En el siguiente post reproducimos un relato histórico de un visitante de la epoca cuyo anfitrion era Don Felipe Ynciarte, Gobernador del Angostura (1797-1810), como preámbulo de las maravillas que se afirmaban los visitante a esta hermosa tierra.
..."Un domingo por la noche, hace algunos años, mientras caminaba con Don Felipe de Ynciarte, Gobernador de Angostura, en la orilla del Oroonoque, "deténgase aquí un minuto o dos, Don Carlos", me dijo, "mientras relato un triste accidente. Una buena tarde el año pasado, cuando la gente de Angustura paseaba por la Alameda, yo estaba a unos veinte metros de este lugar cuando vi a un gran caimán salir del río, capturar a un hombre, y Bajarlo antes de que alguien tuviera el poder de ayudarlo. Los gritos del pobre hombre eran terribles cuando el caimán salía corriendo con él. Se lanzó al río con su presa. Al instante lo perdimos de vista y nunca lo vimos. O lo escuché más "....
“Pocas ciudades -decía- hay en el mundo, muy pocas, tan bien situadas, a la orilla de un majestuoso río, sin que sobresalten temores de una inundación, y que pueda embarcarse a bordo de un navío de día sin más que atravesar los 20 pasos de calle que lo separan del buque; tampoco habrá muy pocas calles, en un clima cálido como Angostura, en donde sus habitantes se paseen o haga a cubierto sus transacciones comerciales debajo de galería espaciosas, cómoda y elegante; y si se quisiese más fresco, los dos rangos de copados árboles de la Alameda satisfacía ampliamente sus deseos. Por lo general, la ciudad es bonita, aseada, bien empedrada y las aceras enladrilladas. Hay muy buenas casas, y algunas mejores que las mejores de la Capital de la República.
El explorador Francisco Michelena y Rojas, a mediado del siglo XIX y durante su estadía en Ciudad Bolívar, escribió que las calles principales corrían de Sur a Norte, pero que también estaban interceptadas en ángulos rectos por otras E. O, de no menos méritos, y entre éstas la gran calle paralela al río en donde se hacían todos los negocios del comercio.
El 20 de diciembre de 1916, un decreto del Presidente del Estado, general Marcelino Torres García, dispuso la pavimentación y construcción de aceras de la Calle Orinoco y del Paseo Alameda.
El 20 de diciembre de 1916, un decreto del Presidente del Estado, general Marcelino Torres García, dispuso la pavimentación y construcción de aceras de la Calle Orinoco y del Paseo Alameda.
Entonces lo que actualmente conocemos como Paseo Orinoco estaba seccionado en dos partes: la Calle Orinoco que iba desde el Puerto de Blohm hasta lo que es hoy El Mirador y la Alameda la parte occidental. La pavimentación se realizó con cemento que venía en barriles, importado del puerto fluvial de Hamburgo sobre el río Elba y los barcos de paso por la Isla Helgoland, en el Mar del Norte, embarcaban los mollejones que utilizaban los ricos para el piso de sus mansiones.
El Paseo que bordea el Orinoco frente a Ciudad Bolívar comenzó en el siglo XVIII con el nombre de Calle La Muralla-Paseo La Alameda; Calle Orinoco-Paseo La Alameda; Paseo Falcón, después de la Guerra Federal, Paseo Gómez en tiempos del dictador y, finalmente, Paseo Orinoco en 1967 cuando fue trasformado para elevar la cota de protección de la ciudad contra las periódicas crecidas del río.
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