“En el día del Juicio la tierra de Sodoma y Gomorra será tratada con menos rigor que esa ciudad. (Evangelio de San Mateo, 10:15)”
Aunque es verdad que la ciudad del mundo siempre ha estado en lucha y contraste con la Ciudad de Dios, es evidente que esta contienda ha alcanzado su punto culminante en los tiempos actuales. Los hombres se han decidido por fin a prescindir por completo de Dios ---ahora ya abierta y descaradamente--- y erigir su propia Religión, en la que el culto a Dios ha sido reemplazado definitivamente por el culto a ellos mismos.
En este Post, compartiremos un ensayo donde muestra la Nueva Moral de esta Ciudad del Mundo.
Almir Favarin.
Esquizofrenia Social
Vivimos en una época donde quieren que los sacerdotes se casen y que los casados se divorcien.
Quieren que los heterosexuales tengan relaciones sin compromiso, pero que los gays se casen en la iglesia.
Que las mujeres tengan cuerpos masculinizados y se pongan como hombres y tomen papeles masculinos.
Quieren que los hombres se conviertan en "frágiles" y delicados y como si fueran mujeres.
Un niño con sólo cinco o seis años de vida tiene derecho a decidir si será hombre o mujer por el resto de su vida, pero un menor de dieciocho años no puede responder por sus crímenes.
No hay vacantes para los pacientes en los hospitales, pero está el incentivo y el patrocinio para quien quiere hacer cambio de sexo.
Hay un seguimiento psicológico gratuito para quien desea dejar la heterosexualidad y vivir la homosexualidad, pero no hay ningún apoyo de este mismo para quien desea salir de la homosexualidad y vivir su heterosexualidad y si intentan hacerlo, es un crimen.
Estar a favor de la familia y la religión es una dictadura, pero orinar sobre los crucifijos, desbaratar iglesias es libertad de expresión.
Si no es el fin de los tiempos, debe ser el ensayo...
Dos amores hicieron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, hizo la ciudad del mundo; el amor de Dios, hasta el desprecio de sí mismo, hizo la Ciudad de Dios (San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro 14, capítulo 28).
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