EL ENCUENTRO EN LONDRES
Pero si algo singulariza en la historia de Venezuela las semanas que van desde el 15 de julio de 1810 cuando Miranda conoció a Bolívar, Bello y López Méndez y su relación de apenas veinte y cinco días, pues el 10 de agosto Miranda se trasladó a Venezuela. Bolívar lo hizo el 22 de septiembre. Pero esos veinte y cinco días fueron transcendentes para nuestra historia por lo que en ellos sucedió, tanto que a veces hemos pensado, sin quitarle la trascendencia que tuvo la misión diplomática, que lo más importante sucedido en Londres en aquellas semanas del verano de 1810 fue el encuentro con don Francisco. Fue el único momento en que los tres grandes caraqueños de aquel tiempo, el Precursor, el libertador político y el emancipador cultural, se encontraron. Por ello fue que dijo Augusto Mijares(1897-1979) que había sido la más importante tertulia de la época de la Independencia12. Detengamos pues ante lo que aquellos tertulieros escucharon y se confiaron.
A los venezolanos nos ha bastado con decir que Francisco de Miranda fue el Precursor de nuestra independencia. Nos ha parecido que es suficiente. No nos hemos detenido a estudiar el por qué de la afirmación. No nos hemos preocupado en documentar el hecho. Y los pocos que lo han hecho no han logrado que sus investigaciones penetren en la conciencia del venezolano, ni en nuestra rezagada enseñanza de la historia, la cual siempre está atrasada con respecto a los senderos de las pesquisas.
Para entender lo entonces sucedido debemos seguir la monografía que al asunto dedicó el historiador Salcedo Bastardo, su Crisol del americanismo, que antes hemos citado, pues es en ella en la que explica, con toda la precisión que le permitió la documentación existente, porque los venezolanos hemos estado rondando, durante mas de un siglo, alrededor de una casa londinense situada el año diez en el número 27 de Grafton Street(hoy 52 Grafton Way). Fue en esa residencia, en la cual habitaba desde 1802 Miranda, en la cual se encontraron, durante el verano de 1810, Bolívar, Bello y López Méndez con el inquilino, quien les sirvió de anfitrión. Fue un encuentro más singular. Tuvo una significación mayor del que se le ha atribuido. Fue Arturo Uslar Pietri(1906-2001) quien desubrió su signficación, dos años antes de la aparición del trabajo de Mijares13.“Día feliz” lo llamó Augusto Mijares. Examinar lo que allí sucedió era necesario hacerlo sustantivamente, fundamentado cada afirmación en el documento correspondiente. Es esto lo que nos ofrece Salcedo en su iluminador trabajo.
El hogar de Miranda en Londres no fue sólo un techo bajo el cual vivía, junto a su noble esposa Sarah Andrews(1774-1847), los dos hijos, su secretario Tomás Molini. Era, como él mismo lo escribió, “el punto fijo para la Independencia y Libertades del Continente Colombiano”14.
El caraqueño Francisco de Miranda había dedicado su vida, desde 1781, a la causa emancipadora, antes que él ningún otro. Después de un largo peregrinaje, en el cual siempre buscó como poner en práctica su idea, se instaló en Grafton Street. Allí no sólo habitaba. Allí estaba su rica biblioteca, una de las mejores de su tiempo, que el inquieto militar había logrado formar; allí estaba su Archivo, que él mismo ordenó, tituló y empastó en 1805. Es en ese momento que denominó a sus papeles Colombeia, que es como se titula ahora la nueva edición de sus papeles. Desde su casa realizó un magisterio hispanoamericano, allí preparó las sucesivas entregas de su periódico El Colombiano. Y allí, ante la puerta de su casa, vio bajarse de un coche a tres venezolanos la tarde del 19 de julio de 1810. Bolívar y Bello eran los más jóvenes. López Méndez era el mayor, tenía en aquel momento cincuenta años. Los tres habían venido a representar a su país ante la corte inglesa. En Caracas los habían prevenido contra el General. Ninguno de ellos hizo caso a esas inquinas contra don Francisco. Por eso allí estaban descendiendo y estrechando la mano del Viejo Girondino. Pernoctarían allí juntos durante sesenta y tres días, si contamos hasta el momento de la vuelta de Bolívar a Caracas(p.19).
Durante los meses de julio y agosto se conocieron y trataron los cuatro hombres. Se celebraron allí, en la intimidad del tercer piso, donde estaban colocadas las estanterías, la mesa de trabajo, los mapas, lo que Salcedo Bastardo denomina los “simposiums”. Es allí, cerca de los libros que Miranda amó, cerca de los proyectos para una nueva América, donde Miranda “hace como un traslado de poderes”(p.46). Es allí donde “ganó Miranda la mejor de sus batallas”(p.86) al traspasar a quien sería el Libertador político y a quien se constituiría en el emancipador espiritual de Hispanoamérica, todo lo que a lo largo de muchos años de separación del lar nativo había logrado aprender y reunir, tanto en el terreno de la práctica como en el de la teoría que sustenta aquella. Fue allí, en el ameno coloquio con el Precursor, quien tenía sesenta años, donde les hizo tomar conciencia de la necesidad de que la Independencia latinoamericana fuera una tarea continental.
Y ¿cómo hizo esto el provecto General?. Guiando, con su conocimiento y relaciones en la City, la misión diplomática que encabezó Bolívar, quien tenía veinte y siete años, prestando su casa para ser sede oficial de la embajada, la primera representación diplomática que tuvo Latinoamérica en el Viejo Mundo, dándoles el ambiente que necesitaban para que la misión lograra su cometido, todos cuyos informes se conservan escritos del puño y letra de Bello. Pero no sólo hizo esto. Fue guiando a sus huéspedes hacia el conocimiento de aquellas materias que deberían conocer ante las tareas que deberían enfrentar en breve.
Fue así, como al poner a Bolívar en contacto con Joseph Lancaster(1778-1838), le hizo comprender el papel que la educación iba a jugar en las nuevas naciones; al acercarlo a Abram Attkins, le hizo ver la necesidad de estudiar problemas militares que habría que afrontar; al presentarle a William Wilberforce(1759-1833) le enseñaría lo grotesco de la institución esclavista y la necesidad de su abolición. Wilberforce era el mayor adalid de la lucha contra la esclavitud en sus días. También al ponerlo en contacto con diversos autores que se encontraban en los tramos de la biblioteca hizo comprender al futuro Libertador la necesidad de crear un derecho internacional propio de la América Española.
También Bello encontró en Grafton Street la forma de estudiar las relaciones entre los pueblos, que fueron las bases de sus Principios de Derecho de Gentes15, cuya redacción inició, sin duda, en Londres ya que lo publicó antes de cumplir los dos años de residencia en Chile. Pero la permanencia de Bello en esta casa, en la cual vivirá hasta 1812, fue mucho más amplia. Por insinuación de Miranda inició el estudio del griego. Fue allí donde se dio cuenta que era necesario emprender una tarea cultural que tuviera en cuenta a todos nuestros países. De allí que la palabra “América” comenzó a dominar la labor de Bello, en el campo de la poesía, de la crítica, de la lengua, del derecho. Allí encontró el libro, compilado por don Tomás Antonio Sánchez(1723-1805), que fue la base de los estudios medievalistas que le llevarían a reconstruir el Poema del Mio Cid16, volumen que estaba en las estanterías mirandinas17, como lo comprobó el maestro Pedro Grases(1909-2004)18. Allí en la sala de trabajo de la casa del Precursor produjo Bello el documento que constituye la reivindicación de Miranda y el mentís a lo que en Caracas se pensaba de él. Fue un informe oficial enviado a Caracas, al que ya nos hemos referido, firmado por López Mendez cuya redacción es de Bello19.
La maduración de la conciencia hispanoamericana de Bello será tan clara, como consecuencia de su contacto con Miranda, que cuando publicó, en 1823, en la Biblioteca Americana, su primer artículo de crítica literaria lo dirigió a “nuestros lectores americanos”20.
Este fue el significado de este encuentro. Por ello, fue que Bolívar llamó a Miranda, “el mas ilustre de los Colombianos”21, cuando ya había pasado la controversia generacional que los separó en 1812 y pudo rectificar, cosa de lo que solo son capaces los más altos espíritus. Así mismo Bello manifestó siempre intensa devoción por Miranda quien tantas sendas le abrió. De hecho, le puso su nombre al segundo de sus hijos, nacido en Londres,Francisco Bello Boyland(1817-1845).
También el noble López Méndez realizó desde la Casa de Miranda una tarea, quizá oscura y silenciosa, pero básica para lograr el triunfo bélico, fue el quien vertebró la Legión Británica. Es esta una historia que había quedado hasta esa poco en las prenumbra. Ahira aclarada pacientemente por los estudios de Edgardo Mondolfi Gudat(1964). Gracias a este paciente historiador todo se aclara, así la deuda que los venezolanos tenemos con López Méndez, demasiado grande, se aclara plenamente, ya no lo readará el imperdonable silencio que lo rodeó. López Méndez como todos nuestros hijos buenos se nos murió afuera. Ya que por los avatares de sus vidas ni Bello ni López Méndez pudieron regresar, tras la guerra a Caracas. Mucha razón, tuvo don Andrés, cuando al bajar por el camino hacia La Guaira, murió por última vez a Caracas, aquel 10 de junio de 1810, y pensó que la “epoca más feliz de la vida” había acabado22.
Hay que añadir al panorama que trata Salcedo Bastardo las noticias que trae la segunda edición de su luminoso estudio23. Son datos relativos a las relaciones entre Bolívar y Miranda y los posteriores nexos entre el Libertador y los hijos de don Francisco, Leandro y Francisco, quienes fueron fervorosos bolivarianos(p.15). También ofrece noticias sobre la visita(p.62) de Luis Brión(1782-1821) y de José de San Martín(1778-1850) a la casa de Grafton Street donde residió hasta su deceso, en 1837, Sarah Andrews de Miranda(p.90), que como bien sabemos hoy en día, gracias a las investigaciones de Miriam Blanco Fombona de Hood(1922-1991), fue la esposa de Miranda.