Las que podrían ser las primeras imágenes de los "OTROS" (indios americanos en el viejo continente), fueron descubiertas en los Museos del Vaticano, en un fresco que fue pintado dos años después del primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo América en 1492, anunció el director de los Museos Vaticanos Antonio Paolucci.
Se trata de un bosquejo de un grupo de hombres desnudos, en actitud de baile, que apareció durante la restauración del fresco la “Resurrección de Cristo”, del artista renacentista Pinturicchio.
Los "OTROS" es el termino que le dieron a los aborígenes por parte de los Conquistadores que llegaron al Nuevo Continente, los terminos de indios, aborigen o indígena surge posteriormente. Sin embargo el asunto que queremos abordar en este post es: ¿que pasó con los indios que trajo o envió Colón a España durante sus viajes a las tierras recién descubiertas?.
En la España actual existen cientos de pruebas documentales y aquí te publicamos un resumen de cual fue el destino de los primeros Aborígenes del Nuevo Mundo que visitaron al Viejo Mundo.
Comenzamos con el Diario del Almirante Colón cuando desembarca el 12 de octubre de 1492 en la pequeña isla del archipiélago de las Bahamas que los indígenas llaman Guanahaní, le salen al encuentro unas gentes desnudas, de piel tostada, asombradas sin duda, al contemplar el extraño aspecto e indumentaria de aquellos recién llegados:
Así describe Colón a los naturales de esta isla:
“ellos andaban todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres”... muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballo y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. [Algunos] de ellos se pintan de prieto y ellos son del color de los canarios, ni negros, ni blancos, y [algunos] de ellos se pintan de blanco y [otros] de ellos de colorado, y [otros] de ellos de lo que hallan: y [algunos] de ellos se pintan las caras, y otros todo el cuerpo, y otros solo los ojos, y otros solo la nariz.... Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a nuestro señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar”.
Haciendo honor a su promesa, Colón trajo en su viaje de vuelta varios indios aunque en su número no hay acuerdo entre los colombistas: unos dicen que fueron seis, otros que catorce y que uno de ellos murió en el viaje y otros enfermaron. Cuenta el P. Las Casas que cuando la "Niña" arribó a Lisboa (6 de marzo de 1493), mucha gente vino a ver a los indios, como si de tratara de un espectáculo ("hoy vino tanta gente a verlo y a ver los indios, de la ciudad de Lisboa, que era cosa de admiración").
Desde Lisboa, Colón navegó hasta Palos y de allí, por vía terrestre, hasta Barcelona donde estaba la Corte. Serra y Postius ("Historia de Monserrate") refiere lo sucedió en Barcelona cuando en 1493 Colón se presentó en dicha corte con los indios que trajo de vuelta de su primer viaje:
“Pocos días antes de partir de Barcelona los Reyes, pidieron los indios el santo bautismo, estando instruidos en la doctrina cristiana, y se alegraron mucho los Reyes de poder ofrecer a Dios las primicias de aquella gentilidad. Fueron con gran pompa bautizados en la catedral, siendo los Reyes padrinos, y con ellos el príncipe Don Juan. Eran todos de color de membrillo, bajos de cuerpo, el cabello negro y caído, y la nariz ancha: traían zarcillos de oro en las orejas y narices”.
El destino de estos primeros aborígenes que llegaron al nuevo mundo, se evidencia probablemente de la mano de Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de la Historia de las Indias, y testigo presencial de la llegada de Colón a Barcelona da algunas noticia mas de estos seis indios bautizados en Barcelona: “... y un indio [de los bautizados] que era el mas principal de ellos, llamaron don Fernando de Aragón, el cual era natural de esta isla Española y pariente del rey o cacique Guacanagari. Y a otro llamaron don Juan de Castilla, y a los demás se les dieron otros nombres, como ellos lo pidieron, o sus padrinos acordaron que se les diese, conforme a la Iglesia Católica. Mas a aquel segundo que se llamó don Juan de Castilla quiso el príncipe [don Juan] para si y que quedase en su real casa y que fuese muy bien tratado y mirado como si fuera hijo de un caballero principal, a quien tuviera mucho amor. Y le mandó doctrinar y enseñar en las cosas de nuestra santa fe, y dio cargo de él a su mayordomo Patiño; al cual indio yo vi en estado que hablaba ya bien la lengua castellana, y después de dos años murió.
Todos los otros indios volvieron a esta isla en el segundo viaje que hizo el Almirante... ..
Luegos de los primeros, varios cientos de amerindios cruzaron el océano en el siglo XVI rumbo a la metrópolis. Llama la atención, el cuidado que se tenía para que todos estos supuestos paganos fuesen bautizados. Tras cumplir con el ritual, si eran esclavos, se procedía a su herraje y a su venta.
Cuando se cumplimentaba este ritual católico normalmente se le cambiaba su nombre indígena por otro castellano, normalmente el de su dueño. En este sentido, por ejemplo, una india de Juan Pontiel de Salinas declaró que al llegar a España se le puso por nombre Catalina pues también "su ama se llamaba así". En otras ocasiones se optaba por el de una persona querida, o incluso, por el de algún miembro de la familia real, a modo de pequeño homenaje. Por ello son muy frecuentes entre los esclavos nombres como el de Isabel, Juan, Juana, Carlos o Felipe.
El segundo lote de aborígenes americanos enviados por Colon, se evidencia claramente la utilidad que se le daría en el viejo continente.."Ya la esclavitud se escribía en su frente“, la excusa la escribía Colon; a causa de que no hay aquí lengua por medio de la cual a esta gente se pueda dar a entender nuestra santa fe, como sus altezas desean, y aún los que acá estamos, como quiera que se trabajará cuanto pudieren, se envíen de presente con estos navíos, así de los caníbales, hombres y mujeres, y niños y niñas, los cuales sus Altezas pueden mandar poner en poder de personas con quien puedan mejor aprender la lengua, ejerciéndolos en cosas de servicio, y poco a poco mandando poner ellos algo mas cuidado que en otros esclavos para que aprendan unos apartados de otros, que no se hablen ni se vean sino muy tarde, que mas presto aprenderán allá que no acá y serán mejores intérpretes, como quiera que acá no se dejará de hacer lo que se pueda. Es verdad que, como esta gente platican poco los de una isla con los de otra, en las lenguas hay algunas diferencias entre ellos, según como están mas cerca o mas lejos, y porque entre las otras islas las de los caníbales son muchas, grandes y harto bien pobladas, parecerá acá que tomar de ellos y ellas y enviarlos allá a Castilla no sería sino bien, porque quitarse habrían una vez de aquella inhumana costumbre que tienen de comer hombres y allá en Castilla, entendiendo la lengua, muy presto recibirán el bautismo y harán provecho de sus almas. Aun entre estos pueblos que no son de estas costumbres se ganaría gran crédito por nosotros, viendo que aquellos prendiésemos y cautivásemos de quienes ellos suelen recibir daños y tienen tamaño miedo que del nombre solo se espantan”.
Luego de estos acontecimientos, son innumerables los casos que conocemos de indios que llegaron a España sin marca de esclavitud y que fueron herrados con posterioridad. Esto le ocurrió, por ejemplo, a la india Catalina, propiedad del carmonense Juan Cansino, que declaró haber sido herrada en la cara "para poderla vender, porque nadie la quería comprar". Para marcarla como esclava no tuvo más que ordenárselo a "uno que vive junto a la carnicería" lo cual efectuó sin demora porque el mencionado Juan Cansino no sólo era regidor, sino que pertenecía a una de las familias llegadas a Carmona tras la Reconquista y, por tanto, de las más influyentes de la localidad.
Asimismo el capitán Martín de Prado herró a su indio Pedro en la cara con una "C", porque supo que pretendía solicitar al Consejo de Indias su libertad. Incluso conocemos el incidente de otro indio que intentaba escaparse de la injusta esclavitud que le quería imponer su dueña, doña Inés Carrillo, al optar ésta por colocarle "una argolla de hierro al pescuezo esculpidas en ellas unas letras que dicen “esclavo de Inés Carrillo, vecina de Sevilla a la Cestería”. No es el único que encontramos con esta característica argolla, muy frecuente también entre los esclavos negros, pues, otro aborigen, llamado Francisco, cuando fue adquirido, su dueño, Juan de Ontiveros, se la mandó colocar. Pero, incluso, debemos decir que la opción de la argolla no era la más dramática, pues, sabemos que un indio que vendió en Sevilla Gerónimo Delcia a Diego Hernández Farfán tenía una marca en la cara en la que se podía leer: “esclavo de Juan Romero, 7 de diciembre de 1554”. Estas marcas en el rostro, selladas a fuego, eran comúnmente aplicadas a los esclavos en la España de la época.
Los motivos que llevaban a sus dueños a querer señalarlos están bien claros. No debemos olvidar que desde muy pronto comenzaron a imponerse grandes restricciones a la esclavitud indígena. Muchos españoles, que legalmente habían comprado sus esclavos, querían asegurar su compra consumando su condición servil con una marca externa. De esta forma creían evitar que los oficiales reales incluyesen a sus indios entre los sospechosos de ser libres.
Ante esta situación, que llevó a muchos españoles a marcar indios que habían sido esclavizados fraudulentamente, la Corona prohibió tal práctica. Así por una Real Cédula del 13 de enero de 1532 dispuso que no se marcase a los indios en la cara como era costumbre “y el que lo haga lo pierda”. Dos años después, ante la reiterada violación de esta disposición, la Corona manifestó su malestar en un escrito dirigido a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla y en el que decía textualmente:
“Por parte de Juan de Cárdenas me ha sido hecha relación en este Consejo que en Sevilla hay muchos indios naturales de la Nueva España y de otras partes de las Indias los cuales siendo libres los tienen por cautivos y siervos. Que no se vendan ni hierren porque sabemos que los que los traen los hierran en el rostro o les echanargollas de hierro a la garganta con letras de sus propios nombres en que dicen ser sus esclavos...”
Finalmente, se comprueba el profundo divorcio que existió en la España de aquellos tiempos con el cristianismo que profesaban, pero sin lugar a duda como sucedió en tierra americana, la mezcla con los aborígenes se extendió en el corazón de España, muchos españoles llevaran en su sangre los genes de los primeros aborígenes que visitaron al viejo continente.
Bibliografia;
- "Colón Toledano (Misterio aclarado)" edición ilustrada. Francisco Beltrán. Librería española y extranjera. Príncipe, 16. Madrid.
- Cristóbal Colón . "Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales". Madrid, 1989.
- Fray Bartolomé de las Casas. "Historia de las Indias", citado por Manuel Fernández Álvarez en “La gran aventura de Cristóbal Colón”. Espasa 2006, p.280, nota 77.
- "Historia del Descubrimiento de la América septentrional por Cristobal Colón escrita por el R. P. Fr. Manuel de la Vega" dada por Carlos María de Bustamante. Mexico, 1826.
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