses). Sin embargo, expertos como Doval son partidarios de que, además de estas dos causas y de su propio racismo, Jackson también buscaba crear una barrera humana entre los Estados Unidos y las regiones bajo dominio de otras potencias trasatlánticas. «Con ellos, Jackson no solo perseguía vaciar de conflictos indios los territorios colonizados al oeste del Mississippi, sino también crear un cinturón de seguridad ante la amenaza ritánica y española que seguía instalada en amplios territorios estadounidenses».

Independientemente de la causa, en la práctica se instó a decenas de miles de indios a abandonar las casas en las que vivían (sus tierras desde hacía siglos) para partir hacia territorios «reservados» (o «reservas»).

«Se estima que, como resultado de esta política, unos 100.000 indios fueron trasladados al Oeste, la mayoría de ellos durante la década de 1830. Fue entonces cuando se empezó a hablar del “Territorio Indio”, un hipotético enclave a determinar donde los pueblos indios tendrían un hábitat asegurado “para siempre”», explica Doval. Esa era, al menos, la teoría. En la práctica, por el contrario, serían expulsados también de aquellas zonas con el paso de los años.

A nivel oficial, Jackson afirmaba que los nativos tenían la posibilidad de negarse a este «realojamiento» (una palabra, por cierto, usada posteriormente por los nazis con un sentido similar -el de campos de concentración-) y mantener su vivienda en territorio estadounidense. Sin embargo, la realidad fue que el gobierno (a la cabeza del cual se encontraba el presidente) ejerció una presión brutal sobre los jefes tribales para que se marcharan. Además, dejaban claro que, ante la negativa, usarían la fuerza. Así es como se hizo válido el lema que muchos atribuyen al político (aunque se procedencia es discutida): «El mejor indio es el indio muerto».
Nuevas elecciones y nuevas guerras

Con el paso de los años fueron muchas las tribus que esperaron a que las elecciones de 1832 trajeran nuevos vientos políticos. Al fin y al cabo... ¿Eran los hombres blancos tan racistas como para reelegir a Jackson? Parecía imposible. Sin embargo, así fue. A partir de ese momento multitud de jefes se armaron para defender sus territorios y aquellos que ya se habían declarado en guerra contra los Estados Unidos recrudecieron sus campañas para lograr mantener las tierras que, por tradición, les pertenecían.

Una de las contiendas más crudas de esta época fue la que enfrentó al gobierno de los Estados Unidos contra el jefe «Halcón negro». El líder de las tribus sauk y fox. Este, tras emigrar hacia el oeste del Mississippi, decidió volver a la región que le había visto nacer debido a que en la nueva zona que le habían asignado su pueblo se moría de hambre. Algo, por descontado, que no estaban dispuestos a permitir los norteamericanos.

Sonaron tambores de guerra, y en principio no les fue mal a los hombres de «Halcón negro», quienes lograron acabar con varios destacamentos de soldados. Sin embargo, su suerte se terminó acabando. «Cuando por fin una fuerza de mil trescientos soldados logró vencer a la pequeña tropa de “Halcón negro” en el mes de agosto, los indios trataron de rendirse. No se le dio descanso a las tribus, y los milicianos procedieron a masacrar a hombres mujeres y niños», explica William J. Bennett en su obra «América, la última esperanza».

El líder nativo fue capturado, y posteriormente Jackson se reunió con él. «Se ha comportado usted muy mal al levantar los tomahawk contra los blancos, y al matar hombres, mujeres y niños en la frontera», le dijo. Para desgracia de «Halcón negro», su castigo no se quedó en esa reprimenda, sino que el presidente ordenó que se le llevase por medio continente como un trofeo de guerra para demostrar que nadie se podía resistir al poder del ejército de los Estados Unidos. El nativo falleció en 1838, poco después de que comenzara aquel circo.

Además de las guerras y las matanzas, si por algo será recordado Jackson es porque sus políticas provocaron la muerte de más de 4.000 indios cherokees en el denominado «Sendero de lágrimas». Para hallar el origen de este suceso es necesario remontarse hasta el año 1830 y al momento en el que se aprobó la ley de deportación fomentada por el presidente. Para entonces, la tribu cherokee no vivía sus mejores momentos. Y es que, después de que se encontrara oro en sus territorios, miles de hombres blancos invadieron sus territorios deseosos de hacerse ricos.

A pesar de ello, la tribu se negó a marcharse (al menos parte de ella). Y de nada sirvieron las maniobras políticas motivadas por Jackson, quien trató (y de hecho consiguió) dividir a sus líderes en un intento de que abandonasen la región y se dirigiesen a las reservas ubicadas al oeste del Mississippi. Con todo, el presidente tenía de su lado el tiempo. Así pues, cuando en 1838 se terminó el plazo de espera que se había establecido para que los cherokees abandonaran aquellas tierras, se llamó al ejército para que expulsara a los pieles rojas de sus viviendas.

Hambre, frío, enfermedades... El ejército no tuvo piedad con los indios

Oficialmente lo hizo el siguiente presidente de los Estados Unidos (pues Jackson no se encontraba en el poder), pero lo llevó a cabo basándose en la ley y los pilares puestos por su antecesor.

«A medida que la fecha tope para el traslado voluntario del 23 de mayo de 1838 se aproximaba, el nuevo presidente Van Buren encargó al general Winfield Scott (1786-1866) que preparara la operación de traslado a la fuerza. Scott llegó a New Echota el 17 de mayo al Tennessee, Carolina del Norte y Alabama. Durante tres semanas, unos 17.000 cheroquis, además de aproximadamente unos 2.000 esclavos propiedad de los más ricos, fueron sacados a punta de pistola de sus casas y agrupados en campos, a menudo con lo puesto. Los soldados asaltaban las granjas y, a punta de bayoneta, conducían a las familias a las reservas», completa Doval.

Durante aquella marcha, los nativos recorrieron más de 1.300 kilómetros a pie hasta la reserva que se les había asignado. Un camino que, por las malas condiciones que se tuvieron que soportar, fue conocido como «Sendero de lágrimas». Hambre, frío, enfermedades... El ejército no tuvo piedad y a los militares solo les importó cumplir su misión.

«El número de personas fallecidas ha sido objeto de diferentes estimaciones. El gobierno federal hizo un recuento en su momento de 424 muertes; un doctor estadounidense que viajó con una partida calculó unos 2.000 fallecimientos en los campos y otros 2.000 en el tren; su total de 4.000 muertes permanece como la cifra más aceptada. Los cheroquis no dejaron de cantar “Amazing Grace” (“Gracia Increíble”) para levantar la moral. Se escribieron las letras en el idioma cheroqui y la canción se convirtió en una especie de himno nacional para el pueblo cheroqui», finaliza el experto.

CUANDO VENEZUELA FUE VENDIDA POR CARLOS V A LOS ALEMANES




La contribución de los alemanes a la conquista y colonización de América se limita a un episodio anecdótico y casi desconocido. Carlos V cedió este territorio durante 18 años a una familia de banqueros germanos con el fin de pagar una deuda odiosa, la que le había hecho Emperador del Sacro Imperio Germánico. Un trozo del Nuevo Mundo a cambio de poder en Europa. Los banqueros más aventureros, los Welser, asumieron el reto.

Una deuda gigante a cambio de una Corona
Amigo y deudor también de banqueros, el Emperador Maximiliano dejó inacabados sus planes por su inesperada muerte, supuestamente debida a una indigestión de melones, y no pudo asegurar la Corona imperial para su nieto Carlos de Gantes, ya entonces Rey de España. La Casa de los Austrias llevaba casi un siglo al frente del Imperio, pero Maximiliano, en su rebosante mediocridad, no consiguió nunca el propósito de ser coronado por el Papa, lo que impidió que pudiera designar formalmente a su nieto como Rey de los Romanos. Sin este requisito, su nieto se veía obligado a obtener su elección entre una votación de los siete Príncipes electores y a enfrentarse a otros candidatos con sangre igual de azul.

Carlos contaba a favor de su causa con el apoyo de su abuelo y de su entorno, pero ni siquiera había pisado Alemania y entendía tan poco de alemán como Francisco I de Francia, otra opción a tener en cuenta. El resto de candidatos eran Enrique VIII de Inglaterra, el Rey de Polonia y el Duque de Sajonia, aunque el paso de los días evidenció que la elección iba a ser cosa de dos, siendo Francisco el favorito. «Sire, los dos cortejamos a la misma dama», anunció el francés al saber que ambos aspirarían al trono de Carlomagno. La remontada del Rey de España aconteció por una razón muy básica: tanto la familia de banqueros de los Fugger como la de los Welser se negaron a conceder créditos a Francia, tal vez por un leve atisbo nacionalista (evitar que un monarca francés amenazara las leyes y privilegios germanos) o tal vez porque la oferta carolingia sonaba más jugosa.

El nieto de Maximiliano subió la apuesta hasta los 851.918 florines, mientras Francisco I se retiró con la mitad de fichas. El 28 de junio de 1519, los electores eligieron por unanimidad a Carlos de Gantes, a partir de entonces y para siempre: Carlos V, káiser, Emperador del Imperio Romano Germánico, heredero de la tradición romana y las hazañas de Carlomagno. Ahora faltaba pagar la factura.

La familia de banqueros aventureros

Los Welser y los Fugger dominaron la economía mundial durante buena parte del siglo XVI, siendo sucedidos por los banqueros genoveses ya en tiempos de Felipe II y Felipe III. No eran banqueros en el sentido clásico de la palabra, sino «merchant bankers» (banqueros comerciantes), por lo que estaban encantados de aceptar pagos en forma de minas, recursos naturales, territorios e incluso botines de guerra.

Una vez Carlos fue coronado, reclamaron su parte del pastel, el pago de su deuda... Si bien los Fugger (hispanizados como «Fúcares») se dieron por contentos con las millonarias rentas de las órdenes militares españolas; los Welser («Belzares) seguían a finales de 1528 sin haber percibido todo el dinero. A modo de ultimátum: si la Corona quería nuevos créditos, debían ofrecerles alguna clase de pacto o de aventura comercial. La respuesta del Emperador fue un acuerdo por el que cedió una parte del Nuevo Mundo para que la explotasen a su gusto, liberados de cualquier clase de impuesto a la Corona española.

Resultado de imagen para CUANDO VENEZUELA FUE VENDIDA POR CARLOS V A LOS ALEMANESAquello era algo inédito, ya que Castilla mantenía un férreo monopolio comercial en toda América. En 1522, Carlos V de Alemania y I de España había rechazado una petición de Barcelona para obtener permiso de comercio directo con América desde sus puertos, y remitió a los comerciantes catalanes –como al resto de habitantes de España– a trasladarse a Sevilla (más tarde a Cádiz) y hacer uso de sus infraestructuras. El monopolio estatal estaba controlado estrictamente desde Sevilla y obliga a que ningún barco pudiera salirse de esta ruta. De ahí que resultara tan excepcional el acuerdo firmado con los banqueros alemanes, a los que se les permitía nombrar gobernadores propios, usar a los indios como mano de obra e incluso esclavizarlos, además del permiso para llevarse hasta 4.000 africanos.

Los Welser aceptaron el arriesgado reto, porque habían nacido más para el comercio que para las finanzas. En este sentido, los alemanes estaban obligados por contrato a fundar dos ciudades y a construir tres fortalezas. Y los Welser debían enviar una escuadrilla de cuatro navíos con doscientos hombres, armados y equipados a sus propias expensas, para ayudar al Gobernador de Santa Marta en la pacificación de aquel territorio. Además, podían explorar el territorio próximo en busca de metales preciosos, pero aquí sí debían dar una parte a la Corona española, y aportar 50 técnicos para explotar las minas de la región.

Los Welser aceptaron el arriesgado desafío, porque habían nacido más para el comercio que para las finanzas. De hecho habían mostrado interés y obsesión por el Nuevo Continente desde casi el principio. Tuvieron tierras en Canarias; establecieron una oficina en Santo Domingo; avanzaron hacia México para explotar las minas de plata de Zultepec; y se involucraron en la expedición de Pedro de Mendoza en la que descubrió el Río de la Plata.

Ahora, el territorio concedido a los alemanes fue la provincia de Venezuela, cuyos límites estaban definidos por el Cabo de la Vela (la actual frontera con Colombia) por el Oeste, y el Cabo de Maracapana por el Este (cerca de la ciudad de Barcelona). Varias islas cercanas a la costa quedaron también bajo jurisdicción de los Welser. Era aquella –sabían– la mayor oportunidad económica de su vida.

La obsesión con «El Dorado»
El primer gobernador de Klein-Venedig (Pequeña Venecia) fue Ambrosio Ehinger, cuya principal obsesión fue la encontrar el mítico «El Dorado». Empleando como base la isla de La Española, 4.000 esclavos africanos y cerca 400 alemanes desembarcaron en Venezuela para levantar esta pequeña colonia. Aunque desde el principio parecieron poco interesados en cumplir la parte del contrato que exigía colonizar el territorio. Más bien buscaban cosas brillantes.

En 1529, Ehinger fundó la villa de Maracaibo, pero no logró encontrar las cantidades de oro que los banqueros habían previsto y se sumió en una loca incursión por la Sierra de Perijá hasta las tierras del río Magdalena, en Colombia. Allí recibió un fechazo mortal en la garganta a la altura de Chitacomar, en el territorio independiente de los chitareros, una tribu hoy extinta.

Maracaibo languideció, con apenas 30 vecinos y muy poca actividad comercial, hasta que seis años después el conquistador alemán Nicolás Federmannordenó trasladar la «capital» de esta colonia a la península de la Guajira, con el nombre de «Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela» (en la actual Colombia). En su primera expedición (1530), Federmann recorrió la región de Barquisimeto, Portuguesa, Yaracuy y el oriente de Falcón. En 1536 llevó a cabo su segunda expedición con gran interés, como todos, por las perlas de las islas próximas.

El siguiente gobernador, Georg von Speyer, tampoco tuvo demasiado éxito en sus objetivos y sus hombres fueron asolados por enfermedades tropicale y hostigados por los indígenas. El último gobernador de esta Venezuela germana, Philipp von Hutten, el hijo de un burgomaestre, se adentró a la desesperada en el interior del continente, en dirección a Colombia, causando gran agitación y desorden a su paso.

A su regreso a casa después de numerosas correrías, Philipp von Hutten, a quien acompañaba Bartolomé Welser, heredero de la banca alemana, se tuvo que enfrentar con el español Juan de Carvajal, quien había sublevado a la población de soldados arruinados contra la pésima gestión de los Welser. Se dice que el español encargó a un negro cortarles las cabeza a los dos aventureros con un machete poco después de apresarlos, «y como el instrumento tenía embotados los filos con la continuación de haber servido en otros ejercicios más groseros, con prolongado martirio acabaron con la vida aquellos desdichados, más a las repeticiones del golpe que al corte de la cuchilla».

El final de un imperio de banqueros
Carvajal no debía temer represalias. El Consejo de Indias retiró la concesión a los Welser ese mismo año por incumplimiento del contrato de arrendamiento. Tampoco en la Corte imperial les quedaban ya muchos aliados a estos banqueros, dadas las sospechas de que estaban apoyando al movimiento luterano en Augsburgo.

En 1556, con la suspensión de pagos decretada por Felipe II, que afectó también a los Fugger, se inició un rápido declive de las actividades financieras.

Después de esta terrible experiencia, los alemanes no volverían a conseguir establecer una colonia permanente en América, a excepción de casos aislados como la Compañía Africana de Brandeburgo. Suyo fue el control del comercio de esclavos en la isla de Santo Tomás (las Islas Vírgenes).

Los Welser tampoco tuvieron una segunda oportunidad. En 1556, con la suspensión de pagos decretada por Felipe II, que afectó también a los Fugger, se inició un rápido declive de las actividades financieras de la familia. En 1614, en los albores de la Guerra de los Treinta Años, fue declarada la quiebra de la Casa Welser, siendo Matías Welser encarcelado y perdiéndose el rastro de sus archivos familiares en la bruma de los tiempos.

ETERNOS GUARDIANES

El Pemón y su hábitat son un todo cultural inseparable, por eso son los eternos guardianes del Parque Nacional Canaima, sitio declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en 1994.

SABES QUE ENCONTRO NAPOLEON EN LAS PIRAMIDES DE EGIPTO..?


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La pirámide de Keops, que es la única construcción que perdura de las siete maravillas del mundo antiguo, sigue revelando nuevos secretos en sus imponentes 146 metros de altura. Un escaneado de la construcción de bloques de pieza caliza indicó hace unos días que podría haber pasadizos ocultos todavía sin descubrir, como evidencia el hecho de que se hayan registrado anomalías de temperatura de hasta seis grados. Un análisis científico que confirma lo que Napoleón Bonaparte intuyó en su propia piel tras pasar siete horas en el tétrico monumento: el misterio impregna cada uno de sus rincones.

Con el objetivo de liberar Egipto de las manos turcas, el prometedor general Bonaparte, victorioso en Italia, desembarcó en el país del Nilo durante el verano de 1798 con más de treinta mil soldados franceses poniéndose por objetivo avanzar en dirección a Siria. No en vano, el joven Napoleón perseguía algo más que objetivos militares y llevó consigo a un grupo de investigadores de distintas disciplinas (matemáticos, físicos, químicos, biólogos, ingenieros, arqueólogos, geógrafos, historiadores...), más de un centenar, para que estudiaran al detalle aquel país de las pirámides maravillosas y los dioses milenarios. Entre ellos figuraban los matemáticos Gaspard Monge, fundador de la Escuela Politécnica; el físico Étienne-Louis Malus; y el químico Claude Louis Berthollet, inventor de la lejía. Es decir, algunos de los científicos más brillantes de su generación acudieron a la llamada del general, de 28 años, sin conocer siquiera el destino del viaje hasta que navegaron más allá de Malta: «No puedo decirles adónde vamos, pero sí que es un lugar para conquistar gloria y saber».

Fue en aquella expedición, entre lo militar y lo científico, cuando Europa redescubrió las maravillas del antiguo Egipto y encontró la llave para entenderlas. Mientras un soldado cavaba una trinchera en torno a la fortaleza medieval de Rachid (un enclave portuario egipcio en el mar Mediterráneo), halló por casualidad la conocida como la piedra Rosetta, la cual sirvió para descifrar al fin los ininteligibles jeroglíficos egipcios. Se trataba de una sentencia del rey Ptolomeo, fechada en 196 a. C, escrita en tres versiones: jeroglífico, demótico y griego. A partir del texto griego fue posible encontrar las equivalencias en los jeroglíficos y establecer un código para leer los textos antiguos.

No obstante, el viaje también sirvió a Napoleón a modo de búsqueda espiritual en una tierra que había perturbado la imaginación de grandes personajes de la historia. Como muchos de sus contemporáneos, el Gran Corso se sentía atraído por el exotismo oriental y había leído una obra muy popular por entonces, «El Viaje a Egipto y Siria de Constantin Volney», publicada en 1794 sobre los misterios de las civilizaciones de la zona.

En medio de las operaciones militares, Napoleón se dirigió a Tierra Santa con el propósito de confrontarse con el ejército turco y, de paso, a descansar por una noche en Nazaret. Y así lo hizo el 14 de abril de 1799, sin que hayan trascendido más detalles de esta particular parada turística. Ese mismo año, en agosto, Napoleón regresó a El Cairo haciendo noche supuestamente en el interior de la Pirámide de Keops. Su séquito habitual y un religioso musulmán le acompañaron hasta la Cámara del Rey, la habitación noble, que en aquella época era de difícil acceso, con pasadizos que no llegaban al metro y medio, y sin ningún tipo de iluminación más allá de las insuficientes antorchas.

«Aunque os lo contara no me ibais a creer»

Concretamente, la Cámara del Rey es una sala rectangular de unos 10 metros de largo y 5 metros de ancho conformado por losas de granito, paredes y techo lisos, sin decoración, y únicamente contiene un sarcófago vacío de granito, sin inscripciones, depositado allí durante la construcción de la pirámide, puesto que es más ancho que los pasadizos. El general corso pasó siete horas rodeado solo de murciélagos, ratas y escorpiones en la pirámide. Justo al amanecer, brotó de la laberíntica estructura, pálido y asustado. A las preguntas de inquietud de sus hombres de confianza sobre lo qué había ocurrido allí dentro, Napoleón respondió con un enigmático: «Aunque os lo contara no me ibais a creer».

Resulta imposible saber qué es lo que vio o sintió exactamente Napoleón en esas siete horas, o incluso si el episodio llegó a tener lugar, aunque parece probable que en todo caso el corso creyera sufrir alguna clase de experiencia mística inducida por la soledad, la oscuridad, las temperaturas extremas y los ruidos distorsionados por el eco. Lo que está claro es que –como han dado cuenta distintas obras de ficción, véase la novela de «El Ocho» (1988) de Katherine Neville o más recientemente Javier Sierra en «El Secreto Egipcio de Napoleón» (2002)– la noche de Napoleón dentro de la Gran Pirámide pareció cambiar su carácter para siempre. Pese a regresar derrotado militarmente a Francia, el corso despegó políticamente en los siguientes meses. En noviembre de ese año organizó el golpe de Estado del 18 de brumario que acabó con el Directorio, última forma de gobierno de la Revolución francesa, e inició el Consulado con Napoleón Bonaparte como líder.

Lo que si tiene una respuesta más accesible es por qué razón quiso pernoctar en el monumento. Según explica el periodista Peter Tompkins en su clásico «Secretos de la Gran Pirámide», «Bonaparte quiso quedarse solo en la Cámara del Rey, como hiciera Alejandro Magno, según se decía, antes que él». Obsesionado durante toda su carrera con otros personajes históricos claves, Napoleón trató de emular las huellas del conquistador Alejandro Magno y del general romano Julio César, que supuestamente habían pasado también una noche en la cámara buscándose así mismos. El conquistador griego, del que se cuenta una infinidad de leyendas de su contacto con otros mitos de la Antigüedad, fundó Alejandría en el año 331 a.C. y consultó el oráculo egipcio, donde recibió al parecer su confirmación como hijo de Zeus-Amón y como conquistador del mundo. Ese mismo año, en Menfis, Alejandro Magno recibió las insignias y títulos de los faraones y realizó sacrificios a las divinidades egipcias.

19 de noviembre de 2016

SABES QUIEN ERA EL "LOCO DE CASACOIMA"


La importancia que el Orinoco, nuestro Orinoco, tuvo en el proceso emancipador no siempre se destaca con suficiencia y muchos episodios que transcurrieron en el Delta, suelen verse a la ligera y lo más doloroso, suele tenerse sobre ellos una desconocimiento insoportable. Tal es el caso de la travesía de El Libertador por lo que es ahora el Municipio Casacoima del Estado Delta Amacuro. Las tropas patriotas emprendían al comienzo de julio de 1817 la liberación de Guayana La Vieja y Angostura. “Ya se había logrado poner en aguas del Orinoco –reseña el General O’Leary en sus Memorias-una escuadrilla capaz de hacer frente a las del enemigo. Brión acababa de presentarse con ocho buques , entre bergantines y goletas, y cinco flecheras bien armadas y tripuladas”. Bolívar tenía su cuartel general a tres leguas de Guayana La Vieja en un trapiche llamado Casacoima , situado sobre un brazo del Orinoco, del que dista una legua.

Mucho se ha escrito sobre la llamada “sorpresa de Casacoima”, “el delirio de Casacoima” y otros tantos calificativos para describir lo acontecido en ese lugar el 4 de julio de 1817.
Juan Vicente González, Felipe Larrázabal o Manuel Alfredo Rodríguez lo hicieron en forma épica y de una belleza sin par. Todos los biógrafos del Padre de la Patria han hecho por supuesto con mayor o menor amplitud, referencia al acontecimento. Pero nadie podría decirlo de mejor manera que uno de los participantes y por ende testigo de excepción del suceso en referencia.

El General Jacinto Lara “en carta que tengo a la vista”-O’Leary-así lo reseña:
“Fue el caso que El Libertador mandó salir del apostadero de San Miguel cuatro flecheras que bajasen el Orinoco a reunirse con la escuadra, dirigida por el Almirante Brión, que venía de Margarita. Al pasar por Guayana fueron atacadas y tuvieron que meterse en el Caño Boca Negra. “El Libertador –sigue Lara- se puso en marcha con todo su estado Mayor( Juan Bautista Arismendi, Pedro León Torres, Carlos Soublette, Jacinto Lara, Pedro Briceño Méndez ) y otros que lo acompañaron y cuando llegamos a Casacoima , dispuso ir en persona a hacer salir nuestros buques a batirse. Los adversarios desembarcaron en la parte de arriba, nos tomaron la única salida que teníamos y donde habíamos dejado nuestras bestias. En ese estado no nos quedaba otro recurso que tirarnos al rebalso del Orinoco (¡laguna de Casacoima!) con dirección a la casa que distaba una legua del lugar”.

Según el propio Lara los primeros en llegar a San Miguel, Caroní y Morocuer participaron que El Libertador había muerto, por lo que se formó cierto revuelo y hasta desmoralización ya que algunos quisieron irse por distintos rumbos.
Para fortuna de la Patria y gloria eterna para Casacoima, Bolívar y sus altos oficiales pudieron atravesar la laguna y desde allí forjar ideas que le permitirían liberar a una porción esencial del Continente.

Pero luego de pasar la laguna de Casacoima quedan anécdotas para la eternidad.
El General Arismendi, uno de los que cruzó la laguna al ser consultado por Bolívar cómo se había atrevido a lanzarse al agua sin saber nadar, respondió de una manera formidable: “Si en vez de agua hubiese sido plomo derretido habría hecho lo mismo para no caer en manos de los españoles ni vivo ni muerto”.

Dionisio asistente de Bolívar tenía desenvainado un enorme cuchillo del que no quiso desprenderse en momento alguno. Ante el requerimiento de Bolívar por qué no se había preocupado en preservar algo de mayor valor respondió: “Yo necesitaba el cuchillo mi general, para matar a V, E antes que cayera en manos realistas”.

Pero para que Casacoima quedara ligada permanentemente ligada a la liberación suramericana, tras salir de la laguna que sería tomada por los españoles, Bolívar no perdió su entusiasmo eterno y comenzó a deliberar sobre las futuras campañas que liberarían a Cundinamarca, a Quito y llevarían la bandera de la redención hasta el Potosí. Fue entonces cuando el capitán Martell que estaba en la reunión no pudo contenerse y exclamó: Ahora si que estamos perdidos: “el Libertador está loco”.
Bendita locura podamos exclamar ahora los venezolanos y el resto del mundo

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