"LA TRAGEDIA DEL MARISCAL SUCRE NO FUE EN BERRUECOS, ESTA EN LA CATEDRAL METROPLITANA DE QUITO (ECUADOR), Paradójicamente, a pocos metros, en "preferente" y como Padre de la Patria, están también las cenizas de uno de sus ASESINOS.
Paradójicamente, a pocos metros, en preferente lugar del mismo templo, están también las cenizas del general Juan José Flores, Primer Presidente del Ecuador. Hay que decir "paradójicamente", porque fue a Flores que un Congreso de incondicionales designó "Padre de la Patria"; título que nadie dudaría ahora en conferir a Sucre con mucha mayor razón. Al fin Y al cabo, la vida de las naciones es así. Terminaron por descansar juntos los restos de quienes para algunos son el asesino y su víctima; pero para todos, sin duda, el sujeto de un crimen político y el beneficiario principal de ese crimen. La muerte de Sucre consolidó el poder de Flores en lo que solo días antes había comenzado a ser el Ecuador. Se abrió, pues, nuestra vida como país independiente sobre la "sangre de Abel", para utilizar las palabras de Bolívar cuando supo del asesinato.
Bajo el techo de la Iglesia Catedral Metropolitana de Quito descansan los restos de Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, Vencedor de Pichincha y de Tarqui, Primer Presidente de Bolivia, el soldado más notable de las luchas independentistas y el militar a quien el Libertador quiso y respetó más. La historia de cómo terminaron sus restos allí es larga, porque pasaron setenta años de ocultamiento, temores, dudas, agrias discusiones, antes de que al fin se les diera sepultura digna.
Pero, ¿Quién mató a Sucre? Esta es una pregunta que ha venido formulándose desde cuando el hecho se dio. A su respuesta se han dedicado mayor cantidad de volúmenes y debates que a ningún evento similar en América Latina y que pese a las fuertes evidencias de la época que aun persisten y de nuevas evidencias escritas, existe aun el temor de hacer la JUSTICIA HISTORICA DE LOS VERDADEROS HEROES DE LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA.
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