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24 de marzo de 2021

LA PARTIDA DEL SIGLO ; EL CUMANES (Manos de Mago) Vs RENE LAVAND (El Magnífico)

"EL MAGNIFICO" NOS RELATA COMO FUE SU ENCUENTRO CON EL "CUMANES". QUE AUNQUE SE DECLARA VICTORIOSO, JAMAS SABREMOS QUIEN GANO EN REALIDAD. SIN EMBARGO EL ENCUENTRO DEL ARGENTINO ILUSIONISTA, MAGO Y EXPERTO CON LOS NAIPES Y EL CUMANES, UN VENEZOLANO QUE ASOMBRO EL MUNDO DE LOS CASINOS Y DEL JUEGO DE NAIPES, REUNIO A LOS DOS MEJORES EN SU EPOCA, UNO DEL MUNDO MAGICO DE LOS NAIPES Y EL OTRO DEL MUNDO OSCURO DEL JUEGO Y EL CASINO


EL CUMANES (THE CUMANES)
Félix Vargas Chacón fue un venezolano que nació en Caigüiré, Cumaná Estado Sucre, el 3 de abril de 1916. Se convirtió en un tahúr internacional, un timador, que en los casinos y las salas de juego con su ingenio y picardía les ganó a todos. Fue un personaje con unas condiciones innatas, pintoresco, de una memoria prodigiosa, pícaro, que poseía una habilidad extraordinaria con las manos y sus dedos, que hacía con los dados, la baraja y el naipe, sus grandes aliados para la ventaja en el juego. Del gentilicio de su tierra natal tomó el nombre con el que lo conocieron en el mundo del hampa: “El Cumanés”. En esos 40 años delictuales ganó en el Póker, Baccarat, la Ruleta, en los más afamados casinos y salas de juegos. Logró codearse y se hizo amigo de personalidades de renombre en el mundo; pero en ese recorrido no todo fue color de rosa. Así como disfrutó los lujos y los placeres, también le tocó sufrir cárceles y penurias en distintos países donde fue encarcelado por estafas y juegos en Curacao, Cuba, Puerto Rico y México, en Venezuela también llevó sus carcelazos. Era tal su destreza y su sutileza con las manos, en la cortada y el reparto de las barajas en el juego, que su paisano y amigo el poeta Andrés Eloy Blanco, en uno de sus poemas al referirse a él dice: “Pícaro delincuente de guante blanco”… “manos de mago”.



La última gran jugada la hizo Félix Vargas Chacón fue en el año 1975 cuando decidió regenerarse y convertirse en un hombre de bien. Y se dedicó a escribir su testimonio, en un Libro “40 años en el delito”, “Memorias de El Cumanés”. Siguió escribiendo y publicó otro libro “Adiós al delito”, en 1991.

Se regeneró y se reivindicó. Vivió en El Silencio (centro) de Caracas. Era habitué de El Gran Café de Sabana Grande, en las tardes lo veíamos en amena conversación con Fausto Maso, José Luis Gómez, Fran Tovar, Hugo Salazar, ahí lo conocí, compartí con él, conocí también uno de sus hijos que es abogado. La última vez nos saludamos en el restaurant “Da Guido”. Todo un personaje elegantemente vestido, sobre los 80 años, todavía vibraba. Falleció en enero de 2014, a la edad de 98 años.







(Biografia tomada de Mario Valdez -Félix Vargas Chacón, “El Cumanés» y sus 40 años en el delito)

"EL MAGNIFICO"

Héctor René Lavandera nació el 24 septiembre de 1928 en Buenos Aires. Fue el único hijo de Antonio Lavandera y de Sara Fernández. Su padre era viajante de comercio y luego montó una zapatería en la ciudad. Su madre era maestra de escuela. Cuando el pequeño Héctor tenía 7 años, su tía Juana lo llevó a ver un espectáculo que lo dejó asombrado para siempre: se trataba de un mago llamado Chang, que vestía kimono y hacía trucos con cartas, monedas, pañuelos... Todo un arte milenario para el oriental Chang, que en realidad era panameño. Desde su butaca, el niño Héctor, con los ojos abiertos como dos huevos duros, pedía: "Que lo haga más lento", para poder detectar dónde estaba el engaño. Y aunque se esforzó y refregó sus ojos, no lo consiguió. De regreso al hogar, Héctor René solo podía hablar de Chang. Deseaba que su padre fuera Chang para poder aprender de él todos los trucos. Tanto insistió que un día un amigo de la familia le enseñó un juego de cartas y el aprendiz de mago practicó obsesivamente hasta que logró sorprender a sus compañeros de escuela.


Al poco tiempo, la zapatería de su padre se fundió y la familia se mudó a Coronel Suárez donde Antonio Lavandera tenía otra propuesta laboral. Una vez asentados en la nueva casa, Sara, la mamá, le había prohibido a Héctor cruzar la calle solo. Era febrero, el carnaval de 1937, hacía calor y los niños de la cuadra jugaban en la vereda. Pero decidieron trasladar el juego a la vereda de enfrente y cruzaron. Héctor dudó, pero se animó y también cruzó, desobedeciendo el mandato de su madre. Eran cinco metros de asfalto para alcanzar la meta y con un poco de suerte nadie se enteraría de la incorrección. Pero calle abajo, a toda velocidad, un joven de 17 años que había salido con el auto de su padre, no lo vio y no llegó a frenar. La rueda aplastó el antebrazo derecho de Héctor contra el cordón. Se lo explotó.

Una vecina llega a dar la noticia en la casa de los Lavandera: "Héctor cruzó la calle". Sara ya se había inquietado cuando escuchó el chirrido de las gomas del coche y no necesitó más para saber que algo grave había pasado. Cuando vio a su hijo en el piso tuvo que reponerse rápidamente al shock y con la ayuda de unos vecinos lo llevaron a la clínica, que estaba a unos metros. El médico de guardia quiso amputarle el brazo completo inmediatamente para evitar la gangrena. Pero alguien se opuso y advirtió que había que esperar al doctor Patané. Cuando llegó, Patané le salvó el brazo, pero no la mano. Amputó a partir del codo y dejó un muñón de once centímetros. Héctor era diestro, con esa mano escribía, se ataba los cordones, sujetaba el cuchillo y hacía los trucos que sorprendían a sus amigos y familiares. La rehabilitación duró un año. De adulto, René no daba detalles sobre lo que sucedió en ese tiempo, pero sí que se refugió en las cartas, que se le caían en bandada al suelo. Para desarrollar su habilidad con la mano izquierda jugó al tenis de mesa y a la pelota paleta, pero dominar la baraja le llevó más tiempo.



René Lavand murió hace cinco años, a los 86, en la clínica Chacabuco de Tandil por culpa de una neumonía. Desde 2012, en los jardines del Palacio Municipal de Tandil se erige una estatua del ilusionista, a modo de homenaje. Recorrió el mundo, estuvo en Las Vegas, Europa, Japón; hizo gala de sus técnicas ante el narco colombiano Rodríguez Orejuela; estuvo en los programas de Ed Sullivan y Johnny Carson; conquistó Madrid; y hasta dejó embobado a David Copperfield que no podía entender cómo ese hombre que vivía "cerca del faro del fin del mundo" cortaba la baraja con una sola mano.


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