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25 de diciembre de 2016

La resurrección de la rosa

azrael death

Un hombre tenía una rosa; una rosa que le había brotado en el corazón. Un día, el ángel Azrael pasó por la casa del hombre feliz y fijó sus pupilas en la flor. La pobrecita tembló, y comenzó a palidecer y estar triste, porque el ángel Azrael es el pálido e implacable mensajero de la muerte. La flor desfalleciente, ya casi sin aliento y sin vida, llenó de angustia al hombre que en ella cifraba su dicha.

Por ello se volvió el hombre hacia Dios y le dijo:

– Señor, ¿por qué mandas a Azrael para quitarme la flor que me diste? -dijo, brillando en sus ojos una lágrima-.

Se conmovió Dios, explica Darío en su cuento, por virtud de la lágrima fraterna y le dijo al ángel de la Muerte:

– Azrael, deja vivir esa rosa. Toma, si quieres, cualquiera de las de mi jardín azul.

La rosa recobró el encanto de la vida, pero esa noche un astrónomo vio desde su observatorio que se apagaba una estrella en el firmamento.

Sin embargo, es otra la verdad de esta leyenda.

Fue otra la respuesta que Dios diera al hombre feliz que tenía una rosa que le había brotado en el corazón, una rosa que había palidecido cuando el ángel Azrael la miró, dejándola casi sin vida y sin aliento.

– Señor – dijo aquel hombre, brillando en sus ojos una lágrima- ¿por qué mandas venir a Azrael para llevarse la rosa que me diste?

Se conmovió Dios, pero no pudo sino decirle: “Sosiega, hijo mío, tu inquietud. Reposa tu cansancio al fin, pues no he mandado al ángel Azrael venir a por tu flor. No es ese el motivo de la tristeza de la rosa. Prepara tu camino, ya que en realidad Azrael viene a por ti”.

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