En los años 60, el fútbol "PARALIZABA" toda actividad laboral y recreacional en la naciente zona del hierro, y es que los domingo de cada semana se formaban las caimaneras y las cosas se fermentaban con los nacientes torneos estadales, el Fútbol no tenia competencia ni el cine ni el centro cívico podía opacarlo.
Pero hay algo que quiero contar, recuerdo escuchar al Gran "Pecoso" de Villa Colombia y "Ilasio" baluartes del Fútbol no solo del estado Bolívar si no de Venezuela que antes de que Ciudad Guayana tuviera un equipo de fútbol profesional, por estos años se disputaban grandes intercambios deportivos con San Felix, El Pao, Ciudad Bolívar y las Estrellas del Callao ya que siempre representaban a la Selección del Estado Bolívar, es mas había un campeonato amateur, que era muy seguido por los lugareños.
El escenario era "El Estadio de la Orinoco” lo que conocemos hoy como el estadio de Ferrominera Orinoco, aun era un peladero de chivo pero se proyectaba como complejo deportivo de la Orinoco, co alli se improvisaron dos arcos en medio del diseño de un campo de Béisbol. Cada Domingo el espectáculo comenzaban a las 3:00 de la tarde, porque los equipos competían en tres categorías: infantil, juvenil y primera, entre los primeros equipos formados estaban; el Italo Venezolano, la Hermandad Gallega, El Guayanés, el Canaima, El Callao, El Pao, Altamira de Ciudad Piar y Angostura de Ciudad Bolívar, No había tribuna y los espectadores miraban los juegos desde la cerca que lo rodeaba, o estacionaban sus vehículos en la parte alta que está ubicada hacia la redoma de la Cantv, lo mas increíble era que cuando los equipos de primera jugaban ya caía la tarde noche y los asistentes con sus carros rodeaban el campo y prendían las luces para que el juego terminara.
Era la época dorada de la ciudad donde a pesar de las carencias de estructuras deportivas la gente se la ingeniaba y con sus actos construían el futuro de esta región, una generación que logro poner en alto a Guayana, muy contraria a la actual donde no solo dejo perder su parque industrial si no que no le importa en el basurero que se convirtió y la perdida de identidad que carece la mayoría de los guayaneses, basta con ver el estadio la Ceiba y el parque Cachamay.
Hoy en medio de los sentimientos que produce, estar lejos de mi tierra y recordando aquellas historias de una generación de oro que no tenía equipo de fútbol profesional, ni el CTE Cachamay, internet, celulares, televisión, ni la infraestructura actual, solo un pequeño campo de béisbol con dos porterías, donde se escribieron las primeras páginas del fútbol en la ciudad; es tiempo de recuperar esa energía especial que parece que hoy se ha perdido.
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