Diario de Bucaramanga; ó, Vida Publica y Privada del Libertador Simón Bolívar. Perú de Lacroix, Luis, 1780-1837
....// En la comida, la conversación mudó de tema; habló de la república de Bolivia, de su extensión, clima, población y recursos. El Libertador dijo que el código que le había dado, si se sabe conservar, hará la felicidad, la grandeza y libertad verdadera de aquel país; se extendió sobre todo lo que, según él, tiene de bueno aquella constitución, y criticó igualmente algunos de sus artículos; después pasó a comparar los nombres de Bolivia y Colombia, y sostuvo que aunque el último es muy sonoro y muy armonioso, lo es mucho más el primero; los analizó, separando las sílabas y comparando las unas con las otras. "Bo, dijo, suena mejor que co; li es más dulce que lom, via más armonioso que bia". Luego S.E. cambió de materia y habló del congreso de Panamá, de aquella reunión de plenipotenciarios de todas las naciones independientes de la América del Sur, antes española, a cuya cabeza está Colombia. "Algunos han dicho, y otros creen todavía, dijo S,E., que aquella reunión de plenipotenciarios americanos es una imitación ridícula del Congreso de Viena, que produjo la Santa Alianza europea: se engañan los que lo creen así, y también se ha engañado más que nadie el abate de Pradt con las bellas cosas que ha dicho sobre aquel Congreso, y ha proba do que no conoce la América y su verdadero estado social y político. Cuando inicié aquel Congreso por cuya reunión he trabajado tanto, no fue sino por una fanfarronada que sabía no sería coronada, pero que juzgaba ser diplomática y necesaria para que se hablase de Colombia, para presentar al mundo toda la América reunida bajo una sola política, un mismo interés y una confederación poderosa. Lo repito, fue una fanfarronada igual a mi famosa declaratoria del año de 1818, publicada en Angostura el 20 de noviembre de 1820, en la que no sólo declaraba la independencia de Venezuela, sino que desafiaba a la España, a la Europa y el mundo. No tenía entonces casi ni territorio, ni ejército y llamé Junta Nacional a algunos individuos militares y empleados que tomaban el nombre de Consejo de Estado cuando se reunían para tratar algunos negocios que yo había resuelto ya, pero que tomaban más fuerza, al parecer que habían sido discutidos en Consejo de Estado. Con el Congreso de Panamá he querido hacer ruido, hacer resonar el nombre de Colombia y el de las demás repúblicas americanas; desalentar a España, apresurar el reconocimiento que le conviene hacer y, también, el de las de más potencias europeas, pero nunca he pensado que podía resultar de él una alianza americana, como la que se formó en el Congreso de Viena. Méjico, Chile y la Plata no pueden auxiliar a Colombia, ni ésta a aquellos; todos los intereses son diversos, excepto el de independencia; sólo pueden existir relaciones diplomáticas entre ellas, pero no estrechas relaciones sino en apariencia.