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5 de diciembre de 2018

LOS REDUCTORES DE CABEZAS; LA VERDAD DE LOS SHUAR


"Yo Soy shuar de la amazonia. nacido de la sangre pura no una mezcla. los shuar, no comparto los textos escritos sobre mi cultura. mi padre fue guerrero defensor de la vida. los shuar mataban al enemigo no por antojo ni para ni por acaparar la tierra. Era mandato de Arutam, para los cristianos Dios. quien exigía la venganza de la muerte de un inocente. El criminal que haya quitado la vida de un inocente es reo de muerte ya que la vida es de Ayumpum. Debian matar al enemigo y reducir la cabeza para luego invocar el alma del inocente a que se reencarne. Asi que muchos libros no tienen una certeza real. Tampoco no se debe creer todo lo que algunos investigadores escriben sin tener un fundamento sobre mi cultura. una cosa es verdad que mis ancestros fueron hombres sabios, filósofos , médicos y muy religiosos que creían en un ser Superior llamado Arutam".


......"Yo Soy shuar de la amazonia. nacido de la sangre pura no una mezcla. los shuar, no comparto los textos escritos sobre mi cultura. mi padre fue guerrero defensor de la vida. los shuar mataban al enemigo no por antojo ni para ni por acaparar la tierra. Era mandato de Arutam, para los cristianos Dios, quien exigía la venganza de la muerte de un inocente. El criminal que haya quitado la vida de un inocente es reo de muerte ya que la vida es de Ayumpum. Debian matar al enemigo y reducir la cabeza para luego invocar el alma del inocente a que se reencarne. Asi que muchos libros no tienen una certeza real. Tampoco no se debe creer todo lo que algunos investigadores escriben sin tener un fundamento sobre mi cultura. una cosa es verdad que mis ancestros fueron hombres sabios, filósofos , médicos y muy religiosos que creían en un ser Superior llamado Arutam".---- (Testimonio real de un Shuar)

Existe la leyenda de una tribu en Sudamérica donde decapitaban a sus enemigos y exhibían sus cabezas momificadas como trofeo. Pues no es mito ni leyenda, se trata de los aguerridos shuar. 



Esta tribu indígena que habita en lo intrincado de la selva amazónica, de fieros guerreros jíbaros que no se dejaron doblegar por los del imperio inca ni por los conquistadores españoles, y que cortaban la cabeza a sus enemigos al vencerlos para luego tenerlas como talismán y exhibirlas como trofeo de guerra. 


Reducción de cabezas

La reducción de cabezas es una tradición ancestral Shuar y tiene gran simbolismo. Cuando se enfrentan dos tribus Shuar por territorio o por otros motivos, el jefe vencedor toma la cabeza del jefe perdedor y procede a la reducción de su cabeza. El jefe Shuar se encarga de hacer la tsantsa totalmente solo, en profunda meditación y ayuno. Los miembros de la tribu vencida pasan a ser parte de la tribu vencedora, sin que haya repudio o discriminación.

Para la reducción de la cabeza, los Shuar primero cortan la cabeza de su adversario. Luego, con un cuchillo, hacen un corte desde la nuca al cuello, tiran de la piel y la desprenden del cráneo, desechando el cerebro, ojos y demás partes blandas, además de los huesos.

El siguiente paso es meter la piel en agua hirviendo, a la que le añaden jugo de liana y otras hojas, lo cual evita el desprendimiento del cabello. Mantienen la cabeza sumergida durante unos quince minutos, ya que si lo hicieran más tiempo la cabeza podría ablandarse demasiado y posiblemente podrirse.

A continuación, retiran la cabeza del agua; en ese momento está reducida a la mitad del tamaño original, y dejan que se seque. Una vez seca, raspan la piel por dentro para quitar restos de carne, y evitar el mal olor y la putrefacción; finalmente la frotan por dentro y por fuera con aceite de Charapa.

Se cose el corte realizado en la nuca. También cosen los ojos y la boca, quedando la cabeza como una bolsa, a la que introducen una piedra del tamaño de un puño o el volumen equivalente en arena caliente.

Finalmente, la cuelgan sobre el fuego para secarla poco a poco con el humo, a la vez que van dando forma al cuero con una piedra caliente. En este proceso la cabeza termina de reducirse. Después, retiran la piedra o la arena y tiñen la piel de negro. Tras el proceso, la cabeza reducida termina teniendo el tamaño aproximado de un puño, es decir la tercera o cuarta parte de su tamaño original.

Ni los incas ni los españoles fueron capaces de dominar a los jíbaros, una de las tribus más feroces del Amazonas. Aunque, curiosamente, el único extranjero que logró ganarse su respeto fue un gallego llamado Ildefonso Graña Cortizo quien, a principios del siglo XX, se convirtió en el rey de esta tribu tras curar a varios de sus miembros enfermos.

Los jíbaros se dedican actualmente a la agricultura pero, en el pasado, fueron grandes cazadores. Su arma preferida era la cerbatana, y ninguna presa escapaba a sus dardos envenenados con curare. Pero, además, estos guerreros se ha hecho legendarios por su costumbre de reducir las cabezas de animales y humanos.




Por cuánto tiempo han habitado los shuar en el Amazonas?

Los estudiosos sólo pueden especular que tal vez, hace 10 mil años, errantes nómadas penetraron por primera vez las espesuras de la selva ecuatoriana. A lo largo de los siglos, los shuar aprendieron los secretos de supervivencia del Amazonas y adoraron las fuerzas todopoderosas que regían sus vidas.

Para sobrevivir en su mundo los shuar también debieron dominar el arte mortal de la guerra. No sabemos por qué la guerra se convirtió en algo tan importante para los shuar, algunos sostienen que las frecuentes matanzas mantenían un frágil equilibrio entre la gente y su medio. De hecho, el guerrero shuar a entonado una canción que a perdurado hasta el presente y que dice así: “Nací para sacrificarme y para morir peleando por la tierra”. Eso se debe a que ellos dicen que la población puede realmente crecer sin ningún control; en su medio ambiente cuando esto sucede es terrible. Entonces, para que la gente no pase hambre por la escasez de alimento, prefieren guerrear, pues pelear o morir en la batalla es un gran honor.

¿Acaso pelearon los shuar con sus enemigos para capturar sus mujeres u obtener más tierras? Lo cierto es que el peligro acechaba constantemente tras la belleza amazónica mientras los guerreros se enfrentaban a sus enemigos, sedientos de saldar viejas cuentas con sangre. El enemigo podría ser otro shuar o un miembro de otra tribu, como los achuar que eran sus enemigos tradicionales; pero, a veces, era un sistema más complicado de guerra entre clanes que había durado generaciones.

Durante miles de años, los shuar estuvieron entre los más fuertes. Cuando el poderoso imperio Inca invadió sus territorios en el siglo XV, los shuar demostraron que tan feroces eran en su lucha por sobrevivir. Aplastaron a las armadas incas enviadas para destruirlos.

En el siglo XVI, Ecuador fue conquistado por los aventureros españoles en busca de riquezas. Los españoles obligaron a los shuar a pagarles un tributo en oro. Éstos entregaron el oro, pero mientras los españoles se deleitaban con su nuevo tesoro los guerreros de la selva los masacraron.

Los conquistadores, enfurecidos, enviaron armadas para aniquilar a los hombres salvajes que se habían atrevido a retar el poderío imperial de España; pero los shuar buscaron a los soldados españoles que invadieron sus tierras y los exterminaron. España nunca conquistó los dominios de los cazadores de cabezas.

Los shuar fueron los únicos nativos de Norte y Sudamérica en enfrentarse al poder colonial y vencer.

Un mundo alucinógeno y sobrenatural

Para mantener su independencia los shuar debían de ser poderosos guerreros pero, ¿qué los llevó a cortar las cabezas de aquellos a quienes mataban? La respuesta quizás pueda encontrarse en un mundo más allá de los sentidos.

En la profundidad del Amazonas, en un remoto pasado, los shuar se convirtieron en feroces guerreros en su lucha por sobrevivir ¿Acaso esa lucha los convirtió en cazadores de cabezas? La respuesta puede estar en el invisible y terrible mundo de lo sobrenatural.

Los shuar creían que el mundo a su alrededor no era más que un pálido reflejo de una realidad más profunda, un mundo espiritual más allá de lo que podían percibir los sentidos. Para buscar esa realidad, los shuar se convirtieron en expertos en la utilización de las plantas alucinógenas, que crecían en la selva que los rodeaba.

Tan arraigada estaba su creencia en un mundo espiritual superior que los shuar incluso le daban alucinógenos a sus niños para mostrarles esta realidad. Cuando un joven llegaba a la pubertad sus representantes lo consideraban preparado para una escalofriante y agotadora prueba.

A ningún shuar le era permitido hacer el amor a una mujer hasta no haber pasado este desgarrador rito. Bajo la tutela de los mayores, los jóvenes comenzaban su búsqueda dirigiéndose a una cascada sagrada.

“Me dirijo a donde existe una gran cascada. Emerge de donde la montaña se convierte en piedra. Esta cascada ha de darme fuerza. Espero, luego de este viaje, obtener una muy larga vida” (visión de un ancestro shuar).

Los hombres que eran poderosos cuando vivían en la tierra son transformados en animales poderosos cuando mueren. Viven en la selva como espíritus, viven en la cascada. Esa es la razón por la que los shuar iban a la cascada, para poder ver a estos grandes hombres, para obtener su fuerza y energía, y para hacer contacto con su arutam.

Un arutam es un espíritu de la naturaleza, es el espíritu de la vida. Hay un momento en el que se escuchará una voz, podría salir de un jaguar, de una anaconda, de la misma cascada o de un enorme halo de luz y se recibirán mensajes sobre lo que se deberá hacer.

“Yo soy tu antepasado. De la misma manera en que yo he vivido mucho tiempo, tu vivirás mucho tiempo. De la misma manera en que yo he matado muchas veces, tu matarás” (visión de un ancestro shuar).

Los shuar creían que cualquiera que tuviera un alma arutam no podía ser asesinado. Sin embargo, el poder del arutam comenzaría a desvanecerse en pocas semanas. Para conservar su arutam el hombre shuar debía cortar la cabeza de un enemigo.

La cacería de cabezas era un ataque sencillo y despiadado. Los shuar atacaban sin avisar, generalmente de madrugada. Sus objetivos eran clanes enemigos u hombres sagrados sospechosos de brujería. Los mayores y más experimentados jefes iniciaban a los jóvenes en las tácticas de la cacería de cabezas. Frecuentemente obligaban a sus víctimas a salir al descubierto prendiendo fuego a sus viviendas. Cuando los adormilados y asustados habitantes huían de las llamas los cazadores de cabezas los mataban; hombres, mujeres y niños, jóvenes y viejos.

Cuando la matanza terminaba, los shuar no perdían tiempo en celebraciones. Se apresuraban a regresar a sus casas cargando consigo las cabezas del enemigo. Creían que las muertes habían desatado una nueva y más temible fuerza: Las almas en pena de sus víctimas sedientas de venganza. Para protegerse de estos espíritus vengadores, los asesinos debían realizar uno de los más misteriosos rituales de la humanidad…

Las cabezas reducidas!

Por cientos de años ningún extranjero se atrevió a penetrar los dominios de los shuar. Se rumoraba que asesinaban a cualquier forastero que encontraban en sus tierras.

No sería sino hasta el siglo XIX que los misterios de los cazadores de cabezas se revelarían al mundo. Aventureros europeos que se adentraron en el Amazonas conocieron tribus que comerciaban con los shuar. Pronto, un extraño y macabro obsequio comenzó a aparecer en los salones de moda de la elite europea. Cuando llegaron por primera vez a las capitales europeas, traídas por viajeros provenientes del Amazonas, las cabezas reducidas causaron gran sensación.

Hay que tener en cuenta que era la época del circo de P. T. Barnum, una época en la que gigantes, enanos, mujeres gordas o con barbas; en fin, todo lo que fuera exótico y diferente, era presentado ante el público.

Todo se ocultaba en el sentido que eran tribus perdidas o personas desconocidas, así que las cabezas reducidas encajaban muy bien dentro de esa clase de curiosidades públicas, extrañas y grotescas.

Había relatos de cazadores blancos que iban a una selva y volvían como cabezas reducidas. Existía un gran interés por las cabezas de cabellos rubios o con barba.

En la época victoriana, los coleccionistas ricos que querían entretenerse después de cenar sacaban de sus pulidos armarios sus cabezas-trofeos, compradas a algún coleccionista que fue a la selva.

Como resultado de esto, comenzó una gran demanda por cabezas reducidas y los shuar empezaron a exportarlas, además de coleccionarlas para fines rituales. Para satisfacer la creciente demanda, los comerciantes comenzaron a comprar y robar los cuerpos no reclamados de las diferentes morgues, luego reducían las cabezas para venderlas a confiados coleccionistas.

Los victorianos estaban seguros de su superioridad sobre los salvajes reductores de cabezas. Mientras tanto, promovían el comercio de cabezas reducidas.

Los científicos de la época se preguntaban acerca de las técnicas de reducción de cabezas. La primera presentación de una cabeza reducida a una sociedad científica fue en 1862, esto fue en la Sociedad Antropológica de París. Lo milagroso y emocionante de esto para la sociedad era el hecho de cómo un conjunto de personas primitivas de la selva podía reducir el tamaño de una cabeza humana con tal perfección.

Mucha de esa emoción se debía al hecho de que la cabeza era reducida de un modo muy simétrico, astuto y nunca antes visto. Cien años más tarde, el Occidente había aprendido mucho más acerca de la reducción de cabezas.

A medida que los occidentales establecieron pacíficos contactos con los shuar, cineastas se apresuraron hacia el Amazonas para explotar la fascinación del público por las cabezas reducidas.

Por ser tan sensacionalistas, estos documentales dieron a las audiencias del mundo su primera visión de los misteriosos cazadores de cabezas del Ecuador. Uno de los pasos de la reducción de cabezas es meter a esta en agua caliente. Los cineastas estaban emocionados y los antropólogos pasaban el rato cuestionando a los shuar. Así, pudieron encontrar respuestas a antiguos enigmas.


Un concepto errado muy común con respecto a las cabezas era que se reducían con el cráneo y todo. Es un hecho que un cráneo humano no puede reducirse, es hueso sólido así que ello no sería posible. La solución para esto era bastante simple: la cabeza era separada del cuerpo y se efectuaba un corte que se hacía, usualmente, desde la parte trasera del cráneo hasta la coronilla, entonces la piel era despegada. En ese punto el cráneo ya no tenía ninguna utilidad así que era sencillamente desechado.

LOS SHUAR EN LA ACTUALIDAD

Como sus antiguos predecesores, los shuar de hoy en día están luchando por sobrevivir, pero con una estrategia totalmente diferente. El plan de batalla de la nueva generación shuar es pedir a los visitantes que los ayuden en sus luchas por salvar sus tierras y su antigua cultura antes de que ambas sean destruidas.

¿Podría ser que esta gente antigua nos recuerde algo que debido a nuestro gran poder hemos olvidado? Muchos conocedores piensan que sí. Los shuar nos dicen que no debemos ver al mundo como algo para usar y del cual abusar.


Debemos verlo como parte de nosotros, el medio ambiente no esta afuera de nosotros, es lo que somos. Aunque cada vez ganen más aliados, los shuar tienen un futuro incierto. Ellos saben que pronto habrá más bocas hambrientas que alimentos para compartir. Durante miles de años estos feroces guerreros del Amazonas jamás se han tenido que someter a las reglas de los demás. Hoy están a la búsqueda de nuevas y pacíficas formas de mantener el frágil balance entre su vida y su entorno. ¿Tendrán éxito o estarán tentados a retomar la antigua y sangrienta costumbre de la cacería de cabezas?…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno e interesante.

Unknown dijo...

EXCELENTE INFORMACION CULTURAL, GRACIAS

Anónimo dijo...

A es una preposición. El verbo auxiliar va con H. Es importante cuidar la ortografía en un texto.

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