La historia ha enseñado que el 25 de marzo, el prócer Antonio Ricaurte se inmoló en el parque de armas de la casa de Simón Bolívar en San Mateo, estado Aragua, y con esa heroica acción selló el triunfo de la Batalla de San Mateo, en 1814, al evitar que el ejército realista avanzara y se apoderara de lo que estaba bajo su resguardo.
Esto lo cuenta Luis Perú de la Croix, en su Diario de Bucaramanga, según lo han difundido varios autores.
“Catorce años después, mientras conversaba con su amigo francés Luis Perú de la Croix en la estancia del galo Bucaramanga, El Libertador confeso que ;
“Ricaurte murió mientras bajaba de la casa alta con sus hombres, cayó por una bala y algún infernal lo remató de un lanzazo, yo mismo reconocí su cuerpo atravesado por la vara y tendido boca arriba, el sol le había tostado la piel en las horas que siguieron al desalojo del polvorín que ya era muy escaso tras un mes de combates. Yo soy el autor del cuento, amigo Luis, lo hice para animar a mis hombres. El parte del secretario de Guerra sobre la batalla, escrito a las pocas horas, nada dijo de la explosión ni del sacrificio del mártir, ni una palabra del suceso llamado a convertirse en el más notable del mes casi completo de lucha por San Mateo. Pero en aquel entonces, la leyenda cumplió su cometido. Los soldados patriotas vivaban al capitán Ricaurte una semana después, en Bocachica, mientras se lanzaban contra las columnas de Boves que los doblaban en número (…)”, según relata el autor sobre lo que reprodujo Perú de Lacoix de las confesiones de Simón Bolívar.