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18 de junio de 2018

¿Dios por qué a mí?, Cuando conozca esta historia, no volveras a preguntar



Esta es una historia verídica que tuvo como protagonista Arthur Ashe, un gran tenista afroamericano nacido en 1943, en Virginia, Estados Unidos.

Ashe se convirtió en una leyenda del tenis profesional: en 1963 fue el primer jugador afroamericano en formar parte de un equipo estadounidense de Copa Davis; en 1968 ganó el Abierto de los Estados Unidos, su primer Grand Slam, y llevó al equipo de los Estados Unidos a consagrarse campeón de Copa Davis; en 1970 obtuvo su segundo Grand Slam, al ganar el Abierto de Australia; y en 1975 ganó el título en Wimbledon.



Además de estos y otros éxitos en el tenis, Arthur Ashe fue un gran luchador contra las políticas del apartheid en Sudáfrica, debido a que en 1969 le fue denegada una visa de parte del gobierno sudafricano por ser negro.

Pero su prueba más dura todavía estaba por venir.

En 1988 se le diagnosticó sida (VIH), que contrajo por unas transfusiones de sangre a raíz de una operación de corazón abierto que se le realizó unos años antes.

Como era una importante figura pública del deporte norteamericano, recibió enormes cantidades de cartas de todos los rincones de su país. En una de las misivas uno de sus fans le dijo:

- ¿Por qué Dios tuvo que seleccionarte a ti para tan fea enfermedad?

Arthur Ashe respondió así:

- En el mundo hay 50 millones de niños que comienzan a jugar al tenis, 5 millones aprenden a jugarlo, 500.000 alcanzas un nivel profesional, 50.000 entran al circuito profesional, 5.000 logran jugar en torneos importantes, 50 llegan a Wimbledon, 4 a las semifinales y 2 a la final. Cuando yo estaba levantando la copa nunca pregunté: ¿Dios, por qué a mí? Y hoy con mi enfermedad y mi dolor tampoco preguntaré ¿Dios, por qué a mí?

¿Por qué nos acordamos de Dios sólo en los malos momentos?
¿Por qué culpamos a Dios de nuestras desgracias?

¿Por qué cuando nos va bien, el mérito es nuestro y no de Dios?

¿Por qué cuando la muerte se acerca lo vemos como un castigo de Dios?

¿Por qué las cosas malas no deberían ocurrirnos a nosotros sino a los demás?

Solo con la fe y el acercamiento a Dios encontrarás las respuestas correctas.


Publicado por Felipe Sangiorgi

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