."Pero de verdad fue eso lo que paso"...lo que no se cuenta que alguien aprovecho el suceso para un complot y encubrir una operación secreta de los cuerpos de Seguridad de Venezuela. Ademas te contaremos como Ledezma burlo todos los interrogatorios, el Detector de Mentiras y la inyeccion de la verdad, conoceras quien protegia a Ledezma, la aparicion de un carajito que mas tarde seria el "CAPITAN AVENDAÑO", sabras que el Hombre de la Etiqueta si existio y quien realmente asesino a Renny Ottolina. Finalmente todos los detalles del desenlace final de esta historia ya que despues de treinta y ocho años después del Triple Crimen de Mamera "Sin Cuerpos", el misterio continúa.
El 2 de febrero de 1980 el país se entera de la desaparición de tres adolescentes del barrio Mamera de Caracas. A los pocos días se saben los detalles: Un muchacho de 14 años que se acuesta con la mujer de un policía; y sus dos amigos, quienes, en su inmadurez, se burlan de éste. Todo parece indicar que el PM los mató por celos.
..."Pero de verdad fue eso lo que paso"...lo que no se cuenta que alguien aprovecho el suceso para un complot y encubrir una operación secreta de los cuerpos de Seguridad de Venezuela. Ademas te contaremos como Ledezma burlo todos los interrogatorios, el Detector de Mentiras y la inyeccion de la verdad, conoceras quien protegia a Ledezma, la aparicion de un carajito que mas tarde seria el "CAPITAN AVENDAÑO", sabras que el Hombre de la Etiqueta si existio y quien realmente asesino a Renny Ottolina. Finalmente todos los detalles del desenlace final de esta historia ya que despues de treinta y ocho años después del Triple Crimen de Mamera "Sin Cuerpos", el misterio continúa.
_ Tú mejor que nadie sabes que no hay crimen perfecto.
¡Confiesa, coño! – Le dice el comisario.
_ Es verdad, no hay crimen perfecto _ dice Ledezma
_ pero sí hay crímenes mal investigados.
_ pero sí hay crímenes mal investigados.
ACTO I - EL INICIO
La noche del viernes 11 de enero de 1980, Rosa Elena Pinto («La Chena»), de 17 años, fue como de costumbre al barrio San Pablito, en Caracas, a buscar a sus amigos Douglas, de 16; y Efraín, de 17; para ir a estudiar. Estaban en una escuela nocturna en Caricuao. Rara vez entraban a clases. Se quedaban en la discoteca «Roca Negra» hasta altas horas de la noche y ese era precisamente el plan que tenían para ese viernes.
Fueron a buscar a una prima de Chena en Mamera, para completar las parejas. Chena entró a la casa de su prima y Douglas y Efraín se quedaron afuera. Al rato Chena salió pero ya los muchachos no estaban. Y no llegaron esa noche a su casa, ni ninguna otra noche. Chena pensó que sus amigos se habían cansado de esperar y se fue a su casa. Ella hasta no hace mucho vivía con un policía de la metropolitana, con quien tenia dos hijos pequeños. Estaban separados, pero su esposo insistía en volver con ella y la seguía a todas partes, la acosaba. Pero quien le quitaba el sueño era Martín Mijares, un muchacho robusto de 14 años a quien Chena le quitó la virginidad. Para ellos no importaba hacer el amor en los montes cercanos o dentro de carros abandonados. Había sido la primera mujer de Martín y él estaba obsesionado con ella. Martín, Douglas y Efraín eran amigos. Incluso, Douglas era novio de una hermana de Chena.
_ Martín mi pana, deja de andar de boleta con esa chama. Esa es la mujer del policía. _Le decían sus amigos.
_ Ellos están separados. Ahora ella es mi mujer. Y el día menos pensado nos vamos de esta vaina.
_ Nojoda chamo, ¿y cómo la vas a mantener? Esa chama tiene dos carajitos.
Pero Martín no hacía caso. Al contrario, él, junto con Efraín y Douglas, cuando veían al policía le lanzaban puntas. Se burlaban de él. El policía Argenis Ledezma, Distinguido de la Policía Metropolitana fingía ignorarlos, pero una nube negra iba apoderándose de su corazón.
Así pasaron varios meses hasta que llegamos a ese viernes 11 de enero de 1980 cuando Chena y su prima ven que Douglas y Efraín no están donde debían estar. Al día siguiente, todos en San Pablito, comentaban la desaparición de Efraín Irausquín Rodríguez y Douglas Nieves. No habían dormido en casa y nadie parecía haberlos visto desde que salieron con Chena.
Martín Mijares se enteró de la desaparición de sus dos amigos. Chena le dijo lo que sabía:
_ Los dejé frente a la casa de mi prima, en Mamera, no me tardé mucho. Cuando salí no estaban.
_ Coño, coño, yo creo que algo malo les pasó – le respondió Martín.
El domingo, las madres y padres de los tres muchachos fueron a los centros de conscripción militar (Había recluta por esos días). Quizás los tienen en Pan de Azúcar o en Fuerte Tiuna… Pero no, nada. No habían sido reclutados. Fueron a hospitales, a la morgue pero a Douglas y Efraín parecía que se los había tragado la tierra.
El esposo de Chena, Argenis Ledezma llegó ese mismo domingo en la noche a la casa de Douglas y ofreció ayudar. Allí estaba Chena, que no lo veía a la cara. Él se le acercó.
_ Mi Chenita… te prometo que no soy el mismo. Vuelve conmigo. Hazlo por los niños. Mira que yo no los puedo criar solo… mi trabajo… además mi mamá está enferma…
_ No, Argenis. No… Déjame tranquila – le contestó Chena.
Mientras tanto, Martín andaba nervioso. Para poder ver a Chena esperaba que fueran las 3 o 4 de la madrugada. Salía a hurtadillas de su casa y se metía por el patio de la casa de su amigo, el desaparecido Douglas, donde estaba viviendo Chena. Allí, en la humedad de la batea de lavado de ropa o en la improvisada ducha se entregaban al deseo, sin sospechar que no muy lejos, en un bosque cercano, los cuerpos desnudos de Douglas y Efraín, se descomponían rápidamente.
El hermano de Martín recordará años después que por aquellos días Martín se veía normal, quizás triste por la desaparición de sus amigos pero nunca dejó de hacer las cosas que hacía.
_ ¿Ya aparecieron? – preguntaba todas las tardes cuando regresaba del liceo.
El jueves 17 de enero, seis días después de la última vez que vieron a Douglas y a Efraín, Martín se levantó muy temprano. Le pidió prestada a su hermano una correa y se fue al liceo. A las 12 del mediodía se despidió de sus compañeros y salió para su casa… Nunca más lo verían, ni vivo, ni muerto.
Al ver que su hijo no regresaba, su madre, Carmen Amada de Mijares, una mujer recia y «echá pa’lante», como dicen, decidió averiguar qué había pasado. Lo primero que hizo fue ir a la casa de Douglas Nieves pero se sorprendió de que sus padres no hacían nada por encontrarlo. Ni siquiera habían puesto la denuncia en la PTJ.
_ Es que el policía Ledezma está ayudándonos con eso _fue lo que le dijeron.
Pero el corazón de una madre es el mejor investigador e inmediatamente, como una revelación, Carmen de Mijares lo vio claro: «Ese policía tiene algo que ver». Y se lo contó a las madres de Douglas y Efraín y le creyeron.
Entonces deciden ir a la PTJ y ponen la denuncia. Llevan las fotos más recientes que tienen de sus hijos. Fotos que tienen como tres años y que toda la prensa nacional. En esas fotos no puede verse la naturaleza fornida de los tres jóvenes que al pisar los 15 años se desarrollaron inusualmente… Por eso es que podían entrar a discotecas para adultos… parecían de más edad que la que tenían, pero no en esas fotos viejas.
La PTJ indagó en cárceles, hospitales, albergues y morgues. Los tres muchachos no estaban en ninguna parte. Carmen de Mijares acusaba a Ledezma pero no había pruebas. Y él decía que era incapaz de cometer un crimen. Pasó casi un mes. El país aún no sabía nada del caso. Y como es usual en Venezuela, parece que las cosas la mueven rápido cuando interviene el cuarto poder: la prensa. Entonces Carmen de Mijares se fue a los periódicos y sin pepitas en la lengua contó todo.
_ A mi hijo y a sus dos amigos los mató el policía Argenis Ledezma.
El 2 de febrero, los periódicos sacaron la noticia con las fotos de los muchachos. Los titulares que más se repetían eran: “Tres crímenes sin cadáveres”.
Fue tanta la insistencia de las tres madres y las manifestaciones de la gente en Mamera (trancaron las calles principales con pancartas) que Ledezma fue citado a declarar. EL policía negó tener algo que ver.
_ Lo que sucede es que la señora Carmen me la tiene jurada por un problema que tuve con uno de sus hijos. _le decía a sus superiores.
Pero muchos testigos aseguraron que Ledezma amenazó a Martín varias veces y eso lo convertía en el principal sospechoso. Y entonces apareció un testigo:
_ El viernes 11 de enero yo vi a Douglas y a Efraín sentados en un carro abandonado que está frente a la casa de Moraima, la prima de Chena, en Mamera y llegó un jeep de la metropolitana… No vi bien qué pasó. Yo estaba en la azotea de mi casa y en eso me llamó mi esposa y cuando volví a ver, vi como el jeep se iba y los muchachos ya no estaban.
_ ¿Vio a algún policía en específico? ¿Puede identificarlo?
_ No, no. Como le dije, sólo vi que el jeep se estacionó donde ellos estaban y después que el jeep se fue ya ellos no estaban allí.
La PTJ entonces decide retener a Ledezma en la sede de la Metropolitana en Cotiza.
No se sabe cómo la prensa se enteró, pero al día siguiente publicaron: «Un Policía fue quien ejecutó y enterró a los tres jóvenes cegado por los celos, indican las hipótesis. Se encuentra detenido en la Metropolitana». Y el sumario agregaba: «La PTJ dice que resolverá el caso en tres días».
Pero pasó un año.
ACTO III - LA RECONCILIACION
La Metropolitana parecía proteger a su policía. La PTJ argumentaba que mientras Ledezma no fuera destituido ellos no podían hacer nada. Y los cadáveres no aparecían. «Sin cuerpo del delito, no hay delito».
Acompañados de vecinos y familiares de los muchachos, la PTJ se dedicó a buscar esos cuerpos en los cerros cercanos a Mamera y San Pablito. Pero nada.
La Policía decía que todo era una campaña para desprestigiar a la Metropolitana. Que Ledezma era un distinguido y su hoja de servicios estaba intacta.
En abril Ledezma estaba de regreso en su casa y a principios de mayo Chena aceptó volver con él. Entrevistada por la prensa dijo:
_ No basta con decir que mi esposo es culpable. Hay que comprobárselo.
Respuesta ingenua que sólo decía una cosa: Ledezma era culpable.
¡Qué rápido olvidó Chena a Martín!
En julio, una hermana de Douglas (el otro desaparecido) dijo a la PTJ que ella vio a Martín caminando hacia su casa y dos hombres lo seguían. Lo abordaron y lo metieron en un carro.
La PTJ hizo los retratos hablados de esos dos desconocidos y con eso determinaron quiénes eran: Luis Hernán Márquez y Tairo Aristiguieta, policías metropolitanos. Amigos de Ledezma. (En ese momento se decía que el mejor dibujante de retratos hablados del mundo, era venezolano y trabajaba en la PTJ).
Entonces la llamaron a otros testigos que sí habían visto a los policías que se llevaron a Douglas y a Efraín. Les mostraron las fotografías de Márquez y Aristiguieta. Todos respondieron: «Sí, son ellos. Ellos se llevaron a Douglas y a Efraín».
Allanaron las casas de los dos policías. Y en la de Márquez encontraron un croquis de un paraje desolado en el Ávila. Identificaron el sitio. Fueron allá. Excavaron, buscaron casquillos de balas. Pero nada. Meses después la PTJ sabrá qué significaba ese croquis: la trampa para una cuarta víctima mortal: la propia Chena.
Los dos policías no aparecían. Quizás habían huido a Colombia. Ledezma, cansado de que sospecharan de él, pidió que lo sometieran al suero de la verdad. Así lo hicieron:
_ ¿Mataste a Douglas Nieves?
_ No
_ ¿Mataste a Martín Mijares?
_No
_ ¿Mataste a a Efraín Irausquín?
_ No
_ ¿Ordenaste la muerte de alguno de ellos, o de los tres?
_ No
_ Sabes dónde está Martín Mijares, Douglas Nieves o Efraín Irausquin?
_ No
Varias horas fue sometido a este interrogatorio bajo el efecto del pentotal sódico. Sustancia que te obliga a decir la verdad porque si mientes el estado de nerviosismo es excesivo. Pero Ledezma lo pasó, totalmente. O estaba diciendo la verdad o se estaba en presencia de alguien increíblemente bien entrenado. ¿O era otra cosa?
Pero Carmen Amada Maizo de Mijares no cedía. Su corazón de madre le decía que Ledezma era el asesino. Visitaba todos los periódicos y programas de TV. No había sitio a donde no fuera exigiendo justicia. No le importaban los papelitos que conseguía en la sala de su casa, metidos por debajo de la puerta: “Mira, vieja, te vamos a quebrar si sigues con la huevonada”. Cada letra era el recorte de una letra de un periódico. Sin huellas dactilares.
ACTO IV- ATANDO CABOS
Pasaron unos meses más. Tairo Aristiguieta fue capturado. Él había sido el conductor del jeep donde se llevaron a Douglas y a Efraín.
_ Sí, sí, nos lo llevamos a los dos de Mamera, tenían una actitud sospechosa. Pero los soltamos en el camino.
_ ¿En dónde?
_ En la avenida principal de Caricuao… Verán… esos muchachos no eran lo que ustedes creen… Eran delincuentes… Estaban en una banda…
El detective no preguntó más. Esos muchachos estaban muertos y Aristiguieta los mató o sabía quién los había matado, porque si no, porque dijo: “Esos muchachos no eran lo que ustedes creen”.
Al cumplirse un año nada había cambiado. Ledezma seguía protegido por la PM .
A Carmen de Mijares sólo le quedaba un recurso: Se pararía frente al palacio de Miraflores, día y noche, nadie la sacaría de allí hasta que el Presidente Luis Herrera Campins la atendiera. Así lo hizo. Fue el primer día y allí estuvo. No fue atendida. Volvería al día siguiente.
La PTJ seguía constantemente a Ledezma y vieron cómo llegó al Terminal del Nuevo Circo de Caracas. Parecía estar buscando un autobús en específico y entonces se movió hacia el sitio de dónde salía la voz de un muchacho:
_ ¡Guatire, Guatire, Guatire!!
Ledezma se subió al autobús. Los sabuesos de la PTJ llaman a la delegación de Los Naranjos, en Guarenas. Le dan el número de placa del autobús donde Ledezma se dirige a Guatire.
Frente a los edificios de la Villa Panamericana, en construcción, porque allí se alojarán los atletas que vendrán de toda América para los Juegos Panamericanos de 1983, se para el Dodge Dart, color azul, de la PTJ y los dos sabuesos esperan a que pase el autobús.
Ledezma viene semidormido y no ve que a la orilla de la carretera dos detectives se suben rápidamente al auto y comienzan a seguir al autobús. Los dos detectives tienen al frente una foto de Ledezma. Deben seguirlo y averiguar a qué va a Guatire.
El autobús atraviesa el túnel vegetal que está en la entrada de ese pueblo. Se detiene en el pequeño terminal de la Av. Bermúdez y los pasajeros se bajan. A lo lejos los sabuesos ven a Ledezma que cruza la calle y toma un carro de cinco puestos, un Fairlane con un letrero en el parabrisas: «LA VUELTA».
Siguen el Fairlane, pasajeros bajan y suben en diferentes paradas pero Ledezma sigue allí. Hasta que por fin se baja en una esquina donde hay un bar que en letras grandes dice: «BAR BRISAS DEL BARRIO».
¿A dónde va Ledezma? ¿Qué hace en Guatire?
El triple crimen de Mamera está a punto de resolverse.
Desde el Dodge Dart los dos detectives de la PTJ lo ven bajar por la calle Zamora hacia el barrio 23 de Enero. ¿Qué va a hacer allí? Ellos conocen la zona y saben de la peligrosidad de la misma. En los últimos años el 23 de Enero y Valle Verde se han convertido en los principales focos de distribución de drogas en Guatire y es casi común conseguir cadáveres en los montes cercanos. ¿Qué hace un policía, sospechoso de un triple asesinato por allí?
_ Quédate, yo lo sigo _le dice el detective Raúl González al otro.
Raúl González era un hombre como de 30 años pero aparentaba más. Quizás por el bigote. Aunque no traía puesta la camisa azul celeste que los PTJ suelen usar, al verlo se sabe que es policía. A prudente distancia sigue a Ledezma quien llega a la Calle Las Margaritas y después cruza hacia arriba en la calle García Tellechea. Después dobla a la izquierda y llega hasta una casa. Toca a la puerta. Le abren y Ledezma entra.
«¿Así que para acá es que viene?» – piensa el detective.
Regresa al Dodge.
_ Vámonos.
_ ¿Qué pasó? ¿Perdiste al tipo?
_ No, el carajo se metió en la casa del brujo Rodrigo… Seguro le tienen un trabajo montado.
El brujo Rodrigo era muy conocido en Guatire y en Caracas. Su casa siempre era visitada por grandes artistas de la farándula nacional. Las muchachas de la zona no perdían la oportunidad de estar por allí para ver a galanes de telenovelas y cantantes venir a «hacerse un trabajo con Rodrigo». Aunque lo disimulaban con gafas oscuras, todos los veían. Muchas personas, venidas de todas partes, hacían fila en la calle, frente a la casa del brujo Rodrigo.
_ Es muy bueno _decían
_ A mí me hizo un trabajo para que me dieran el papel protagónico y me lo dieron.
El Dodge Dart arrancó hacia Guarenas. Ya sabían a qué venía Alexis Ledezma a Guatire: A que le montaran un trabajo para protegerlo. ¿Protegerlo de qué?... ¿De que nunca lo descubrieran? ¿De que lograra pasar con éxito el suero de la verdad?
«De que vuelan, vuelan» _pensó el detective Raúl González cuando el carro donde iba de copiloto salió de Guatire.
Para Carmen de Mijares no fue necesario esperar mucho a que el presidente Luis Herrera Campins la atendiera. En el segundo día, a la hora de estar allí, parada frente a Miraflores, rodeada de las otras madres y de vecinos de Mamera, un oficial de la Casa Militar se le acercó y la introdujo en el Palacio. Diez minutos de conversación con el presidente le bastaron a Carmen de Mijares. Luis Herrera, en su presencia llamó por teléfono al Director de la PM:
_ Destituya usted, inmediatamente, a Argenis Ledezma y póngalo a la orden de la Policía Técnica Judicial.
Así lo hacen. El 27 de febrero de 1981 Ledezma es metido en una pequeña habitación en el piso 10 del edificio de la PTJ en Parque Carabobo. A las 7 de la noche comienza el interrogatorio. Hay un fiscal y una juez presentes. Él está sentado y mira a todos mientras dice insistentemente:
«Yo no los maté… Yo no los maté».
_ ¿O sea que están muertos? –le pregunta el detective que lleva el caso.
_ Yo no dije eso.
La PTJ ahora sí está diligente con el caso. El Director de ese organismo sabe que su cargo está en juego. Ya el presidente de la República lo ha instado a resolver el caso lo antes posible.
_ Confiesa, chico. Si cuentas todo será menor la pena.
_ Coño, que yo no sé nada.
_ Tú mejor que nadie sabes que no hay crimen perfecto. Confiesa, de una vez, coño!!
_ Es verdad, no hay crimen perfecto _ dice Ledezma _ pero sí hay crímenes mal investigados.
El detective cree ver una ligera sonrisa en los labios del ex PM y casi que estuvo a punto de lanzarle un golpe. Pero allí estaba un fiscal y una juez que más parecía una estatua que una mujer.
Ledezma estaba inmutable. Él siempre supo que ese momento llegaría y estaba dispuesto a dar esa batalla. Todos los días, cada instante, repasaba las respuestas que tenía que dar. Él mismo creaba las preguntas, las cambiaba y se las respondía. No había pregunta que le hicieran que él ya no la hubiese anticipado. Como policía y antiguo miembro de las Fuerzas Armadas contra la guerrilla sabía que no podía contradecirse con lo que había respondido en interrogatorios anteriores.
Pero lo sabuesos de la PTJ también tenían su experiencia y saben que tienen a Ledezma agarrado por las bolas. Lo intuyen. “Sólo es cuestión de tiempo para que este tipo se quiebre”.
_ ¿Diga usted dónde estaba la noche del 11 de enero de 1980?
_ Fui a recibir a un compadre que venía de San Cristóbal, pero como no llegó regresé a mi casa.
_ ¿Diga usted donde estuvo al mediodía del jueves 17 de enero de 1980?
_ Salí de mi casa como a las 12:30. Me dirigí al cine metropolitano con intenciones de ver la película «La casa del horror», pero a última hora decidí no verla.
_ ¿Hay alguna persona que pueda confirmar eso?
_ No sé… no recuerdo…
_ ¿Qué dice usted de que la ciudadana Carmen de Mijares lo acusa de matar a su hijo, Martín Mijares?
_ Esa es una vieja chismosa. Ya se los he dicho. Ella me la juró hace tres años, porque yo le reclamé a su hijo mayor que le faltaba el respeto a mi esposa.
Las preguntas seguían. Hasta la juez intervino:
_ ¿Sabe usted o sospecha qué pudo haberles pasado a esos jóvenes?
«Verga, esta estatua habla” –pensó el detective.
_ No sé, no lo sé.
Ya eran las 3 de la madrugada del último día de febrero de 1981 Jarras de café iban y venían. Le ofrecían a Ledezma pero él las rechazaba.
_ Miren, yo no sé nada de esos muchachos. Yo hasta fui donde un brujo para que me dijera dónde estaban y él me dijo que están vivos…
Todos lo miraron extrañamente y Ledezma sintió que había cometido un error. En ese momento no sabía por qué lo creía, pero sabía que había cometido un error. Tratando de desviar la vaina le dice al detective, el comisario Edgar Pantoja:
_ Mire comisario, yo a usted quería dañarlo… Hasta conseguí una foto suya para que le hicieran brujería. Pero no lo hice.
_ Déjate de huevonadas, Ledezma y responde: ¿Mataste a Efraín Irausquín, Douglas Nieves y Martín Mijares?
Ledezma respondió aliviado. Lo del brujo lo habían pasado por alto.
A las cinco de la mañana terminó el interrogatorio. Continuarían al anochecer de ese día.
4 comentarios:
Y el resto de la historia. Donde la consigo
Saludos Leonardo, gracias por la observacion, aqui te mando el enlace del Capitulo Final https://bpguayanavzla.blogspot.com/2018/04/lo-que-no-te-contaron-del-triple-crimen_9.html, que tambien esta haciendo clic sobre la palabra "Capitulo Final". Tambien te recomiendo la historia del Boxeador de nuestra epoca el NOVILLO PAIVA TE MANDO EL ENLACE https://bpguayanavzla.blogspot.com/search?q=NOVILLO+PAIVA&max-results=20&by-date=true
Y el capitulo final dónde lo consigo de el mostró de manera???
PARA VER EL CAPITULO FINAL DEBES DE DARLE CLICK DONDE DICE "CAPITULO FINAL" EN AMARILLO
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