Esa Curiara de Alejandro Vargas, se convertiría en una "Barca de Oro" luego que de una tormentosa travesía a través del majestuoso Orinoco, llegara milagrosamente a orilla de una aldea de pescadores,
Antes de iniciar nuestro relato de hoy, es preciso ubicar el entorno que rodeaba a nuestros protagonista. Ciudad Bolívar, antigua Angostura, situada al margen derecho del Orinoco, a 420 kilómetros del mar, era la tercera San Tomé, capital de la Guayana venezolana. Esta capital, fundada primero en la desembocadura del río Caroní, después mudada a Guayana Vieja, fue definitivamente edificada en la segunda mitad del siglo XVIII en el sitio donde el río, atrapado entre colinas rocosas, es más estrecho (ochocientos metros más o menos). Por esta razón, San Tomé recibió el nuevo nombre de Angostura (el estrechamiento) que después de la Independencia tomó el del gran Libertador: Bolívar, o Ciudad Bolívar.
En aquella época se desarrollo un centro esencialmente mercantil, de unos veinte mil habitantes. No había industria; la actividad principal era la actividad minera, esencialmente la explotación del oro, el comercio, la pesca y el tráfico fluvial. Los únicos medios de transporte de las mercancías importadas y los productos de exportación eran los barcos de vapor y los navíos de vela que subían por el Orinoco hasta Bolívar, desde Puerto de Palos al Puerto de Ciudad Bolívar y Trinidad y viceversa.
Entre estos granes barcos de vapor y navíos de vela, también se observaba pequeñas embarcaciones fabricadas artesanalmente por los nativos de la zona y los habitantes pueblerinos de la vieja angostura. Las curiaras indias eran la mas comunes y se elaboraban a fuego lento controlado para luego navegar el río a canalete, con palanca o la sirga. Entre las centenares de curiaras que se podían observar en el inmenso Orinoco, había una muy especial, muy conocida en toda la zonas ala deñas de ciudad bolívar, era una añeja y húmeda curiara de lo más pobre y trajinada que de tanto fondear sobre la arena y encallar entre arrecifes del Orinoco, se le había averiado el casco de tal forma que su dueño no podía carenarla sino con retazos de enaguas y camisa vieja.
Esa conocida curiara era la de Alejandro Vargas, siempre acompañado de su compinche, el Catire Carvajal, que vivía en el barrio Perro Seco a orilla del Orinoco, tenía vela como uno de esos barcos en el puerto de Ciudad Bolívar que tanto lo impresionaban, y a bordo de ella solían ir a los caseríos ribereños, el uno con su cuatro y el otro con su guitarra, a matar tigre, o en lenguaje más práctico, a buscar la vida.
La Curiara de Alejandro Vargas, se convertiría en una "Barca de Oro" luego que de una tormentosa travesía a través del majestuoso Orinoco, llegara milagrosamente a orilla de una aldea de pescadores, aunque no era la primera vez que esta curiara y su tripulante llegaran a las orillas de los caseríos ribereños, quienes muchas veces llegaban para alegrar las fiestas pueblerinas y noches de parrandas, esa noche era muy especial, era el 24 de diciembre, que luego de partir de algún punto de Puerto de Palos (San Félix) hacia Ciudad Bolívar, el viaje se hizo dificultoso y a caer la tarde, el río estaba encrespado y la curiara, debido a filtraciones, tenía que ser achicada sin cesar, ya en la noche se hizo difícil la navegación, decidieron atracar en un lugar de donde la brisa traía voces y se veían luces. Era Palmarito, aldea de pescadores a escasa distancia de Ciudad Bolívar y a punto de Noche Buena de Navidad. Una vez en tierra firme, Alejandro Vargas desenfundó su inseparable guitarra de un impermeable y otro tanto hizo Carvajal con su cuatro, acompañado con un Calientico de Ron, Alejandro improvisó un aguinaldo para traer alegría en esa nochebuena sin saber que ese canto perduraría en el alma popular; “La Barca de Oro/ el timón de plata/ la quilla de acero/ las velas de nácar/ hasta aquí llegamos/ ya fondeó la barca/ y los pescadores/ dan su serenata”.
Por; Américo Fernández
El 17 de noviembre de 1892 nació en Ciudad Bolívar el rapsoda Alejandro Vargas, músico, cantor y autor de numerosas piezas de corte popular, como el aguinaldo La Barca de Oro, y otras que por mantenerse vigentes en el alma popular durante varios decenios han pasado a engrosar el repertorio folclórico de Guayana.
En La Capotera, hoy calle Peñalver, nació el hijo de Julia Vargas y el albañil trinitario Luis Batista. Terminó de crecer y formarse en la calle Los Culíes, hot Las Mercedes, después que la crecida del Orinoco de 1943 arrasó prácticamente con La Capotera, donde se alojaban los constructores del dique de La Carioca, que no pudo contener aquel desbordamiento del río padre.
Desde temprana edad Alejandro incursionó en la pesquería, especialmente en la temporada de agosto. Este oficio lo alternaba con el de pintor de brocha gorda, y cuando no, con el de vendedor de frutas y chinchorros de moriche. De sus vivencias de pescador parte su guasa La Sapoara compuesta en 1947, sólo superada en fama nacional por el merengue del margariteño Francisco Carreño.
Lo de músico nunca supo por dónde le venía y con los serenateros de su tiempo aprendió a combinar estilo y ritmo propios con los sonidos de su guitarra, aprovechando su excelente voz de tenor.
Era un autodidacta de la música, la composición y el canto. No tuvo maestros y lo que aprendió se lo debía a su buen oído, habilidad y gran constancia. El Cuarteto Contrapunto lo hizo trascender con sus famosos aguinaldos La Barca de Oro y la Casta Paloma que no dejan de sonar durante los festivos días de la Navidad y Año Nuevo.
Alejandro Vargas murió estrangulado por la artritis que lentamente fue apagando su voz y su guitarra. El negro alto y sereno se pasó la vida en comparsas y parrandas, ofreciendo serenatas y cantando aguinaldos, pero desde el primer percance que malogró su voz, abrigaba temor por la soledad y la muerte: Cuando yo me muera / quien me irá a llorar / sólo las campanas / de la Catedral.
Alejandro Vargas
"LA PRINCESA BOLIVAR", LA CERVEZA POPULAR DE LA VIEJA CIUDAD BOLIVAR
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