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3 de octubre de 2017

Cuando Rothschild....! No apostó a Napoleón en la Batalla de Waterloo ¡


Si bien, resumiendo toda su actuación, Nathan Rothschild dejó una frase aún presente en algunos compendios de inversión en banca y especulación en bolsa:
“Cuando haya sangre en las calles, compra propiedades.”


La familia Rothschild llevaba tiempo financiando las guerras napoleónicas, especialmente al bando francés, al prusiano y al inglés, sospechosamente aquellos más poderosos y que a la postre se encontrarían en Waterloo aunque también peligrosamente ya que las ganancias de unos valores implicaría irremediablemente la pérdida en los otros. 


Por esta razón, la cuestión que tomó una determinante relevancia no fue otra que recibir información del transcurso y resultado de la batalla antes que el resto de inversores e incluso antes que la propia bolsa de Londres para poder especular con esta ventaja. Para ello, Nathan Mayer Rothschild, descendiente de una importante familia de banqueros de origen judeoalemán asentados en Inglaterra, tenía varios agentes infiltrados tanto en Waterloo como en Ostende y usó una compleja red de palomas mensajeras que cubrieron 362 km, los que separan Waterloo de Londres, en menos tiempo incluso que el propio enviado de Wellington, Lord Bathurst. 

Cuando en Inglaterra se pensaba que la batalla estaba en tablas, con los prusianos aún por hacer su entrada triunfal, Rothschild cambió la mayoría de sus acciones en moneda francesa y vendió compulsivamente bonos del estado británico a precios desiguales lo que hizo pensar que la batalla estaba perdida para los ingleses. Posteriormente, con la llegada a las islas la noticia del descalabramiento de Quatre Bras, mientras la bolsa británica se colapsaba y caía en picada y sin remedio, Rothschild siguió vendiendo públicamente y al descubierto bonos británicos para acentuar su descenso. Sin embargo, la noticia de la llegada de los prusianos y la victoria de Wellington en Waterloo ya le había llegado, haciéndole el primer británico en suelo inglés en conocer el resultado decisivo por lo que, en el más riguroso secreto,compró propiedades británicas y bonos del estado a precios irrisorios sabiendo que alcanzarían su punto álgido cuando la noticia oficial de la victoria llegara al gobierno y fuera de dominio público. A su vez, vendió toda deuda francesa a altos precios, cuando todos creían que subirían sin control dando por victorioso al ejército de Napoleón.

Para cuando la noticia de la victoria llegó definitivamente a Londres, la mayoría de banqueros e inversores habían sido engañados por Rothschild, quien les había hecho pensar que Inglaterra había perdido la batalla y que Napoleón había salido vencedor. Consecuencia directa de ésto, el London Stock Exchange había quebrado y la mayoría de su patrimonio había pasado a los Rothschild que se hicieron inmensamente ricos con el alza del mercado de valores.

La aparente simpleza de la jugada maestra financiera fue la clave del éxito de Rothschild que gracias a ese beneficio expandió sus dominios empresariales a otros campos como la construcción o la industria pesada, entre otros. Por otra parte y en lo sucesivo, la mayoría de los gobiernos y entidades financieras de libre mercado trataron de poner fin, declarando ilegal y persiguiendo, el uso de información financiera privilegiada para operar en bolsa y evitar los desequilibrios que produce esta práctica así como la ruptura de la asignación de valores en la tradicional economía de mercado de oferta-demanda.

El catedrático de la Universidad Jaume I, David Blanquer Criado, ha ilustrado la innegable influencia de la información en el poder económico con una conocida anécdota sobre el origen de la inmensa fortuna que el banquero Nathan Rothschild(Fráncfort, 1777 - Londres, 1836) ganó en la Bolsa de la capital británica, a comienzos del siglo XIX, por disponer de información privilegiada antes que el resto de los operadores en ese mercado de valores.

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