Para la monolítica y conservadora sociedad japonesa de buena parte del siglo XX, el papel de la mujer en la sociedad estaba claramente dispuesto. Ama de casa, devota de su marido y siempre ocupando un papel secundario son, solamente, algunos esbozos de lo que suponía a una mujer vivir en dicha sociedad.
Las cosas no hubieran cambiado de no ser por el expansionismo conquistador que el Imperio del Sol Naciente comenzó a comienzos del siglo XX, cuyo máximo ejemplo fue el ataque a la base naval de Pearl Harbour, en diciembre de 1941.
La guerra contra los Estados Unidos de América terminó por derrumbar muchas de las creencias sobre las que se sustentaba la sociedad japonesa y consecuencia de todo aquello fue el cambio de papel de las mujeres en la nueva sociedad nacida tras la derrota frente a los Estados Unidos y el resto de las potencias aliadas.
El periodo bélico obligó a que las mujeres tomaran cierto partido en el desarrollo de la contienda, ocupando puestos de trabajo -vacantes ante la necesidad de reclutar varones para el frente- o formando parte de la legión de enfermeras que se ocuparon de atender a los millares de heridos que, cada día, regresaban a su país ante el empuje del gigante americano.
Como en cualquier otra contienda, su trabajo, rodeado de muerte y desolación, tratando de salvar a cuantos se pudiera, a pesar de las penosas condiciones a las que muchas de ellas debieron hacer frente, suele ser olvidado por quienes solamente disfrutan enumerando las victorias y derrotas de tal o cual guerra.
Y de no ser por su espíritu indomable y su empeño por servir a su país, esa misma hubiera sido la historia de Sayuri Miyamoto, enfermera en la ciudad de Tokio y que luego se convertiría en la única mujer que llegó a pilotar un avión en una misión suicida; es decir, la única mujer kamikaze de la historia.
Cómo y por qué Sayuri terminó formando parte de la última línea de defensa del imperio japonés frente al implacable avance de las fuerzas americanas, lideradas por el general Douglas Macarthur, se cuenta en las páginas del libro Rosa de Japón, escrito por Rei Kimura y publicado en nuestro país por Ediciones B.
Kimura, tras llevar un exhaustivo trabajo de documentación e investigación, logró dar con el paradero de la anciana Sayuri Miyamoto. Y gracias a esto, la anciana le contó su peripecia vital. Su batalla comenzó justo después de caer abatida por el fuego enemigo. Tras sobrevivir y ser rescatada por las fuerzas aliadas y, tras largos interrogatorios, Miyamoto fue devuelta a Japón, donde se le consideró una traidora –hacerse pasar por un hombre y luchar en el frente se consideró una afrenta que casi le cuesta la vida-. La conclusión final es que para no morir ante la intransigencia de los derrotados mandos japoneses, la joven debió renunciar a su antigua vida, a su familia, a su nombre y no volver a hablar de aquel “lamentable y bochornoso suceso” en todo lo que le quedara de vida.
El tiempo, el cambio de mentalidad y la búsqueda de la verdad por encima de los prejuicios y los preceptos caducos del Japón imperial terminaron por ser determinante para que otra mujer, la autora Rei Kimura, acabara por desentrañar el misterio que circulaba sobre una mujer piloto que llegó a volar como kamikaze, a pesar de su sexo.
Leer Rosa de Japón significa no sólo descubrir lo que la fuerza de voluntad de una persona puede llegar a lograr -a pesar de todas las adversidades- sino bucear por una sociedad, la japonesa, en una época tan convulsa como la de la segunda Guerra Mundial.
El libro es igualmente recomendable para quienes gustan de los relatos históricos como para quienes disfrutan con una narración teñida de pequeños detalles cotidianos y vivencias personales de la protagonista.
Publicado por Elena Santana Guevara
1 comentario:
Yo acabé de leer el libro y la verdad me encantó y podría decir que ya hasta estaba llorando x la gusta de sayuri y takushi .
La verdad se los recomiendo
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