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26 de septiembre de 2017

Conozca la "Operación Reptil" que acabo con la dinastía Somocista

Fue el último miembro de la dinastía Somocista, luego de su padre y hermano, que ejerció el poder dictatorial en Nicaragua desde 1934. Luego de renunciar a su cargo y partir al exilio, fue asesinado en Asunción (Paraguay).

1980, El taxista no la conocía, menos ella que era extranjera. Lo único que tenían en común ambos en Paraguay era la carrera. La joven buscaba una peluquería que estaba a media cuadra de donde vivía un tal Anastasio Somoza Debayle. 

La información serviría para algo más que para un corte de cabello...Paró en la delegación de la Policía. - ¿Alguien sabe dónde vive ese señor?, preguntó el taxista. Allí le dieron el punto exacto; Vivía en una urbanización donde cada residencia se alquilaba en más de 1 mil 500 dólares mensuales. «Vaya señor», le dijeron, «es zona exclusiva. 

Allí viven los más ricos». Es Asunción, Paraguay, la ciudad del relato.

Con lo dicho por el oficial inició sin que lo supiera el ajusticiamiento de Somoza Debayle, quien moriría el 17 de septiembre, por una acción armada que dirigía Enrique Gorriarán Merlo. Es él quien cuenta esta historia, ahora que está libre tras ocho años de encierro en Argentina. Lo indultó el Presidente saliente, Eduardo Duhalde, el 25 de mayo. 

Somoza Debayle escapó hacia Miami, Florida, dos días antes de su caída del poder en Nicaragua el 19 de julio de 1979. En ese 19, que cumplirá 24 años en estos días, finalizó la dictadura que forjó el papá de Somoza Debayle, Anastasio Somoza García desde 1936. En Paraguay, adonde se estableció después de Miami, Somoza Debayle estaba bien custodiado. 

Era muy amigo del dictador Alfredo Stroesner. «La planificación fue minuciosa», dice Gorriarán vía telefónica. Seis meses en Paraguay haciendo contactos, viendo cómo llegar a la hora de la hora. Enrique Gorriarán estuvo cuatro meses y medio antes de septiembre de 1980, pero Hugo Irurzún (El Capitán Santiago), una de las siete personas que participaron en el ajusticiamiento, llegó seis meses antes. 

Fue uno de los primeros.

Lo difícil, después de localizar la casa, fue alquilar un sitio que permitiera vigilarlo 24 horas. La casa estaba a unas cuatro cuadras. Cuatro varones y tres mujeres, entre ellas la del corte de pelo, trabajaban a la par de las manecillas del reloj. Hasta parecían que entraban en competencia. Gorriarán dice que fueron 10 «compañeros» los participantes en total y que se recuerde, entre ellos, estaba Roberto Sánchez, hermano de Aurora Sánchez «La Cachorra», Hugo Irurzún (El Capitán Santiago), y Claudia Lareu. 

El comando reclutó al dueño de un kiosco de venta de periódicos, dos cuadras antes de donde vivía Somoza Debayle. Fue desde la venta que avisaron el 17 de septiembre que venía. Venía en el vehículo de siempre, pero el chofer no era el mismo.

«Teníamos que cuidarnos de la custodia que traía Somoza, cambiar el objetivo, y atacar el vehículo con un chofer que después supimos era de apellido Gallardo. Era la primera vez que mirábamos a ese chofer, porque el de siempre en esos días era un general suyo de apellido Genie (Samuel), que había sido jefe de la Seguridad de Somoza en Nicaragua».

Los minutos se hicieron horas, dilatados como sólo ellos suelen serlo en momentos de tensión. El primer cohete de Iruzún, «capitán Santiago», estaba malo. Hubo que cambiarlo.

Se hizo. El disparo de la bazuca fue certero.

Ahí murió Somoza, mientras en Nicaragua se celebraba en las calles con el ánimo intacto de aquel 19 de julio, cuando el triunfo de la Revolución en la plaza que le pusieron ese nombre. 

Otros lloraron a Somoza. 

Los ánimos estaban al tenor del conflicto, pero fue la alegría de la gente la que dio ánimo a Gorriarán y sus compañeros cuando Paraguay cerró las fronteras, cuando empezaron a aparecer las fotos y retratos hablados de los implicados. Ni uno solo de los retratos era de ellos.

«Era la época en que funcionaba el Plan Cóndor.

Había mucha relación entre las dictaduras de Chile, Brasil, Paraguay y Argentina.

Tenían un rápido intercambio de información, pero en este caso sacaron a alguien parecido a una compañera. 

Luego vivimos toda la tensión. 

Después cruzamos Argentina, otro Brasil. Yo fui a Costa Rica y después a Nicaragua. 

Nos dividimos y luego nos encontramos. No recuerdo cuánto gastamos en esa ocasión». 

Sí, fue como las películas de espías. Ofrecieron 50 mil dólares por ellos sin conocerlos. 

Sólo uno de ellos murió: Hugo Iruzún, el capitán Santiago, quien como Gorriarán había colaborado en Nicaragua con el fin de la dictadura. Los lazos, ahora recuerda el segundo, eran fuertes. Históricos como le gusta decir. Pero el riesgo había sido tomado por una razón estratégica. 

No fue venganza. Somoza Debayle era el jefe de la contrarrevolución que amenazaba a los triunfantes sandinistas. Había más que odio en el dictador defenestrado. «Teníamos informaciones concretas. 

Somoza tenía arreglado con el jefe de la Policía de Honduras, un coronel Alvarez (Gustavo Alvarez Martínez), afín al somocismo, y con los militares argentinos, con los cuales, cuando se produce el ajusticiamiento, ya había un grupo de asesores argentinos en Honduras a través de un acuerdo entre los militares argentinos y él». 

Eran tiempos aquellos de dictadura en Argentina. 

Tiempos de Videla, de 30 mil desaparecidos y 500 niños robados, pero también era época en que los militares argentinos y Somoza creían que Estados Unidos había abandonado la lucha contra el comunismo. Ellos se planteaban, según Gorriarán, cómo reemplazarían la carencia. Pero nada de lo contado por Gorriarán hubiera sido un hecho, si Somoza no persistiera en su empeño por volver al poder. 

«Te juro que no fue venganza. Si Somoza, por ejemplo, no hubiese querido retomar el poder y hubiese, no sé, decidido irse a vivir a España. No hubiéramos hecho está acción. Por eso, insisto que fue en el contexto de la contrarrevolución. No es un atentado individual».

Extractos de su última entrevista, brindada al intelectual argentino Néstor Kohan N.K.: Luego de la muerte de Tosco en 1975, viene la dictadura militar (1976), el genocidio de nuestro pueblo, el exilio, tu participación en la revolución en Nicaragua (1979) y el ajusticiamiento de Anastasio Somoza. 

DOS PROTAGONISTAS; VICTIMA Y VICTIMARIO

Anastasio Somoza Debayle. 
Su cuerpo quedo carbonizados. Cuando los médicos forenses le hicieron la autopsia su cuerpo estaba en tal estado que los forenses tuvieron que identificarlo por los pies, según la información de los medios paraguayos. Las pocas pertenencias de Somoza que logró entregar la policía paraguaya, fueron:

Dos tarjetas de crédito American Express.
Tres medallitas de oro de 18 kilates
Un anillo (carretón) de oro de 18 kilates
Una medalla grande de oro de 18 kilates
Una medalla grande de oro de 18 kilates con la inscripción «A. S. D. Diciembre 78»
Un reloj de oro marca Rolex
Una pesada cadena de oro de 18 kilates
Un cheque por el valor de 150 000 dólares estadounidenses a favor de Minas Maturín, cargo Citibank NA, roto en la parte de la firma del librador.

Funeral
Fue enterrado en Miami en la cripta Somoza Portocarrero. En su funeral decenas de nicaragüenses y cubanos exiliados en Florida acompañaron a la verdadera viuda ante la sociedad: Hope Portocarrero, sus hijos y otros parientes como la madre de Tachito; Salvadorita Debayle viuda de Somoza.

Hugo Alfredo Irurzún 

Escrito de; Anllela camila hormazabal moya . (La Banda, 1946 - Asunción, 18 de septiembre de 1980), conocido como Capitán Santiago, fue un revolucionario y guerrillero argentino.

En los años setenta, integró el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), y fue uno de los más destacados cuadros militares del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde se lo conoció mejor por su nombre de guerra: Capitán Santiago.

Compartió el mando con Gorriarán Merlo de la Compañía Héroes de Trelew en el asalto a la guarnición militar de Azul (en el centro de la provincia de Buenos Aires) el 19 de enero de 1974 durante el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, que fue un fracaso militar.

Tras el triunfo sandinista, el pequeño grupo de combatientes del ERP, frente al inicio de las actividades de los contras, se preparó para atentar contra el derrocado Anastasio Somoza Debayle, quien estaba asilado en Paraguay.

Irurzún y el resto del comando se dirigieron primero a Colombia (para evitar levantar sospechas al ingresar a Paraguay procedentes de Nicaragua). Para mediados de julio de 1980 se encontraban instalados en Asunción. Durante cuarenta días se dedican a tareas de inteligencia, para vigilar los movimientos y descubrir alguna rutina de Somoza.

Gorriarán Merlo quedó a cargo del grupo encargado de los chequeos y la vigilancia, mientras que Irurzún se encargó del traslado de las armas desde la frontera argentina. El armamento con el que contaban era un RPG-2, un M-16, un FAL y algunas pistolas.

Como el exdictador tenía una rutina azarosa, el comando advirtió que el único movimiento previsible que realizaba Somoza, era que siempre salía de su residencia en el Mercedes Benz con una escolta y seguía varias cuadras en dirección recta por una avenida muy concurrida, por lo cual alquilaron una casa sobre esa avenida. Finalmente, en horas de la mañana del 17 de septiembre de 1980, el comando guerrillero llevó adelante la operación.

Hugo Irurzún estaba encargado de abrir fuego con el RPG-2 sobre el auto donde viajaba el exdictador (pues sospechaban que era un vehículo blindado), Gorriarán Merlo oficiaba de apoyo armado con el M-16 y los otros combatientes debían interceptar la caravana. Cuando Irurzún intentó disparar, se le trabó el proyectil y fue entonces que Gorriarán abrió fuego con su fusil para evitar que la caravana huyera. La custodia de Somoza repelió el ataque y comenzó a disparar iniciándose un fuerte tiroteo.

Aprovechando que el Mercedes Benz estaba detenido en la mitad de la avenida (puesto que el chofer estaba muerto), Irurzún cargó el segundo proyectil y logró hacer fuego, destrozando el auto (el techo y una puerta volaron en pedazos) y matando en el acto a Somoza. Tras la explosión y un fugaz tiroteo el comando se replegó, según los planes previstos.

Sin embargo, a las ocho de la noche de aquel día, Santiago estaba plenamente identificado como autor del atentado, por lo que no puede cruzar la frontera hacia Argentina (Irurzún medía 1.90 de alto y tenía barba rojiza, es decir era fácilmente identificable) y debe quedarse en suelo paraguayo. Cerca de las diez de la noche del 18 de septiembre, la policía paraguaya informó que en un enfrentamiento había sido abatido Santiago. Sin embargo, Enrique Gorriarán Merlo sostiene otra versión, según la cual su compañero habría sido arrestado por la policía, y llevado al Departamento de Investigaciones (en Asunción), donde habría sido torturado varios días hasta morir. Hasta el presente los restos del Capitán Santiago continúan desaparecidos.

Nota
El grupo de asesinos estaba formados por siete guerrilleros de nacionalidad argentina (cuatro hombres y tres mujeres) pertenecientes al hoy extinguido grupo izquierdista Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

1 comentario:

Actor dijo...

que intersante tema historico, uno de los grandes crimenes del siglo

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