Sobre Oliver se dijo que tenía un olor inusual, que disfrutaba más de la presencia de los humanos que de la de los otros monos y que se sentía atraído sexualmente por las humanas. Después de años de investigaciones, los científicos nunca lograron determinar con exactitud su verdadera naturaleza. Los análisis les llevaron a la conclusión de que Oliver era un chimpancé, y no un híbrido, pero nunca descartaron la hipótesis de que se tratara de un simio mutante.
A principios de los años 70 el hallazgo de un extraño primate procedente de las selvas del Congo conmocionó al mundo. Durante meses, periodistas de todo el planeta se dedicaron a hablar de un chimpancé cuyos rasgos aparentemente 'humanos' producían escalofríos y que podía constituir una suerte de "eslabón perdido" entre los simios y los hombres.
Aquel mono no solo poseía una inteligencia superior al resto de primates, sino que caminaba tan erguido como una persona. Por si fuera poco, su rostro resultaba especialmente 'humano': tenía menos pelo en la cabeza, un hocico menos prominente y un cráneo más pequeño y redondo.
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